T12. ROUSSEAU .- T13.KANT. LA ILUSTRACIÓN.
UN COMENTARIO POSIBLE
DE EL CONTRATO SOCIAL (1762)
de Jean Jacques
ROUSSEAU (1712-1778)
“Si se investiga
en qué consiste el bien más grande de todos, el que debe ser la meta de todo
sistema legislativo, veremos que consiste en dos cosas principales: la libertad
y la igualdad. La libertad, porque si permitimos que alguien no sea libre
estamos quitando fuerza al Estado; la igualdad, porque la libertad no puede
subsistir sin ella. Ya he dicho lo que es la libertad civil. En cuanto a la
igualdad, no hay que entender por ella que todos tengan el mismo grado de poder
y de riqueza; antes bien, en cuanto al poder, que nunca se ejerza con
violencia, sino en virtud del rango y las leyes, y, en cuanto a la riqueza, que
ningún ciudadano sea tan rico como para poder comprar a otro, ni ninguno sea
tan pobre como para ser obligado a venderse”
Jean Jacques ROUSSEAU, El
contrato social (1762),
libro II, cap. 11.
"El primer hombre al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir ‘Esto es mío’ y encontró a gentes lo bastante simples como para hacerles caso, fue el verdadero fundador de la Sociedad Civil"
(Discurso sobre el origen y Fundamento de la Desigualdad entre
los Hombres).
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VIDA DE
ROUSSEAU
Nacido en Ginebra el
28 de Junio de 1712, Rousseau pertenecía a una familia económicamente modesta
y de religión protestante de la que recibió una deficiente educación.
Huérfano de madre desde niño, su padre, relojero, aficionado a la música y
bailarín, tuvo que huir de Ginebra por una disputa con un militar de buena familia, confiando su hijo al cuidado
del pastor Lambercier hasta 1724, fecha
en la que Rousseau comienza a trabajar en
diferentes oficios. Siendo ayudante de un
grabador, huyó de éste debido a sus violentos modales, dejando Ginebra y
vagabundeando por distintas ciudades hasta llegar a Annency, donde fue
acogido por Mme. de Warens,
una conversa al catolicismo que pretendía que Rousseau abjurase del
protestantismo, por lo que le envió a Turín para ser bautizado y convertido.
Allí nuestro filósofo se ganó la vida temporalmente contratado por la esposa
de un tendero, pasando al servicio de Mme.
de Vercellis en 1728 y un año después sirviendo en casa del conde
de Gouvon.
Entre 1729 y 1730,
Rousseau deambula por numerosas ciudades dedicándose a enseñar música y en
1731 viaja por vez primera a París, donde trabaja como preceptor. A finales
de año se traslada a casa de Mme. de Warens en Chámbery, que le consigue un
empleo en el catastro de Saboya, residiendo allí durante ocho años, en los
que se dedica a estudiar música, filosofía, química, matemáticas y latín.
En 1742 viaja de nuevo a París para presentar una nueva notación musical que Después de redactar numerosos artículos sobre música para Obra de gran polémica en su tiempo, el Discurso arranca de una hipótesis contraria a la mantenida por HOBBES de un estado salvaje de naturaleza en el que el hombre estaba en guerra contra el hombre, siendo cada uno enemigo del otro y viviendo todos en el miedo, la desconfianza y el terror. Rousseau concibe que el estado "natural" del hombre, antes de surgir la vida en sociedad, era bueno, feliz y libre. El "buen salvaje" vivía independiente, guiado por el sano amor a sí mismo. Este estado natural es "un estado que no existe ya, que acaso no ha existido nunca, que probablemente no existirá jamás, y del que es necesario tener conceptos adecuados para juzgar con justicia nuestro estado presente", es decir, se trata de una hipótesis que permite valorar la realidad actual: el estado social, aquel en el que el hombre se aparta de la naturaleza para vivir en comunidad, guiado por el egoísmo, el ansia de riqueza (propiedad) y la injusticia. El Discurso causó tantas controversias que Rousseau tuvo que abandonar su puesto y dedicarse a trabajar como copista de música. En 1752 presenta en la corte su ópera El adivino del pueblo y, en 1754 publica una de sus grandes obras: Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres, en la que lleva a cabo una dura crítica de las instituciones políticas y sociales como grandes corruptoras de la inocencia y bondad naturales del hombre. De ella dijo VOLTAIRE que era un libro "contra el género humano", que cuando se lee "entran ganas de andar a cuatro patas". Sin embargo, en esta obra y en las siguientes, Rousseau analiza el tránsito del hipotético estado de naturaleza al estado social como una degeneración (no un progreso) producto de las desigualdades sociales que surgen con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese derecho. Las leyes establecidas en toda sociedad son siempre las leyes que defienden al poderoso, al rico y a su poder frente a los no poseedores de propiedad, a los pobres. La propiedad privada y el derecho han creado un abismo entre dos "clases" jerárquicamente diferenciadas entre sí: la clase de los propietarios, de los poderosos y de los amos, frente a la clase de los no propietarios, pobres y esclavos. Esta situación no es superable, según Rousseau, pero puede ser mitigada a través de una sana vuelta a la naturaleza y una educación que fomente el individualismo y la independencia del hombre. Después de publicar esta obra Roussesau volvió a Ginebra y se acogió de nuevo al calvinismo, instalándose en 1756 en la casa de campo de Mme. d’Epinay en Montmorency, junto con Théresè y la madre de ésta. Pero pronto surgen problemas, debido al enamoramiento de Rousseau por la condesa d’Houdetot, que finalmente llevó a las dos mujeres a cortar relaciones con Rousseau, el cual se retiró a casa del mariscal de Luxemburgo en 1757. Un año después publica su novela epistolar La nueva Eloísa y en 1762 aparecerán dos de sus obras más importantes: El contrato social y Emilio o de la educación. Ambas serán prohibidas inmediatamente por el parlamento de París (después en Ginebra, en Holanda y en Berna), que ordena su detención, por lo que Rousseau se refugia en Neuchâtel, dependiente de Prusia. Estas obras se oponían de forma contundente al liberalismo de MONTESQUIEU, al utilitarismo, así como a toda forma de aristocratismo ideológico o político. En el Emilio, Rousseau hace un análisis de la educación donde detalla los procesos mediante los cuales el niño se sociabiliza y pierde su bondad e inocencia natural. Frente a la fría cultura racionalista y libresca, propone una educación que siga y fomente los procesos naturales humanos sin alterarlos y que se base en los sentimientos naturales del amor a sí mismo y del amor al prójimo. Criticando la pedagogía ilustrada, Emilio se educará a sí mismo para dar lugar a una nueva sociedad, más libre y cercana a su estado natural. En El Contrato Social, Rousseau manifiesta otra manera de paliar la degeneración a la que nos vemos abocados en el estado social, degeneración que resume en su célebre frase "el hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado". Las injusticias sociales y la fractura de "clase" pueden mitigarse no sólo a través de la educación, sino transformando el orden social endógenamente, es decir: desde el interior de la sociedad misma, y sin violencia. Los hombres deben establecer un nuevo Contrato Social que los acerque a su estado natural. Este contrato no es un pacto o convenio entre individuos (Hobbes) ni un contrato bilateral (Locke). El nuevo contrato social es un pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad, desde el que se genera una "voluntad general" que es distinta a la suma de las voluntades individuales y que se constituye en fundamento de todo poder político. La soberanía ha de emanar de la voluntad general, siendo indivisible (contra Locke y Montesquieu, Rousseau no es partidario de la separación de poderes) e inalienable (la ley procede de La graves acusaciones que le acarrearon estas obras obligaron a Rousseau a refugiarse en Inglaterra, invitado por el filósofo empirista David HUME. Pero sus graves trastornos mentales y el empeoramiento de sus manías persecutorias le enfrentaron con todos sus amigos, a lo que contribuyó una pesada broma que le gastó Horace Walpole. Éste, conociendo la inestabilidad de Rousseau, escribió una carta para asustarle, en la que le convencía de los malévolos planes que tenía el gobierno para asesinarle, utilizando como intermediario a Hume, al que Rousseau, mentalmente desequilibrado, acusó injustamente de todo. De vuelta a Francia en 1768, Rousseau se casa con Thérèse, trabajando como copista en París en 1770. Fallece en 1778, súbitamente, habiendo sospechas de suicidio. Pese a lo controvertido de su vida y de su obra, no cabe duda de que el pensamiento de Rousseau ha sido la gran fuente de inspiración tanto de (Texto: Elena Diez de la Cortina Montemayor |
Rousseau a los 41 años en el retrato de Quentin LaTour
El
tema o problema está claramente
enunciado por el mismo Rousseau: el
mayor bien político, “la meta de todo sistema legislativo” consiste en la
libertad y la igualdad.
A
continuación el autor explica la interdependencia de estos dos valores: Por un
lado, si no hay ciudadanos libres se disminuye la fuerza del Estado (es decir,
de la comunidad, del pueblo); por otro,
no puede haber libertad donde no hay igualdad. Qué es lo que se entiende
por libertad ya se ha explicado. Rousseau nos remite a su definición de la
libertad civil. En cuanto al concepto de “igualdad”, Rousseau se desmarca
respecto a un reparto absolutamente
equitativo del poder y de la riqueza. Bastará con que las diferencias
económicas no esclavicen a nadie y que el poder se ejerza bajo el gobierno de
la ley. Estas son las ideas principales
del texto.
Maurice Quentin de La Tour. Autorretrato
“El hombre
es bueno por naturaleza pero la sociedad le corrompe”
“Vicio: lo artificial, las artes:
las letras, las lenguas, música, las ciencias,
excesivo uso de razón, expresión de sentimientos que no
existen, ´palabras vacías´, la armonía; virtud:
lo puro, natural, la melodía, expresión sincera de sentimientos y
el `conocimiento necesario´". (Emilio o acerca de la educación) (1762)
Cuando la Academia Francesa ,
en 1750, propuso en un concurso
el siguiente problema: “¿Contribuyen las artes y las ciencias a corromper al
individuo?”, Rousseau ganó respondiendo que sí, siendo para él las artes y
las ciencias una decadencia cultural. Es su Discurso
sobre las ciencias y las artes (1750). Su postura es
diametralmente opuesta a la de los Ilustrados pues no cree que la civilización
suponga un progreso moral para la humanidad.
Mowgli el pequeño salvaje de El Libro de la Selva (Rudyard Kipling)
En el estado de naturaleza –el anterior a la creación de la sociedad y
sus instituciones- el salvaje era libre y feliz, nómada y bondadoso. No conocía
los vicios y las sofisticaciones que vinieron con el estado social y el derecho de propiedad. De todos los errores de la
humanidad el peor ha sido consentir que un hombre cavando una zanja o vallando
un terreno proclamase “esto es mío”. ¡Cuántos sufrimientos nos hubiéramos
ahorrado si tapando el foso o echando abajo la valla le hubiésemos respondido: “La tierra no es de nadie y los frutos son de
todos”! (Discurso sobre el Origen y Fundamento de la Desigualdad entre los
Hombres) (1754).
Si Thomas HOBBES (1588-1679) había
dicho que “el
hombre es un lobo para el hombre” y que el estado de naturaleza era
una “guerra
de todos contra todos”, que el hombre era competitivo, vanidoso y
envidioso de nacimiento (al igual que pensaba MAQUIAVELO), y que por tanto
hace falta mano dura, un cirujano de hierro, un soberano, una autoridad
exterior que detenga esta merienda de negros o ley de la selva, Rousseau piensa
lo contrario: que nadie mataba a nadie antes de toda autoridad sino que el
salvaje era un ser inocente con una compasión natural hacia sus semejantes. No
conocía los celos ni la ambición porque no conocía la propiedad privada sobre
la tierra.
Con la propiedad privada vino todo lo
malo: Puesto que había tierras acotadas, se hicieron necesarios: la división
social del trabajo, el Derecho, el ejército, la policía, la desigualdad de
clases. Las artes y las ciencias pusieron hilos de guirnalda sobre estas
cadenas.
Otra versión de Mowgli, el salvaje
Acerca del contrato social
“ Rousseau, produjo uno de los trabajos más
importantes de la época de la Ilustración; a través de su Contrato Social, hizo
surgir una nueva política. Esta nueva política está basada en la volonté
générale, voluntad general, y en el pueblo como soberano. Expone que la
única forma de gobierno legal será aquella de un estado republicano, donde todo el pueblo legisle;
independientemente de la forma de gobierno, ya este sea una monarquía o
aristocracia, no debe afectar la legitimidad del Estado. Rousseau le da gran
importancia al tamaño del Estado,
debido que una vez la población del Estado crece, entonces esa voluntad de cada
individuo es menos representada en la voluntad general; de modo que mientras
mayor sea el estado su gobierno debe ser más eficaz para evitar la
desobediencia a esa voluntad general.
“En
sus estudios políticos y sociales, Rousseau desarrolló un esquema social, en el
cual, el poder recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y sobrevivir como conjunto sin necesidad de un último
líder que fuese la autoridad. Es una propuesta que se fundamenta en la
libertad natural con la cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre. En El Contrato Social, Rousseau argumenta que
el poder que rige a la sociedad es la voluntad general que mira por el bien
común de todos los ciudadanos. Este poder sólo toma vigencia cuando cada uno de
los miembros de una sociedad se une mediante asociación bajo la condición,
según expone Rousseau, de que “Cada uno de
nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de
la voluntad general; y cada miembro
es considerado como parte indivisible del todo.” En fin, Rousseau
plantea que la asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger, con toda la fuerza común,
la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de modo tal que cada
uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a sí mismo, y quede tan libre
como antes.”
“La obra rousseauniana argumenta que
esta asociación de los hombres no es algo natural. El hombre sale de su estado
natural de libertad porque le surgen necesidades de supervivencia que le
imponen la creación de algo artificial, ya que
el hombre no es sociable por naturaleza y no nació para estar asociado con
otros. Es voluntariamente que se unen los unos a los otros y fundamentan este
vínculo con el desarrollo de la moralidad y la racionalidad para satisfacer las
necesidades que la naturaleza le ha impuesto. La moral y la razón se hacen
evidentes en la sociedad al establecer un modelo normativo capaz de crear un
orden social que evite la dominación de unos sobre otros y que involucre una
representación participativa de todos los miembros de la sociedad.
“Mediante El Contrato Social, Rousseau le abre paso a
la democracia. En la misma, todos
los miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por una ley común
en un mismo cuerpo político, ya que la ley que obedecen nace de ellos mismos.
Esta sociedad recibe el nombre de república
y cada ciudadano vive de acuerdo con todos. En este estado social son
necesarias las reglas de la conducta creadas mediante la razón y reflexión de
la voluntad general que se encarga de desarrollar las leyes que regirán a los
hombres en la vida civil. Según Rousseau, es el pueblo, mediante la
ratificación de la voluntad general, el único calificado para establecer las
leyes que condicionan la asociación civil. De acuerdo a la obra de Rousseau,
todo gobierno legítimo es republicano, es decir, una república emplea un
gobierno designado a tener como finalidad el interés público guiado por la
voluntad general. Es por esta razón, que Rousseau no descarta la posibilidad de
la monarquía como un gobierno democrático, ya que si los asociados a la
voluntad general pueden convenir, bajo ciertas circunstancias, la
implementación de un gobierno monárquico o aristocrático, entonces tal gobierno
será legítimo, con la condición que sea ratificado por la voluntad general y
vele por el bien común.
“En su modelo político, Rousseau le
atribuye la función de soberano al pueblo. A este término no le atribuye
características que designan a una sola clase o nación, sino la representación
de una comunidad de los que desean formar un Estado y vivir bajo las mismas
leyes que son la expresión de la voluntad general. El pueblo, como soberano, debe llevar a cabo una deliberación
pública, que ponga a todos los
ciudadanos asociados en un plano de igualdad, en la cual el cuerpo no puede
decidir nada que atente contra los intereses legítimos de cada uno. Entonces,
es la función del soberano responder a todos, ya que sin esto no existiría
Estado ni soberanía, pero no puede llevar a cabo o implementar más de lo que es
necesario y estipulado por el bien común.
“Las leyes en la república de Rousseau
están desarrolladas conforme al orden social, establecido por la naturaleza del
pacto social y no por las convenciones humanas de un solo individuo. Las leyes
deben fundamentarse en las convenciones que traducen en reglas las exigencias
de la racionalidad y moralidad humana, a la misma vez, que no atentan contra el
ideal de la justicia que impone que todos los asociados se respeten los unos a
los otros. Rousseau establece que las
reglas de la asociación deben ser el resultado de la deliberación pública,
ya que en ella se encuentra el origen de la soberanía. Las leyes nacidas de la
deliberación no serán justas y la soberanía no será legítima si la deliberación
no respeta el interés común y si los ciudadanos no aceptan las condiciones por
las que las reglas son iguales para todos. Estas leyes no instituyen ninguna
forma específica de gobierno, sino que fijan las reglas generales de la
administración y definen la constitución, por la cual el pueblo ha de regirse,
ya que son la máxima expresión de la voluntad general.
“El ideal político planteado por
Rousseau en El Contrato Social se basa en la autonomía
racional. Esta es la asociación que supone el reino de la ley común, en la cual
cada uno de los asociados, al entregarse al pacto social, se obedece a sí mismo
debido a que las leyes se fundamentan en la voluntad general, en la cual cada
ciudadano es a su vez legislador, al deliberar públicamente en la creación de
las reglas, y súbdito, al someterse libremente a la obediencia de las mismas.
“El ideal político de El Contrato Social puede realizarse bajo
cualquier forma de gobierno. Rousseau argumenta que cualquier forma de gobierno es válida y legítima si se ejerce
dentro de los parámetros regidos por la ley común. En su obra, Rousseau define
una república como “todo Estado regido por leyes, cualquiera que sea su forma
de administración”.
“En el modelo político de Rousseau, el
pueblo aparece en una doble dimensión, en la cual, es sujeto y objeto del poder
soberano. Cada individuo es sujeto de la soberanía porque entrega todos sus
derechos a la comunidad, pero, a la misma vez es objeto porque, al ser parte de
un todo, se los entrega a sí mismo. Al establecerse este pacto, la soberanía
reside en el pueblo y, como resultado, la misma es inalienable, indivisible,
absoluta e infalible, ya que es contradictorio que el soberano como pueblo
implemente algo contra sí mismo como súbdito.
“Lo que caracteriza el modelo político
que Rousseau desarrolla en El Contrato Social es la voluntad general. La misma se
diferencia de la voluntad de todos
por su carácter universalista y su aspecto normativo. No es una voluntad
cualitativa, sino que se forma por una cualificación moral, en la cual, se
requiere que los hombres actúen de acuerdo a los intereses universalistas. Una
vez se forma esta voluntad, su mandato es inapelable, ya que lo que persigue es
el interés colectivo que no es diferente del interés individual. Es por ello,
que si algún asociado intentase resistir la voluntad general, se verá obligado
por el cuerpo social a obedecerle.
“Rousseau concebía la democracia como un gobierno directo del
pueblo. El sistema que defendía se basaba en que todos los ciudadanos,
libres e iguales, pudieran concurrir a manifestar su voluntad para llegar a un acuerdo
común, a un contrato social. En El contrato
social diría que «toda ley que el pueblo no ratifica, es nula y no
es ley» y que «la soberanía no puede ser representada por la misma razón
que no puede ser enajenada». Como la voluntad general no puede ser
representada defendía un sistema de democracia directa
que inspira, hasta cierto punto, la constitución federal suiza de 1849.
“La relación de las teorías de
Rousseau con el nacionalismo moderno es uno de los temas abundados por la
teoría política y la historia de las ideas. En sus obras, Rousseau planteó las
bases para el nacionalismo moderno atribuyéndole los sentimientos de
identificación con la república o sociedad a la cual el hombre se ha asociado,
aunque argumentó que estos sentimientos sólo hubiesen sido posibles en estados
pequeños y democráticos.”[
( Wikipedia, la enciclopedia
libre, artículo Rousseau).]
Señalar por último el
significado de “libertad civil” que
aparece en el texto como presupuesta : Rousseau diferencia la libertad social que se guía siempre por
la voluntad general, por lo racional, de la libertad natural a la que el salvaje hubo de renunciar al firmar su
contrato social con la siguiente cadena de acontecimientos: 1º) sedentarismo,
descubrimiento de la agricultura y de la propiedad privada; 2º) aparición de la
desigualdad social propietarios-desposeídos; 3ª ) cuando las propiedades se
tocaron entre sí y cada propietario
tenía que extenderse a costa de otro, surgieron los conflictos, la avaricia, el
desorden, el egoísmo, la ambición y así el hombre perdió su piedad original;
4º) así surgió el Estado como una artimaña de los ricos para darse un poder y
unas leyes que les favorecieran engañando a los pobres con la falsa apariencia
de un Estado que protegería a todos por igual; 5º) las sociedades se
multiplicaron, se implantó la desigualdad entre los hombres y la humanidad
inició su deterioro; las artes y las ciencias no han servido para hacerla
progresar sino para degradarla cada vez más.
Retrato de Rousseau por Allan Ramsey en 1766
VIGENCIA DEL TEXTO
Nada más actual que la
exigencia de igualdad y de libertad como meta de la política. La secuencia de
repercusiones que desencadena Rousseau puede esquematizarse así:
1) La Revolución Francesa le convierte en su inspiración;
Robespierre identifica su voluntad con la voluntad general (primera
interpretación totalitaria de Rousseau, germen de los nacionalismos).
2) Influye sobre KANT (1724-1804) quien describe a
Rousseau como “el Newton de la moral”. Contractualismo y neocontractualismo.
3) Influye
en los idealistas como HEGEL (1770-1831) (la voluntad general se transforma en
el espíritu de la nación) y es uno de los padres del romanticismo y del
irracionalismo (NIETZSCHE (1844-1900). Germen de los irracionalistas
irredentos.
4) Es
reivindicado por los movimientos comunistas y revoluciones radicales del siglo
XIX.
5) Se
le considera el padre del anarquismo.
6) También
se le puede ver como uno de los precursores del Estado Social o el socialismo
democrático de nuestros días.
Me detendré en este último aspecto
para señalar las enormes diferencias que separan la república (no muy utópica)
de Rousseau de las sociedades “democráticas” de nuestro tiempo: En primer
lugar, el pueblo no es soberano ni ha establecido un contrato social con los
ricos y los gobernantes para seguir la voluntad general. Es cada vez más
evidente que no hay ni libertades civiles ni igualdad socioeconómica ni
democracia. Pues no se obedece al interés común sino a la voluntad particular
de una nueva aristocracia cuyos intereses no coinciden con el interés general.
Para
mí es evidente que Europa ha traicionado los ideales de los verdaderos
demócratas como Rousseau pero como utopía sigue siendo la única razonable: que
el pueblo, la mayoría de la nación, impida los abusos de poder o el
enriquecimiento excesivo con el sentido común y el poder de la ley. También
creo que la humanidad en algún momento ha llegado a ese tipo de estado social y
que llegará en el futuro.
Eugéne Delacroix, La Libertad guiando al Pueblo (1830)
ROUSSEAU EDUCADOR . EL EMILIO
El
punto de partida es la bondad natural del hombre no corrompido por la sociedad
civilizada. La educación tratará de desarrollar los sentimientos innatos como
son el amor propio y la piedad por los demás. Una educación que desarrolle la
conciencia moral y la atención al bien ajeno antes que al propio (patriotismo).
En todas partes los hombres nacen libres y en todas partes se encuentran
esclavizados. La educación no se centrará ya en los contenidos sin conocer el
mundo del niño, sus intereses y sus capacidades sino que se adaptará a su desarrollo.
–Estas ideas libertarias acerca de lo que debe ser la educación –un
acompañamiento al desarrollo natural y una instrucción de buenos ciudadanos-
han marcado toda la teoría pedagógica y los planes de estudio de la primaria y
la secundaria. Sin embargo más en la teoría que en la práctica, puesto que no
se presta atención al desarrollo del alumno ni a la diversidad.
T13. LA ILUSTRACION II: KANT (1724-1804):QUÉ ES ILUSTRACIÓN RACIONALISMO CRITICO Y ÉTICA FORMAL.
A. KANT , "RESPUESTA A LA PREGUNTA: ¿QUÉ ES ILUSTRACIÓN?" (" Beantwortung der Frage Was ist Auklärung?´") (1784)
Silueta de Immanuel Kant en 1799
“La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad (1). La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro.
“Uno mismo es
culpable de esta minoría de edad cuando
la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de
decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere
aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de
la ilustración.
“La pereza y la
cobardía con las causas de que una gran parte de los hombres permanezca,
gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya
tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes)
(2): y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo
ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual
que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc.,
entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar:
otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan
bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de
que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado
peligrosos para la mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo).
Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar
cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no pueda atreverse a dar un paso
sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les
amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan
grande, pues ellos aprendería a caminar solo después de cuantas caídas: sin
embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace
desistir de todo intento.
“Por tanto, es
difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi
convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente
realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca se le ha
dejado hacer dicho ensayo. Principios y formulas, instrumentos mecánicos de uso
racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una
permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un
salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a
tales movimientos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio
espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo,
con paso seguro.
Pero, en cambio, es
posible que el público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se
le deja en libertad. Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hombres que
piensen por sí mismos, incluso entre los establecidos tutores de la gran masa,
los cuales, después de haberse autoliberado del yugo de la minoría de edad,
difundirán a su alrededor el espíritu de una estimación racional del propio
valor y de la vocación de todo hombre a pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de
señalar algo especial: aquel público que anteriormente había sido sometido a
este yugo por ellos obliga más tarde, a los propios tutores a someterse al
mismo yugo; y esto es algo que sucede cuando el público es incitado a ello por
algunos de sus tutores incapaces de cualquier Ilustración. Por eso es tan
perjudicial inculcar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus
mismos predecesores y autores. De ahí que el público pueda alcanzar sólo
lentamente la Ilustración. Quizá mediante una revolución sea posible derrocar
el despotismo, pero nunca se consigue la verdadera reforma del modo de pensar,
sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios servirán de riendas para
la mayor parte de la masa carente de pensamiento.
“Pero para esta
Ilustración únicamente se requiere libertad, y, por cierto, la menos
perjudicial entre todas las que llevan ese nombre, a saber, la libertad de
hacer siempre y en todo lugar uso público (3) de la propia razón. Mas
escucho exclamar por doquier: ¡No razonéis! El oficial dice: ¡No razones,
adiéstrate! El funcionario de hacienda: ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No
razones, ten fe! (Sólo un único señor en el mundo dice razonad todo lo
que queráis, pero obedeced.) Por todas partes encontramos limitaciones
de la libertad. Pero ¿qué limitación impide la Ilustración? Y, por el
contrario, ¿cuál la fomenta?. Mi respuesta es la siguiente: el uso público
de la razón debe ser siempre libre; sólo este uso pueda traer Ilustración entre
los hombres. En cambio, el uso privado de la misma debe ser a menudo
estrechamente limitado, sin que ello obstaculice, especialmente, el progreso de
la Ilustración. Entiendo por uso público de la propia razón aquél que a alguien
hace de ella en cuanto docto (Gelehrter) ante el gran público del mundo
de los lectores. Llamo uso privado de la misma a la utilización que le es
permitido hacer de un determinado puesto civil o función pública. Ahora
bien, en algunos asuntos que transcurren en favor del interés público se
necesita cierto mecanismo, léase unanimidad artificial en virtud del cual
algunos miembros del estado tiene que comportarse pasivamente, para que el
gobierno los guíe hacia fines públicos o, al menos, que impida la destrucción
de estos fines. En tal caso, no está permitido razonar, sino que se tienen que
obedecer, en tanto que esta parte de la máquina es considerada como miembro de
la totalidad de un Estado o, incluso, de la sociedad cosmopolita y, al mismo
tiempo, en calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un público
usando verdaderamente su entendimiento, puede razonar, por supuesto, sin que
por ello se vean afectados los asuntos en los que es utilizado, en parte, como
miembro pasivo. Así, por ejemplo, sería muy perturbador si un oficial que
recibe una orden de sus superiores quisiere argumentar en voz alta durante el
servicio acerca de la pertinencia o utilidad de al orden; él tiene que
obedecer. Sin embargo, no se le puede prohibir con justicia hacer
observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y
exponerlos ante el juicio de su público. El ciudadano no se puede negar a pagar
los impuestos que le son asignados; incluso una mínima crítica a tal carga, en
el momento en que debe pagarla, puede ser castigada como escándalo (pues podría
dar ocasión de desacatos generalizados). Por el contrario, él mismo no actuará
en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su
pensamiento contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos. Del mismo
modo, un sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su comunidad
según el símbolo de la iglesia a la que sirve, puesto que ha sido admitido en
ella bajo esa condición. Pero, como docto, tiene plena libertad e, incluso, el
deber de comunicar al público sus bienintencionados pensamientos,
cuidadosamente examinados, acerca de los defectos de ese símbolo, así como
hacer propuestas para el mejoramiento de las instituciones de la religión y de
la iglesia. Tampoco aquí hay nada que pudiera ser un cargo de conciencia, pues
lo que enseña la virtud de su puesto como encargado de los asuntos de la
iglesia lo presenta como algo que no puede enseñar según prescripciones y en
nombre de otro. Dirá: nuestra iglesia enseña esto o aquello, éstas son las
razones fundamentales de las que se vale. En tal caso, extraerá toda la
utilidad práctica para su comunidad de principios que él mismo no aceptará con
plena convicción; a cuya exposición, del mismo modo, puede comprometerse, pues
no es imposible que en ellos se encuentre escondida alguna verdad que, al
menos, en todos los casos no se halle nada contradictorio con la religión
íntima. Si él creyera encontrar esto último en la verdad, no podría en
conciencia ejercer su cargo; tendría que renunciar. Así pues, el uso que un
predicador hace de su razón ante su comunidad es meramente privado, puesto que
esta comunidad, por amplia que sea, siempre es una reunión familiar. Y con
respecto a la misma él, como sacerdote, no es libre, ni tampoco le está
permitido serlo, puesto que ejecuta un encargo ajeno. En cambio, como docto que
habla mediante escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo; el
sacerdote, en el uso público de su razón, gozaría de una libertad ilimitada
para servirse de ella y para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que
los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) sean otra vez mentores de edad
constituye un despropósito que desemboca en la eternización de insensateces.
“Pero, ¿no debería
estar autorizada una sociedad de sacerdotes, por ejemplo, un sínodo de la
iglesia o una honorable classis (como la llaman los holandeses) a
comprometerse bajo juramento entre sí a un cierto símbolo inmutable para llevar
a cabo una interminable y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, a
través de estos, sobre el pueblo, eternizándola de este modo? Afirmo que esto
es absolutamente imposible. Un contrato semejante, que excluiría para siempre
toda ulterior Ilustración del genero humano, es, sin más, nulo y sin efecto,
aunque fuera confirmado por el poder supremo, el congreso y los más solemnes
tratados de paz. Una época no puede obligarse ni juramente para colocar a la
siguiente en una situación tal que le sea imposible ampliar sus conocimientos
(sobre todo los muy urgentes), depurarlos de errores y, en general, avanzar en
la Ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuyo destino
primordial consiste, justamente, en ese progresar. Por tanto, la posteridad
está plenamente autorizada para rechazar aquellos acuerdos, aceptados de forma
incompetente y ultrajante. La piedra de toque de todo lo que puede decidirse
como ley para un pueblo reside en la siguiente pregunta: ¿podría un pueblo
imponerse así mismo semejante ley? Esto sería posible si tuviese la esperanza
de alcanzar, en corto y determinado tiempo, una ley mejor para introducir un
nuevo orden, que, al mismo tiempo, dejara libre a todo ciudadano, especialmente
a los sacerdotes, para, en cuanto doctos, hacer observaciones públicamente, es
decir, por escrito, acerca de las deficiencias de dicho orden. Mientras tanto,
el orden establecido tiene que perdurar, hasta que la comprensión de la
cualidad de estos asuntos se hubiese extendido y confirmado públicamente, de modo
que mediante un acuerdo logrado por votos (aunque no de todos) se pudiese
elevar al trono una propuestas para proteger aquellas comunidades que se han
unido para una reforma religiosa, conforme a los conceptos propios de una
comprensión más ilustrada, sin impedir que los que quieran permanecer fieles a
la antigua lo hagan así. Pero es absolutamente ilícito ponerse de acuerdo sobre
una constitución religiosa inconmovible, que públicamente no debería ser puesta
en duda por nadie, ni tan siquiera por el plazo de duración de una vida humana,
ya que con ello se destruiría un período en la marcha de la humanidad hacia su
mejoramiento y, con ello, lo haría estéril y nocivo. En lo que concierne a su
propia persona, un hombre puede eludir la Ilustración, pero sólo por un cierto
tiempo en aquellas materias que está obligado a saber, pues renunciar a ella,
aunque sea en pro de su persona, y con mayor razón todavía para la posteridad,
significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Pero, si a
un pueblo no le está permitido decidir por y para sí mismo, menos aún lo podrá
hacer un monarca en nombre de aquél, pues su autoridad legisladora descansa,
precisamente, en que reúne la voluntad de todo el pueblo en la suya propia. Si
no pretende otra cosa que no sea que toda real o presunta mejora sea compatible
con el orden ciudadano, no podrá menos que permitir a sus súbditos que actúen
por sí mismos en lo que consideran necesario para la salvación de sus almas.
Esto no le concierne al monarca; sí, en cambio, el evitar que unos y otros se
entorpezcan violentamente en el trabajo para su promoción y destino según todas
su capacidades. El monarca agravia su propia majestad su se mezcla en estas
cosas, en tanto que somete a su inspección gubernamental los escritos con que
los súbditos intentan poner en claro sus opiniones, a no ser que lo hiciera
convencido de que su opinión es superior, en todo caso se expone al reproche Caesar
no est supra Grammaticos, o bien que rebaje su poder supremo hasta el punto
de que ampare dentro de su Estado el despotismo espiritual de algunos tiranos
contra el resto de los súbitos.
Si nos preguntamos si
vivimos ahora en una época ilustrada, la respuesta es no, pero sí en una
época de Ilustración. Todavía falta mucho para que los hombres, tal como
están las cosas, considerados en su conjunto, puedan ser capaces o estén en
situación de servirse bien y con seguridad de su propio entendimiento sin la
guía de otro en materia de religión. Sin embargo, es ahora cuando se les ha
abierto el espacio para trabajar libremente en este empeño, y percibimos
inequívocas señales de que disminuyen continuamente los obstáculos para una
Ilustración general, o para la salida de la autoculpable minoría de edad. Desde
este punto de vista, nuestra época es el tiempo de la Ilustración o el siglo de
Federico.
“Un príncipe que no
encuentra indigno de sí mismo declarar que considera como un deber no
prescribir nada a los hombres en materia de religión, sino que les deja en ello
plena libertad y que incluso rechaza el pretencioso nombre de tolerancia,
es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad lo ensalcen con
agradecimientos. Por lo menos, fue el primero que desde el gobierno sacó al
género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno la libertad de servirse
de su propia razón en todas las cuestiones de conciencia moral. Bajo el
gobierno del príncipe, dignísimos clérigos -sin perjuicios de sus deberes
ministeriales- pueden someter al examen del mundo, en su calidad de doctos,
libre y públicamente, aquellos juicios y opiniones que en ciertos puntos se
desvían del símbolo aceptado; con mucha mayor razón esto lo pueden llevar a
cabo los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de
libertad se expande también exteriormente, incluso allí donde debe luchar
contra obstáculos externos de un gobierno que equivoca su misión. Este ejemplo
nos aclara cómo, en régimen de libertad, no hay que temer lo más mínimo por la
tranquilidad pública y la unidad del Estado. Los hombres salen gradualmente del
estado de rusticidad por su propio trabajo, siempre que no se intente
mantenerlos, adrede y de modo artificial, en esa condición.
“Ha situado el punto
central de la Ilustración, a saber, la salida del hombre de su culpable minoría
de edad, preferentemente, en cuestiones religiosas, porque en lo que atañe a la
artes y las ciencias nuestros dominadores no tienen ningún interés en ejercer
de tutores sobre sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones
religiosas es, entre todas, la más perjudicial y humillante. Pero el modo de
pensar de un jefe de Estado que favorece esta libertad va todavía más lejos y
comprende que, incluso en lo que se refiere a su legislación, no es peligroso
permitir que sus súbditos hagan uso público de su propia razón y expongan
públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor concepción de aquella,
aunque contenga una franca crítica de la existente. También en esto disponemos
de un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipo al que nosotros
honramos.
“Pero sólo quien por
ilustrado no teme a las sombras y, al mismo tiempo, dispone de numeroso y
disciplinado ejército, que garantiza a los ciudadanos una tranquilidad pública,
puede decir lo que ningún Estado libre se atreve a decir: ¡Razonad todo lo que
queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí un extraño e
inesperado curso de las cosas humanas, pues sucede que, si lo consideramos con
detenimiento y en general, entonces caso todo en él es paradójico. Un mayor
grado de libertad ciudadana parece ser ventajosa para la libertad del espíritu
del pueblo y, sin embargo, le fija barreras infranqueables. En cambio, un grado
menos de libertad le procura el ámbito necesario para desarrollarse con arreglo
a todas sus facultades. Una vez que la naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha
desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación
y vocación al libre pensar; este hecho repercute gradualmente sobre el sentir
del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad
de actuar) y, finalmente, hasta llegar a invadir a los principios del
gobierno, que se encuentra ya posible tratar al hombre, que es algo más que una
máquina (4), conforme a su dignidad “(5).
(1)
El término Unmündigkeit se presta a varias traducciones en castellano,
pero todas ellas hacen referencia a una cierta "inmadurez" de quien
predica la término. Lo hemos traducido por "minoría de edad",
conservando así según nuestra opinión, toda la carga semántica que tiene el
término en alemán. Sin embargo, en otros contextos hemos preferido las palabras
"dependencia"; o "no emancipación". Por el contrario, el
término Mündigkeit , que traducimos por "mayoría de edad" por
seguir con le metáfora kantiana, podría traducirse en todos los casos por
"emancipación".
(2)
Del latín, mayor de edad por naturaleza (físicamente), mientras que
intelectualmente continúa siendo menor de edad.
(3)
Por el contrario, el uso privado de la razón es el que alguien ejerce como
titular de un cargo publico; por ejemplo, el que lleva a cabo un funcionario o
un oficial del ejército.
(4)
Alusión a J.O. De Lamettrie y su escrito L'homme-machine, 1748
(5)
Al final de su articulo Kant coloca esta nota "en el Semanario de Büsching
del 13 de septiembre lee hoy (30 del mismo mes) el anuncio de la Berlinische
Monatsschrift, correspondiente a este mes, que publica la respuestas del
señor Mendelssohn a la misma cuestión. Todavía no ha llegado a mis manos; de
otro modo hubiese retrasado mi actual respuesta, que ahora sólo puede ser
considerada como una prueba de hasta que punto el acuerdo de las ideas se debe
a la casualidad".
Compilación: Felipe
González - País Global
B. COMENTARIO DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (1781) DE KANT

“Si
se echa una ligera ojeada a esta obra [la Crítica de la Razón Pura] se
puede quizá entender que su utilidad es sólo negativa: nos advierte que
jamás nos aventuremos a traspasar los límites de la experiencia con la razón
especulativa. Y, efectivamente, ésta es su primera utilidad. Pero tal utilidad
se hace inmediatamente positiva cuando se reconoce que los principios
con los que la razón especulativa sobrepasa sus límites no constituyen, de
hecho, una ampliación, sino que, examinados de cerca, tienen como resultado
indefectible una reducción de nuestro uso de la razón, ya que tales
principios amenazan realmente con extender de forma indiscriminada los límites
de la sensibilidad, a la que de hecho pertenecen, e incluso con suprimir el uso
puro (práctico) de la razón *… Ello se ve claro cuando se reconoce que la razón
pura tiene un uso práctico (el moral) absolutamente necesario, uso en el que
ella se ve inevitablemente obligada a ir más allá de los límites de la
sensibilidad "
Immanuel KANT, Crítica de la razón
pura (1781). Trad. de P. Ribas, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 24.
Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de 1724 – ibídem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo alemán de la Ilustración. Es el
primero y más importante representante del idealismo alemán
y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía
universal.
Entre sus escritos
más destacados se encuentra la Crítica
de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft), calificada generalmente
como un punto de inflexión en la historia de la filosofía y el inicio de la
filosofía moderna. En ella se investiga la estructura misma de la razón. Así
mismo se propone que la metafísica
tradicional puede ser reinterpretada a través de la epistemología, ya
que podemos encarar problemas metafísicos al entender la fuente y los límites
del conocimiento. Sus otras obras principales son la Crítica
de la razón práctica, centrada en la ética; la Crítica del juicio,
en la que investiga acerca de la estética y la teleología y La
metafísica de las costumbres que indaga en la filosofía del Derecho y del
Estado.
Kant adelantó
importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la moral, la
religión y la historia, inclusive creía haber logrado un compromiso entre el empirismo y el racionalismo. Planteando la
primera que todo se adquiere a través de la experiencia mientras que la segunda
mantiene que la razón juega un papel importante. Kant argumentaba que la
experiencia, los valores
y el significado mismo de la vida serán completamente subjetivos sin haber sido
primero subsumidos a la razón pura, y que usar la razón sin aplicarla a la
experiencia, nos llevará inevitablemente a ilusiones teóricas.
El pensamiento
kantiano fue muy influyente en la Alemania de su tiempo, llevando la filosofía
más allá del debate entre el empirismo
y el racionalismo. Fichte, Schelling, Hegel y Schopenhauer
se vieron a sí mismos expandiendo y complementando el sistema kantiano de
manera que justificaban el idealismo alemán.
Hoy en día, Kant continúa teniendo una gran influencia en la filosofía
analítica y continental. (wikipedia).
El autor
pertenece al momento histórico de la Ilustración, constituye la síntesis
y la superación de empirismo y racionalismo. “La salida del hombre de su
autoculpable minoría de edad” es el ideal de los philosophes. Sapere
aude (atrévete a saber) su lema. Para Kant el Siglo de Federico es
una época de ilustración pero no ilustrada. Por ello es necesaria una crítica
de la razón por sí misma de manera que establezca:
a) ¿Qué puedo conocer?
b) ¿Qué debo hacer?
c) ¿Qué me cabe esperar?
A la que se añade como corolario
o resumen de las anteriores:
d) ¿Qué es el ser humano?
La respuesta a la primera
pregunta es la Crítica de la Razón Pura, la respuesta a la segunda
es la Crítica de la Razón Práctica. Sin embargo, lo que le interesaba
realmente a Kant era la metafísica cuyos grandes temas son la cosmología
(unidad de todos los hechos físicos), la psicología (alma como unidad de todos
los hechos psíquicos) y teología (Dios como unidad de todo lo físico y lo
psíquico).
Educado en el racionalismo de Christian WOLFF (1679-1574) y de
Gottfried Wilhelm LEIBNITZ(1646-1716) Kant confiesa que HUME
(1711-1776) vino a “despertarle de su sueño dogmático” (es decir,
del racionalismo que establece axiomas sin crítica). Según Hume todas nuestras
ideas derivan de impresiones sensibles; pero algunos conceptos imprescindibles
en la ciencia y en el sentido común –sustancia, causa, identidad personal- no
se basan en impresiones, por tanto no pueden ser demostrados de manera
racional. En cambio los racionalistas como Wolff y Leibniz –igual que DESCARTES
o SPINOZA- afirmaban las ideas innatas, es decir, hay conceptos no derivados de
la experiencia –por ejemplo el de infinito- que sirven para conocer la
realidad, para dar orden a la experiencia. Kant fue racionalista
hasta que le despertó Hume.
Kant viene a decir que hay conceptos anteriores a la experiencia (como dicen
los racionalistas) pero que sólo tienen sentido aplicados a la experiencia (de
acuerdo con los empiristas). Así por ejemplo, cree que no se puede demostrar la
existencia de Dios ni por el principio de causalidad de Santo Tomás de Aquino
ni por el argumento ontológico de San Anselmo pues en ambos casos se lleva una
categoría o concepto a priori del entendimiento (la causalidad) a un uso
ilegítimo puesto que se aplica a un ámbito mayor del que podemos observar.
De ahí su conclusión –a la que se acabará llamando idealismo transcendental-
:la experiencia sin conceptos es ciega; conceptos sin contenido son vacíos.
Es decir, la ciencia, como repite el texto, no puede “ir
más allá de los límites de la sensibilidad”.
Tal vez sea este el tema o problema del texto: la utilidad de la Crítica
de la Razón Pura: negativa, por un lado, pues nos advierte que no
traspasemos los límites de la experiencia; positiva, por otro: pues deja sitio
a la razón práctica.
Tales ideas principales requieren una pequeña explicación acerca de la
teoría del conocimiento o Proyecto Crítico de Kant: Le preocupaba si era
posible conocer con rigor científico a Dios, la libertad y el alma. Es decir,
si era posible la metafísica. Para ello se pregunta qué condiciones genéricas,
independientes de la experiencia, son necesarias para que se dé la ciencia. No
busca las condiciones reales o empíricas sino las condiciones a priori o
trascendentales. Pretende hallarlas mediante el estudio del lenguaje
científico, o lo que es lo mismo, de los tipos de juicios que desarrollan la
ciencia. No lo hacen los juicios analíticos a priori (“un todo es mayor que sus
partes”, “un triángulo tiene tres ángulos”) ni los juicios sintéticos a
posteriori (“la totalidad de este grupo escolar es de 17 alumnos”, “este ángulo
mide 40º”) sino los juicios sintéticos a priori (“la línea recta es la
distancia más corta entre dos puntos”, “todo cambio tiene una causa”), un
híbrido que mantiene lo mejor de unos y de otros: por ser a priori, es
universal puesto que todo lo que viene de la experiencia es particular; por ser
sintético es informativo y no sólo explicativo (como los
analíticos que se limitan a explicar lo que ya estaba contenido en el sujeto).
De manera que gracias a las oraciones declarativas a priori pero con contenido,
han progresado las ciencias (cuyo ideal es para Kant los Principia
Philosophia Naturalis (1687) de NEWTON (1643-1727).
(Muchos como Willard van Orman QUINE (1908-2000) –filósofo de la Lógica y de
las Matemáticas- han cuestionado esta clasificación de juicios propuesta por
Kant; mi maestro Ignacio GÓMEZ DE LIAÑO objeta la totalidad del “idealismo” de
Kant).
Queda por demostrar cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en
Mátemáticas. Cómo son posibles en Física. Y, por último, que no son posibles en
Metafísica. A lo primero dedica Kant la Estética transcendental o
crítica de la sensibilidad (de las impresiones sensibles que aparecen en
nuestras Formas a priori del espacio y tiempo) (la consideración del espacio
puro da lugar a la geometría; el estudio de la sucesión pura da lugar a la
aritmética; los fundamentos de la Matemática –que no es sensible- son los
fundamentos de la sensibilidad). El resultado de esta básica forma de conocer
proporcionada por nuestros sentidos es el fenómeno o cosa-para-mí encuadrada en
un momento y en un lugar. ¿Cómo son posibles los juicios científicos en Física?
Gracias a una mezcla de fenómenos de la sensibilidad y de categorías a priori
del entendimiento (sustancia, causa y todas las demás), como explica Kant en su
segunda parte de la Crítica: la Analítica transcendental.
Por último, en la Dialéctica Trascendental “demostrará” que la “razón
especulativa” tiene la tendencia natural a agrupar el máximo de fenómenos en el
mínimo de leyes; así, la ley de la gravitación universal unifica dinámica
terrestre y astronomía. Es el uso legítimo de las categorías del entendimiento.
Esta tendencia es positiva porque sin aventurarnos a traspasar jamás los
límites de la experiencia, nos conduce a leyes y generalizaciones de mayor
extensión pero no hasta el extremo de querer abarcar todos los fenómenos
físicos (mundo), psíquicos (alma) o piso-físicos (Dios) pues eso sería un
empleo de la razón especulativo y no normativo, su uso ilegítimo.
Kant nos consuela de la muerte de la metafísica argumentando que no se trata de
una reducción sino en verdad de una ampliación de nuestras facultades. Y que
además todavía queda la razón práctica que ella sí se ve obligada
inevitablemente a “ir más allá de los límites de la sensibilidad”. Por haberle
dedicado ya un comentario a la Fundamentación de la Metafísica de las
Costumbres no volveré a repetir aquí la Ética Formal Kantiana.
Vigencia de las ideas del texto en la actualidad: No se puede negar que
la doctrina de Kant sobre el conocimiento científico ha influido en la
posteridad: La proscripción de la metafísica llega hasta el Círculo de Viena,
la Filosofía Analítica de AYER y el WITTGENSTEIN (1889- 1951) que cerró su Tractatus
Logico-Philosophicus (1921) con el adagio “de lo que no se puede hablar,
mejor es callarse”. También su filosofía moral se mantiene vigente en el
discurso de la interacción comunicativa ideal entre hombres de diversos credos
religiosos o culturales (como veremos en el último texto de la PAEG) en
HABERMAS. Kant nos desilusionó para siempre del sueño de una metafísica
racional. Parece que de Dios, del alma y del mundo puedes decir lo que te
parezca porque no hay experiencia que lo compruebe ni razón que pueda trabajar
sin experiencia. Pero lo mejor es callarse para ceder el escenario a la Razón
Práctica –la misma luz pero enfocada hacia la acción- y a la Voluntad. - La
voluntad moral, es la que actúa por deber, la que obedece el Imperativo
Categórico y su fórmula y no se deja arrastrar nunca por las inclinaciones y
deseos. Se cuenta que Kant era tan metódico, tan puntual consigo mismo, que los
relojeros de Könisberg ponían en hora sus mecanismos cuando le veían aparecer para su paseo
diario.
C. COMENTARIO DE TEXTO DE KANT, “FUNDAMENTACION
DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES”
Trabajo
de Aroa González de la Aleja, 2ºT, IES Juan D´Opazo de Daimiel (C.Real; España)curso 2012-2013
“
Ahora digo yo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí
mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad;
debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las
dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo
como fin. Todos los objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor
condicionado, pues si no hubiera inclinaciones y necesidades fundadas sobre las
inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las inclinaciones mismas,
como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto
para desearles, que más bien deba ser el deseo general de todo ser racional el
librarse enteramente de ellas. Así pues, el valor de todos los objetos que
podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los
seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza,
tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como
medios, y por eso se llaman cosas; en cambio los seres racionales llámense
personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto
es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita
en ese sentido todo capricho (y es un objeto de respeto).”
Immanuel KANT,
Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (1785) (Grundlegung zur Metaphysik der Sitten) . Capitulo II
CONTEXTO HISTÓRICO: Immanuel Kant (1734-1804) es el
principal representante de la filosofía ilustrada alemana. Nunca salió de su
ciudad natal Königsberg, y su filosofía responde a los grandes
cambios políticos y sociales de su época: el pensamiento ilustrado.
Políticamente es el siglo del Absolutismo. En Alemania, las guerras de religión
de los siglos XVI y XVII habían fraccionado el imperio en más de 300 estados.
En su obra Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres desarrollar
el sistema de toda la moralidad, pudiéndosele considerar como el “edificio de
la moralidad”.
TEMA: Señala que la racionalidad de las
acciones realizadas por las personas consiste en tratarlas como fines en sí
mismos y no como instrumentos para conseguir dicho fin.
IDEAS PRINCIPALES: En este texto encontramos como ideas
principales:
- Los
seres racionales han de ser considerados como fines en si mismos.
- Por
el contrario, los objetos tienen un valor relativo a las inclinaciones que
despiertan en los seres racionales.
- Los
seres irracionales pueden ser medidos y se llaman “cosas”.
- Los
seres racionales están dotados de razón y son fines por tanto se llaman
“personas”.
EXPLICACIÓN DE LAS IDEAS: El texto nos
presenta las bases de la segunda formulación que hace del imperativo
categórico. Estas bases se resumen en tres: cualquier norma moral ha de ser
universal; esta norma ha de considerar a las personas como fines en sí mismos,
es decir, como seres con dignidad y la voluntad, en cuanto que capacidad
racional, es legisladora universal generando la ley moral universal. Esta
voluntad tiene que ser autónoma.
De
acuerdo con la segunda formulación de Kant de su imperativo categórico, el
hombre, y en general todo ser racional existe como fin en sí mismo y como tal
debe ser considerado en todas sus acciones y ser tratado siempre.
La
ética kantiana descansa sobre esta consideración del hombre pues para Kant, la
bondad moral reside en la actitud coherente con la realidad de la persona y se
expresa con la categoría fin/medio que recoge esa segunda formulación que da su
imperativo categórico.
Los
seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue como
fines en sí mismos, es decir como algo que no puede ser usado como medio.
Tratar al hombre como fin en sí implica que el hombre es la condición
limitativa de nuestros actos. Esto significa que podemos hacer cualquier cosa
siempre que respetemos la “humanidad” que cada hombre representa.
La
libertad para Kant es lo más propio del hombre ya que el hombre no es una cosa
sino una persona. La dignidad de la persona reside en el hecho de ser capaz de
darse a sí mismo la ley.
Una estampa bucólico-pastoril del XVIII, tiempo infeliz sin coches ni móviles ni ordenadores ni tablets.
CUESTIONARIO SOBRE LA ILUSTRACIÓN
Y KANT
1. Busca una pintura, escultura o monumento que
sintetice para ti la esencia de la Ilustración y conviértelo en la
portada de tu trabajo. Di qué significa para ti.
2. Relaciona la obra que escogiste con el concepto de
Ilustración que aparece en el famoso texto de Kant sobre la misma.
3. Elabora una opinión razonada de tres párrafos sobre
ese artículo.
4. ¿Qué puedes decir sobre las imágenes que se conservan de
Kant (su cara, su aspecto) en relación con su filosofía?
4bis. Escucha una obra cualquiera de Mozart y describe tu experiencia musical en un párrafo.
5. Resume el contexto, los antecedentes filosóficos y
el objetivo de Kant en un párrafo.
6. Resume con tus palabras la teoría del conocimiento o
Proyecto Crítico de Kant.
7. Tema o problema del fragmento de la Crítica de la Razón
Pura.
8. Indica las ideas principales numerándolas y explícalas.
9 .Tema o problema del fragmento de la Fundamentación de la Metafísica de
las Costumbres.
10. Indica las ideas principales y explícalas.
13. Habla en general de la posible vigencia del pensamiento de Kant.
14. Narra un encuentro en el Cielo entre Descartes, Locke, Rousseau, Hume
y Kant (dos páginas como mínimo). -
François Boucher, O. Murphy Madmoiselle (1751-1752)
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