T19. HABERMAS Y LA ESCUELA DE FRANKFURT.
T19. LA
ESCUELA DE FRANCFURT, LA TEORÍA CRÍTICA Y HABERMAS.-
"Cuando hay
un debate ético en el que participan personas de diferentes credos religiosos y
diferentes culturas las perspectivas iniciales de los participantes, que tienen
su raíz en su propia religión y cultura, van “descentrándose” *los
participantes van dejando de ver todo desde su propia perspectiva para ir poniéndose
en el lugar de los otros cada vez con
más fuerza … a medida que el proceso de interrelación mutua de las diferentes
perspectivas se va acercando a la meta de la inclusión completa. Resulta
interesante constatar que la práctica de la argumentación ética apunta ya, por
su propia dinámica, en esta dirección de que el participante en un debate ético
salga de su propia y exclusiva posición para incluirse en la posición del otro.
Si atendemos al punto de vista del diálogo, bajo el cual sólo obtienen
aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para todos, el
discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado [para resolver un
conflicto ético, ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión
de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en
juego"
Jürgen
HABERMAS, “Acción comunicativa y razón sin trascendencia”, en Entre naturalismo y Religión, (trad.
P. Fabra. Barcelona, Paidós, 2006, p. 55 [traducción adaptada] (!))
1. JÜRGEN
HABERMAS: BIOGRAFÍA.
(De Wikipedia, la
enciclopedia libre)
Jürgen
Habermas /ˈjʏʁɡn̩
ˈhaːbɐmaːs/ (Düsseldorf, 18 de junio de 1929)
es un filósofo y sociólogo alemán, conocido sobre todo por sus trabajos
en filosofía práctica (ética, filosofía política y del derecho). Gracias a una
actividad regular como profesor en universidades extranjeras, especialmente en
Estados Unidos, así como por la traducción de sus trabajos más importantes a
más de treinta idiomas, sus teorías son conocidas, estudiadas y discutidas en
el mundo entero. Habermas es el miembro más eminente de la segunda generación
de la Escuela
de Frankfurt y uno de
los exponentes de la Teoría
crítica desarrollada
en el Instituto
de Investigación Social.
Entre sus aportaciones destacan la construcción teórica de la acción
comunicativa y la democracia
deliberativa .
Jürgen
Habermas estudió filosofía, historia, psicología, literatura alemana y economía
en las universidades de Gotinga, Zürich y Bonn. Nicolai Hartmann, Wilhelm Keller, Theodor Litt,
Johannes Thyssen, Hermann Wein, Erich
Rothacker y Oskar
Becker fueron algunos
de sus profesores durante los estudios de licenciatura. En 1954, bajo la
dirección de los dos últimos profesores citados, defendió en la Universidad de
Bonn su tesis doctoral sobre el tema «El Absoluto y la historia: De las
discrepancias en el pensamiento de Schelling», que aún hoy en día se mantiene
inédita. Entre sus compañeros de estudios, trabó amistad con Karl-Otto Apel, una fructífera relación intelectual
que se mantiene hasta el presente.
Con
anterioridad, en 1953, publicó su primer artículo: una recensión crítica de la
obra de Heidegger Introducción a la metafísica,
que tituló significativamente «Pensar con Heidegger contra Heidegger» (Mit
Heidegger gegen Heidegger denken), artículo que le proporcionó una cierta
notoriedad. En los siguientes años se ganaría la vida mediante colaboraciones
con la prensa.
De 1956
a 1959 fue ayudante y colaborador de Adorno en el Instituto
de Investigación Social
de Fráncfort. En 1961
defendió en Marburgo (bajo la dirección de Wolfgang
Abendroth) su escrito de habilitación, centrado en las transformaciones
estructurales de la noción de «esfera pública» (Öffentlichkeit) a lo
largo de la historia europea de los últimos tres siglos. Entre 1964
y 1971 ejerció como catedrático en la Universidad
de Fráncfort,
convirtiéndose en uno de los principales representantes de la segunda
generación de la Teoría Crítica. En 1968 publicó Conocimiento e
interés, libro que le concedió una enorme proyección internacional.
De 1971
a 1983 fue director en el Instituto
Max Planck para la
«investigación de las condiciones de vida del mundo técnico-científico». En
1983 volvió a la Universidad de Fráncfort como catedrático de filosofía y
sociología, donde permaneció hasta su jubilación en 1994. Se mantiene, no
obstante, activo como docente, especialmente en calidad de «Permanent Visiting
Professor» de la Northwestern
University (Evanston,
Illinois) y como «Theodor Heuss Professor» de The New School (Nueva York).
En 1986,
recibió el Premio Gottfried Wilhelm Leibniz de la Deutsche
Forschungsgemeinschaft, considerado como la máxima distinción en el ámbito
alemán de investigación. En 2001 obtuvo el Premio de la Paz
que conceden los libreros alemanes y en 2003, el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales.
Es doctor honoris
causa por las universidades, entre otras, de Jerusalén, Buenos Aires,
Hamburgo, Northwestern University Evanston, Utrecht, Tel Aviv, Atenas y la New
School for Social Research de Nueva York, y miembro de la Academia Alemana de la Lengua y la Poesía.
2. INTRODUCCIÓN A HABERMAS: RESUMEN DE SU PENSAMIENTO.
(Wikipedia)
·
Si
bien su pensamiento entronca con la Teoría
Crítica de la Escuela
de Fráncfort, su obra
adopta perfiles propios que le conducen a profundas divergencias con sus
maestros y predecesores. Su trabajo está orientado a poner los fundamentos de
la teoría
social con los que
busca analizar las sociedades del capitalismo avanzado.
·
El
pensamiento de Kant tiene un destacado lugar en la obra de Habermas, y el de
Karl Marx desempeña un papel decisivo. El
estrecho vínculo entre una filosofía de la razón muy ambiciosa en términos normativos
y una teoría empírica de la sociedad es una característica del pensamiento de
Marx que Habermas hace suya y que lo distingue de otros contemporáneos y, en
particular, del sociólogo Niklas Luhmann y del filósofo John Rawls, con quienes, no obstante, comparte
preocupaciones comunes.1
·
La
integración de filosofía y ciencia social en una teoría crítica de la sociedad
es el rasgo distintivo de la obra habermasiana. Aunque Habermas se vale del
concepto filosófico de razón y lo emplea explícitamente en términos de
filosofía del lenguaje, lo hace para poder desarrollar una teoría social. Se
apoya en la idea de una completa transformación de la crítica del conocimiento
en crítica de la sociedad. De ahí que resulte unilateral entender a Habermas
como mero filósofo de la fundamentación argumentativa y de la ética
discursiva.2
·
Su
primera gran obra fue su escrito de habilitación (1962), traducido al español
como Historia y crítica de la opinión pública. En este análisis de la
transformación estructural de la esfera pública se aproxima de forma crítica al
concepto de opinión
pública y recupera la
visión eminentemente democrática del mismo, con su distinción entre opinión
pública manipulada y opinión pública crítica.
·
En
algunas de sus obras posteriores, Habermas tratará de reconstruir el materialismo
histórico frente a
las nuevas problemáticas de las sociedades del capitalismo tardío. En este
sentido, la gran crítica que realizará a Karl Marx será que éste, en su opinión, reduce
la praxis humana a una techné, en el sentido de que Marx le otorga la
importancia fundamental al trabajo como eje de la sociedad, en demérito del
otro componente de la praxis humana que Habermas rescata como esencial: la
interacción mediada por el lenguaje. Para Marx, el trabajo es, según la
interpretación de Habermas, una mera techné, en tanto que está
colonizado por la racionalidad instrumental (con arreglo a fines). A diferencia
de Marx, Habermas entiende que el cambio social debe darse en un ámbito
simbólico, en el ámbito de la comunicación y el entendimiento entre los
sujetos. De este modo, esta crítica se asemeja a la reflexión que realizan Theodor Adorno y Max Horkheimer. Luego de este momento inicial,
Habermas repensará esta distinción entre trabajo e interacción como dos
momentos irreductibles de la acción y tratará de incluir en la labor productiva
(el trabajo) componentes de la interacción, por lo que dirá que es posible
pensar un cambio social desde el campo del trabajo.
·
A
partir de la publicación en 1981 de su obra fundamental, la Teoría de la
acción comunicativa, sus análisis y reflexiones se han orientado hacia la
fundamentación de la ética discursiva, la defensa de la democracia
deliberativa y de los
principios del Estado
de derecho, así como
hacia las bases normativas requeridas para configurar e incluso
constitucionalizar una esfera pública mundial.
3. CONTEXTO
HISTÓRICO DE HABERMAS.
Habermas nace un mal año: 1929, el año del crack de Wall Street. En el
llamado periodo de entreguerras -puesto que se sitúa entre la Primera
(1914-1917) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). De niño vive la ascensión
del nazismo y de adolescente el colapso del Tercer Reich. Su época
universitaria corresponde a la post-guerra y a la reconstrucción de Alemania,
que todavía es un país dividido en dos: RFA - República Federal de Alemania
- y RDA - República Democrática
Alemana-; tuteladas por los aliados y partidas por un Muro de la Vergüenza.
La Guerra Fría y la
extensión del Estado de Bienestar
(Estado Social, Estado de Derecho) marcan los años 50 y 60: Este tipo de Estado
se presenta no solo como un productor de bienes y un prestador de servicios
sino también como un repartidor de la riqueza. -El Estado Social suavizaría los
efectos del capitalismo salvaje pero
manteniendo intactos sus fundamentos.
A principios de los años
70 y tras las revueltas de Mayo del 68 - que crearán desavenencias dentro de la
Escuela de Frankfurt y harán que Habermas se retire de la docencia y emigre a
América durante un tiempo-, el mismo
Mayo del 68 en cuyas revueltas participa Jean-Paul SARTRE como líder de
izquierda (gauche divine), el Estado
del Bienestar entra en crisis hasta la actualidad.
4. CONTEXTO FILOSÓFICO: LA ESCUELA DE FRANKFURT
(De Wikipedia, la enciclopedia
libre)
Se conoce como Escuela de Frankfurt a un grupo de
investigadores que se adherían a las teorías de Hegel, Marx y Freud y cuyo centro estaba
constituido en el Instituto de Investigación Social, inaugurado en 1923
en Fráncfort
del Meno.
También se les considera representantes de la teoría
crítica
que allí se fundó.
El núcleo de la teoría crítica
de la escuela de Fráncfort es la discusión crítico ideológica de las condiciones
sociales e históricas en las que ocurre la construcción de teoría y la (así mediada)
crítica de esas condiciones sociales. La relación resulta de la pretensión de
conceptualizar teóricamente la totalidad de las condiciones sociales y la
necesidad de su cambio. En la concepción de la escuela de Fráncfort la teoría
se entiende como una forma de la práctica.
La denominación teoría crítica
se remonta al título del ensayo programático Teoría tradicional y teoría
crítica (Traditionelle und kritische Theorie) de Max Horkheimer del año 1937. Se
considera la obra principal de esta escuela la colección de ensayos Dialéctica de la ilustración (Dialektik der
Aufklärung), compilada y editada conjuntamente por Horkheimer y Theodor W. Adorno entre 1944 y 1947.
Origen de la denominación de la escuela de
Fráncfort.
El
nombre de Escuela de Fráncfort se hizo popular en la década de 1960,
tanto en Alemania como otros países
que, de alguna manera, siguieron las discusiones teóricas y políticas que
pretendían una teoría
social
y política crítica y de izquierdas que por tanto tomaba
distancia de la ortodoxia del "socialismo
realmente existente" (URSS).
Sin
embargo no existió, como tal, una «escuela» única y lineal. El rótulo, «escuela
de Fráncfort», ha provocado dos consecuencias:
- 1) Unificar bajo
el mismo concepto teorías distantes e incluso contradictorias.
- 2) Minimizar las
diferencias teóricas entre los diferentes autores.
Una
consecuencia de esto último ha sido establecer algo así como una línea
ininterrumpida de progreso teórico que va desde la primera formulación de la
teoría crítica por Max
Horkheimer
en su obra Teoría tradicional y teoría crítica 2 de 1937 hasta Jürgen Habermas y su obra de 1981 Teoría
de la acción comunicativa donde describe el concepto de acción
comunicativa,
considerándolo una "superación" de las concepciones anteriores. 3 4 Como muestra del
error contenido en esta etiqueta unificadora, basta citar que en el año 1983 se
celebraron dos congresos sobre el pensamiento y la obra de Theodor Adorno: uno en Fráncfort,
auspiciado por Jürgen Habermas y otro en Hamburgo, auspiciado por el grupo
reunido en torno a la revista Zeitschrift für kritische Theorie.
El
énfasis del proyecto sustentado por el Instituto de Investigación Social estaba puesto en la
crítica y renovación de la teoría marxista de la época, haciendo hincapié en el
desarrollo interdisciplinario y en la reflexión filosófica sobre la práctica
científica. Agrupó a estudiosos de muy diferentes ámbitos y tendencias y fue la
primera institución académica de Alemania que abrazó
abiertamente las ideas marxistas; debido a esto y al origen judío de muchos, la
mayoría de sus miembros tuvo que trasladarse al exilio durante el régimen nazi, principalmente a Estados Unidos, regresándo luego
varios de ellos a Fráncfort
del Meno
tras la victoria aliada. Aunque el instituto continúa activo, practicando la crítica social (hoy día bajo la
dirección de Axel
Honneth),
desde el punto de vista histórico se considera a Jürgen Habermas el último miembro de
la escuela de Fráncfort. Habermas, sin embargo sostiene posiciones que son
profundamente divergentes de las que defendía la primera generación de
investigadores sociales.
Max
Horkheimer
se convirtió en el director del Instituto en 1930. Su órgano de publicación fue la Zeitschrift
für Sozialforschung (Revista de investigación social), inicialmente
editada en Leipzig y, posteriormente,
con el auge del régimen nazi en París. La escuela de
Fráncfort reunió marxistas disidentes, críticos severos del capitalismo que creían que
algunos de los denominados seguidores de las ideas de Karl Marx sólo utilizaban una
pequeña porción de las ideas de este, usualmente en defensa de los partidos
comunistas más ortodoxos. Influidos además por el surgimiento del nazismo en una nación
tecnológica, cultural y económicamente avanzada como Alemania y los fracasos de
las revoluciones obreras en Europa Occidental especialmente
después de la Segunda
Guerra Mundial,
tomaron como tarea encontrar las partes del pensamiento marxista que pudieran
servir para clarificar condiciones sociales que Marx no podía haber visto o
predicho.
Para
lograr esto, se apoyaron en la obra de otros autores para enriquecer la teoría
marxista y darle un carácter más explicativo. Max Weber ejerció una notable
influencia, así como Sigmund
Freud
(particularmente en la obra de Herbert Marcuse). El énfasis de la
escuela en el componente crítico de la teoría se derivaba de su intento
por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la fenomenología mediante un retorno
a la filosofía crítica de Immanuel Kant y sus sucesores en
el idealismo
alemán,
principalmente Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Una influencia
clave también vino de la publicación en 1930 de las obras de Marx Manuscritos
económico-filosóficos o Cuadernos de París y la Ideología alemana,
obras que mostraron una continuidad de ciertos temas hegelianos en la obra de
Marx.
Personajes adscritos a la escuela de
Fráncfort
Fundadores y mecenas
- Mecenas: Hermann Weil y su hijo Felix Weil
- Fundadores: Felix Weil y Friedrich
Pollock
Teóricos notables de la escuela de Fráncfort
Primera generación
|
Segunda generación
|
Personas vinculadas
|
5. LA FILOSOFÍA DE HABERMAS: LA CRÍTICA AL
CAPITALISMO TARDÍO.
Habermas con su Teoría Crítica
intenta -al igual que otros miembros de la Escuela de Frankfurt- revisar el
marxismo pues la sociedad de la que Marx habló -el capitalismo liberal de finales del XIX- no es la de ahora: el capitalismo desarrollado o tardío. El sistema económico de nuestros
días se caracteriza según Habermas por lo siguiente:
a) Una mayor
intervención del Estado en la economía.
b) La ciencia
y la técnica se han convertido en formas de ideología.
En el Estado
del Bienestar el gobierno y sus funcionarios cada vez intervienen en mayor
número de facetas de la vida. La política se convierte en un asunto de
expertos, de profesionales, de especialistas. Es decir, de técnicos. Esto lleva
a la despolitización de las masas. Puesto
que los asuntos públicos parecen tratar de complejos términos técnicos que las
masas no entienden. Pero precisamente el considerar que la organización de la
vida social es un asunto técnico -un asunto de racionalidad instrumental como la Contabilidad, la Medicina o la
Microelectrónica- y cifrar el "Progreso" en la producción de bienes
materiales, en el consumismo y en el desarrollo científico-tecnológico,
precisamente eso es ideológico (ver Ciencia y Técnica como Ideología (1968)).
Porque es manipulativo, una especie de engaño o de programa para el
lavado de cerebros: Se oculta tras la bandera del "Progreso", la
misma explotación y desigualdad social
de toda la vida.
El positivismo o cientifismo (la fe en la
ciencia) es la ideología de nuestros días. El WITTGENSTEIN del Tractatus
y sus seguidores del Círculo de Viena
seguían creyendo que la Ciencia era el único conocimiento objetivo, neutral
(=que no toma partido en una discusión ética) y empírico (=que habla solo de
hechos; no de valores). Habermas arguye, siguiendo a Marx, que estos supuestos
son erróneos: No hay conocimiento sin interés: Ninguna acción humana, ningún
proyecto técnico, ningún paradigma científico son desinteresados (Conocimiento e Interés, 1968). No existe un saber contemplativo a la
manera de Aristóteles, no hay conocimiento objetivo ni una teoría pura
desconectada de las necesidades humanas.
En función de los distintos intereses o
necesidades del ser humano existen, de acuerdo con Habermas, tres tipos de saberes:
1)
Informaciones
que amplían el poder técnico o nuestro dominio de la naturaleza. Aquí
entrarían todas las ciencias empíricas como la Física o la Química y sus
aplicaciones técnicas como la Medicina o las Ingenierías. Este tipo de saberes
están presentes en las actividades de la razón instrumental, en el trabajo.
2)
Interpretaciones
que orientan la acción social a través de tradiciones comunes. Es
decir, las llamadas ciencias sociales (o
ciencias histórico-hermenéuticas = ciencias
"histórico-interpretativas") como la Política o la Sociología. Aquí
ya no se trata de dominar la naturaleza sino de regular las relaciones entre
los hombres. Nacen de nuestros intereses prácticos o práxicos: del griego práxis, acción
o actuación cuyo objetivo no está en el resultado exterior sino en la acción
misma, a diferencia de los intereses meramente técnicos.
3)
Ciencias
críticas que obedecen al interés emancipativo igual que las anteriores respondían a las necesidades técnicas (1)
o comunicativas (2). Este tipo de saberes están presentes en casi toda la historia del pensamiento.
Su origen está en la capacidad de auto-reflexión.
Su aspiración sería la liberación de todo poder opresivo y la afirmación de
la autonomía y libertad del individuo. Es decir, la tarea de la Filosofía.
Marx habría sido un reduccionista - = habría tenido una visión limitada, reducida a uno
solo de los aspectos del problema- porque confió en que el desarrollo de las
fuerzas productivas -todo aquello de lo que dispone una sociedad para producir:
su tecnología-, conduciría a la Revolución y a la Sociedad sin Clases. Tuvo en
cuenta lo técnico y lo económico pero no dio importancia a lo comunicativo: el tema de las ciencias
sociales y críticas. -Habermas recurre al ejemplo del Psicoanálisis donde el
neurótico no "se cura" simplemente gracias a una maniobra técnica
como expedir una receta y tomarse un medicamento, sino porque el propio enfermo
tenga un interés auténtico en curarse, se comprenda mejor a sí mismo y se
libere (ciencias críticas) en el
curso del proceso de comunicación con el terapeuta (ciencias histórico-hermenéuticas).
El problema es que la propia comunicación
entre los seres humanos está manipulada y distorsionada por el poder ideológico. De
modo que Habermas se propone, antes que nada, enunciar los principios generales
o ideales de lo que sería una comunicación imparcial y objetiva: las "condiciones ideales del habla". Con
lo cual hemos llegado al tema del texto.
Las condiciones
ideales de habla son aquellas que harían posible una verdadera comunicación
humana en vez de una comunicación manipulada y manipuladora, al servicio del
poder, como la que realmente existe en la actualidad (así, casi nadie cree que
en el Congreso o en el Senado los miembros del poder legislativo pasen su
tiempo debatiendo de forma racional las
mejores normas para todos los españoles).
Siguiendo la línea del "Segundo"
WITTGENSTEIN (el de las Investigaciones
Filosóficas) Habermas aborda el estudio del lenguaje desde una perspectiva pragmática -o sea: práctica,
una perspectiva realista: Cómo se usa realmente el lenguaje en la vida
cotidiana y no cómo debería ser el
lenguaje ideal de la ciencia. - Según este punto de vista, el lenguaje no es
sino una conducta social entre otras, una conducta regida por normas. -Los actos de habla pueden ser: actos
locutivos ("lo que"
decimos al hablar, el contenido de nuestras comunicaciones), actos ilocutivos (la modalidad o el
"tono" de lo que decimos: si es un ruego, una pregunta, un mandato,
un deseo, una plegaria, un chiste, etc.) o actos
perlocutivos (la reacción que se produce en el interlocutor).
En todo acto de habla presuponemos el acto
perlocutivo; es decir, cuando dialogamos, damos por sentado que el oyente va a
entender el mismo mensaje y en el mismo sentido en que el hablante lo emite.
Esta sería la situación comunicativa
ideal (o las condiciones ideales del
habla) que excluye toda manipulación sistemática de la comunicación. Tiene
que haber una distribución equitativa del tiempo y del espacio en las
intervenciones de los participantes a un tal debate. Pueden siempre criticarse
y rectificar sus discursos. Solo se puede dar este tipo de acción comunicativa
cuando los protagonistas no intentan engañarse entre sí, excluyan todo
privilegio y -en último término- posean todas las condiciones necesarias para
alcanzar acuerdos, entendimiento o consenso. -De modo que Habermas concluye que
el acuerdo es inherente o inseparable de todo uso del lenguaje ya que mediante
el lenguaje esperamos siempre entendernos.
Estas condiciones ideales del diálogo
implican también una forma de vida ideal presidida
por los principios de Verdad, Libertad y Justicia (las escribo en mayúsculas
como se escriben todos los sustantivos en alemán: Wahrheit, Freiheit, Gerechtigkeit). Desde estos modelos, criticamos
el mundo en que vivimos. Un mundo donde de hecho no se dan esas condiciones ni
triunfa "la
opresión característicamente no-opresora del mejor argumento" (La Lógica de
las Ciencias Sociales)(1967).
Un mundo donde no triunfa la racionalidad y ni siquiera hay discusión de
los problemas morales. Un mundo arrojado en brazos de la cienciolatría
(=adoración de la Ciencia) y de la fe ciega en la técnica.
Como la ciencia no puede establecer
distinciones morales -no puede demostrar que el asesinato sea bueno o malo- se
termina abrazando el relativsimo o el
escepticismo éticos que Habermas
pretende superar.
Habermas, como KANT, plantea la posibilidad
de una ética universal:- Si no hay normas
universales, entonces la lucha del individuo por su libertad sería absurda, el
intento de la Humanidad por alcanzar la Auto-Conciencia (todo este vocabulario
es hegeliano) estaría condenado al fracaso. Esta nueva ética formal -formal porque no puede enunciar contenidos ni
mandamientos sino solo la forma de la
acción moral, sus condiciones ideales- será inter-subjetiva (fruto del
encuentro y acuerdo entre varios sujetos) y racional.- El discurso racional
-como dice el texto PAEG- es el procedimiento más correcto para resolver un
conflicto ético.
6. ACTUALIDAD DE HABERMAS (junio de 2009 ó
2010) [ o "Habermas en mi vida"]
"La obra de Habermas es el resultado intelectual de la
interpretación y asimilación crítica de toda la tradición filosófica occidental
desde Kant" (Sergio
RÁBADE, Historia de la Filosofóa. Modelos de
Filosofar en su Contexto Cultural y Científico)
(2003). - Habermas ha recibido
críticas de su amigo Karl-Otto APEL (nacido en 1922) por su fundamentación de
la ética. - Richard RORTY (1931-2007) -filósofo pragmatista norteamericano-
considera que la teoría de la modernidad de Habermas es errónea y que la teoría
de la acción comunicativa es inútil. - Jean-François LYOTARD (1924-1988)
-pensador francés post-moderno- cfiticó el supuesto universalismo y la
abstracción de la ética de Habermas. - Javier MUGUERZA (nac.1936) -filósofo
español- ha realizado otra clase de objeciones: La tendencia de Habermas al
universalismo llevaría a la abolición del pluralismo y de la diferencia.
Dicho todo esto -puntualmente resumido de
la obra de Rábade-, añadiré que me desagrada profundamente el estilo de pensar
de Habermas al que algunos tienen por el mayor filósofo vivo, el "último
grito". Mi rechazo no será demasiado racional ni argumentado sino fundado
en mi experiencia personal:
Recuerdo que hace muchísimos años recibí
una buena nota en la carrera por resumir y comentar Conocimiento
e Interés de Jürgen
Habermas. - Recuerdo que me agradó leer a un autor cuyos enunciados se
entendían más o menos bien, parecían lógicos, decía cosas interesantes y, sobre
todo: No estaba muerto, como SPINOZA o
SCHOPENHAUER, mis ídolos de entonces. Estaba vivo porque vino a Madrid a dar
una conferencia por aquel entonces -hacia 1986- en el Instituto Alemán, y yo fui a verle. Era emocionante ir a escuchar a un pensador
vivo. Yo estudiaba alemán y podía seguir su discurso sin necesidad de
traductor. Pero su conferencia me decepcionó enormemente. No sabría decir por
qué. No tuvo la menor "chispa". - En cambio, por las mismas fechas,
vino a mi Facultad el famoso lingüista y filósofo norteamericano Noam CHOMSKY (nac.1928)
y como prototipo de intelectual comprometido
o engagé, me convenció mucho más.
Muchos años más tarde tuve otro encuentro
con Habermas... Bueno, no con él en persona sino con su filosofía: Yo estaba
casi por casualidad en la idílica
universidad de verano de Friburgo, y un profesor que iba de simpático
nos explicaba el Patriotismo
Constitucional de Habermas: una re-definición del concepto de identidad
nacional que no se basaría en el linaje sino en la aceptación de la
Constitución del Estado; del mismo modo que los miembros de cualquier club, acatan
su reglamento interno. Es decir, que a partir de ahora ser alemán, español o
americano iba a consistir en firmar y obedecer la Ley de Leyes y no porque tu
padre o tu abuelo hayan nacido en determinado territorio. Así nos lo explicaba con modales yanquis
aquel profe de Friburgo y a mí me parecía estupendo. Yo no ignoraba que estaba
casado con una latinoamericana (me refiero a mi profesor) y que eso le hacía
más sensible a los inmigrantes, al patriotismo constitucional, papeles para todos y todo eso.
En definitiva, terminé pensando que
Habermas, con toda su aureola de sabio de izquierdas posterior a la SGM, era
una mierda de pensador y sus defensores los adalides del pensamiento
políticamente correcto. Poco a poco dejé de frecuentar las aulas de Filosofía
de la universidad de Freiburg -la del
gran Edmund HUSSERL (1859-1938) , ni siquiera mencionado en este curso; la de
Martin HEIDEGGER (1889-1976), su rector nazi- y me volví asiduo de las clases
de literatura sobre Paul CELAN y GOETHE, el Mayor Poeta de Alemania.- Aprendí
mucho más.
Este epílogo biográfico no tiene más
sentido que justificar mi aversión, antipatía y disidencia casi absoluta
respecto a las ideas de Habermas. En mi sentir, los conceptos habermasianos
siguen vigentes por desgracia entre los intelectuales y políticos que mangonean
y saquean Europa y mi país. Pues casi todo lo que él dice no viene a ser sino
el fundamento de nuestro actual Estado de Derecho. Y lo peor es que en el fondo
sé que tiene razón.
7. ACTUALIDADES: Junio de 2014.
Después
de pasados tantos años de haber redactado lo anterior, ya no sé si Habermas tiene o no razón pero sí
puedo reafirmar que su pensamiento y su
forma de escribir me siguen resultando tan antipáticos como entonces. Por eso
me alegré que una nueva generación de filósofos alemanes, europeos y
norteamericanos estuvieran criticando la Teoría Crítica y destronando al que
parecía el Emperador Máximo de la Filosofía en Alemania. -En la célebre
polémica con Peter SLOTERDIJK (nac. 1947) estoy claramente a favor de este
último y en contra de Habermas a quien tuvimos en la Facultad Complutense de
Madrid de los 80 hasta en la sopa. A continuación copio dos artículos
aparecidos en la prensa sobre el debate Habermas-Sloterdijk.
LA POLÉMICA SLOTERDIJK-HABERMAS
http://blogservatori.blogspot.com.es/2007/11/la-polmica-sloterdijk-habermas.html
"No imaginaba que mi anterior entrada pudiese generar el debate
que ha generado. Por ello, y en tono muy provocador, lanzo un nuevo tema
también protagonizado por dos grandes pensadores: Jürgen Habermas y Peter
Sloterdijk.
"Entre julio y diciembre de 1999 la filosofía alemana vivió un encendido debate a propósito de los usos de la biotecnología genética y el futuro del humanismo. El alcance del debate fue enorme y su notoriedad trascendió con mucho las paredes de las universidades y de los congresos académicos en que se originó para convertirse en un debate filosófico de dimensión europea. Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk han quedado como los principales representantes de dos posiciones filosóficas radicalmente enfrentadas en torno a los usos de las nuevas técnicas de manipulación genética.
"Sloterdijk con su ya famoso librito Normas para el parque humano partía de una constatación a su juicio incuestionable: la muerte del humanismo literario. Ya no era posible —según Sloterdijk— considerar la cultura literaria humanística como un modo eficaz de atajar y conjurar la barbarie que ha caracterizado desde sus orígenes a la especie humana. Sloterdijk, apoyándose en Platón, Nietzsche y Heidegger, apostaba por un futuro no muy lejano en que las biotecnologías —lo que él denominaba “antropotécnicas”— consiguieran lo que la educación humanística no había logrado en más de cinco siglos de cultura libresca: estrechar los lazos entre los seres humanos y crear comunidades que puedan proponer modelos educativos que muestren un ideal de lo humano. El fondo de su argumentación era sencillo: se trataría de no cerrar el camino a un futuro posible en el que las técnicas de selección genética de la especie nos permitieran lograr por vía científica lo que la cultura literaria ha venido persiguiendo con poco éxito desde siempre: hacer mejores a los seres humanos.
"Frente a esas ideas Habermas reaccionó con un libro titulado El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal? En él Habermas criticaba las “ocurrencias” de Sloterdijk y alertaba de los peligros que un uso irreflexivo de las biotecnologías podría tener para una sociedad democrática. En las democracias liberales damos por supuesto que es sólo el propio individuo quien tiene derecho a elegir para sí mismo el tipo de existencia a la que aspira. Y sin embargo, esa irreductible libertad de cada individuo para configurar un “sí mismo” propio podría verse gravemente afectada en el caso de que terceros intervengan a la hora de seleccionar positivamente ciertas características fenotípicas que descansan en la información genética del embrión. Esa libertad queda igualmente comprometida tanto da si esos terceros resultan ser los padres, en el caso de una opción por la eugenesia liberal, o el Estado en el caso de una eugenesia de carácter totalitario). Como dice Habermas, cuando damos el paso de la eugenesia negativa (evitadora de enfermedades) a la eugenesia positiva (es decir, a aquella que selecciona o descarta los embriones en función de su adecuación a los deseos o intenciones de terceros) con ello coartamos “específicamente la libertad [del futuro ser] para elegir una vida propia”y nos enfrentamos a la “inquietante” perspectiva de que “hagamos por otros una distinción tan rica en consecuencias entre una vida que merece vivirse y una vida que no merece vivirse”.
"Por supuesto, el debate sigue en pie y promete ser una de las cuestiones decisivas a las que ha de enfrentarse la bioética en este siglo XXI. El alcance antropológico del problema es fácilmente comprensible cuando pensamos que involucra ni más ni menos la posibilidad de que la unidad de la especie humana se mantenga o desaparezca para siempre como resultado del impulso en direcciones diferentes que ciertos individuos o comunidades podrían llevar a cabo en su deseo de auto-optimización eugenésica. La complejidad del asunto es asimismo considerable dado que supone valorar cuestiones fácticas (relativas a las posibilidades actuales o futuras de la tecnología), además de cuestiones éticas, jurídicas y políticas.
"Sin embargo, y a pesar de todas estas consideraciones, voy a ser un tanto provocador (a la vez que asquerosamente conservador) y voy a cuestionar si no sería mejor para la humanidad el que condicionemos la existencia de generaciones futuras por medio de la intervención intencional en su dotación genética, en vez de plantear estériles debates éticos. ¿No tendríamos una sociedad más justa si la dotación genética de los individuos (y, por tanto, sus capacidades) no estuviesen ya regida por el azar de los encuentros sexuales entre hombre y mujer sino por el acceso a las tecnologías reproductivas reguladas por la lógica del mercado libre y por las intenciones de terceros? ¿No nos acercaría infinitamente más estas intervenciones al sueño occidental de la platónica ciudad perfecta regida por su filósofo-rey? Claro, que ante tamaña afirmación queda una decisiva cuestión ¿a quién nombramos filósofo-rey?
"Entre julio y diciembre de 1999 la filosofía alemana vivió un encendido debate a propósito de los usos de la biotecnología genética y el futuro del humanismo. El alcance del debate fue enorme y su notoriedad trascendió con mucho las paredes de las universidades y de los congresos académicos en que se originó para convertirse en un debate filosófico de dimensión europea. Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk han quedado como los principales representantes de dos posiciones filosóficas radicalmente enfrentadas en torno a los usos de las nuevas técnicas de manipulación genética.
"Sloterdijk con su ya famoso librito Normas para el parque humano partía de una constatación a su juicio incuestionable: la muerte del humanismo literario. Ya no era posible —según Sloterdijk— considerar la cultura literaria humanística como un modo eficaz de atajar y conjurar la barbarie que ha caracterizado desde sus orígenes a la especie humana. Sloterdijk, apoyándose en Platón, Nietzsche y Heidegger, apostaba por un futuro no muy lejano en que las biotecnologías —lo que él denominaba “antropotécnicas”— consiguieran lo que la educación humanística no había logrado en más de cinco siglos de cultura libresca: estrechar los lazos entre los seres humanos y crear comunidades que puedan proponer modelos educativos que muestren un ideal de lo humano. El fondo de su argumentación era sencillo: se trataría de no cerrar el camino a un futuro posible en el que las técnicas de selección genética de la especie nos permitieran lograr por vía científica lo que la cultura literaria ha venido persiguiendo con poco éxito desde siempre: hacer mejores a los seres humanos.
"Frente a esas ideas Habermas reaccionó con un libro titulado El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal? En él Habermas criticaba las “ocurrencias” de Sloterdijk y alertaba de los peligros que un uso irreflexivo de las biotecnologías podría tener para una sociedad democrática. En las democracias liberales damos por supuesto que es sólo el propio individuo quien tiene derecho a elegir para sí mismo el tipo de existencia a la que aspira. Y sin embargo, esa irreductible libertad de cada individuo para configurar un “sí mismo” propio podría verse gravemente afectada en el caso de que terceros intervengan a la hora de seleccionar positivamente ciertas características fenotípicas que descansan en la información genética del embrión. Esa libertad queda igualmente comprometida tanto da si esos terceros resultan ser los padres, en el caso de una opción por la eugenesia liberal, o el Estado en el caso de una eugenesia de carácter totalitario). Como dice Habermas, cuando damos el paso de la eugenesia negativa (evitadora de enfermedades) a la eugenesia positiva (es decir, a aquella que selecciona o descarta los embriones en función de su adecuación a los deseos o intenciones de terceros) con ello coartamos “específicamente la libertad [del futuro ser] para elegir una vida propia”y nos enfrentamos a la “inquietante” perspectiva de que “hagamos por otros una distinción tan rica en consecuencias entre una vida que merece vivirse y una vida que no merece vivirse”.
"Por supuesto, el debate sigue en pie y promete ser una de las cuestiones decisivas a las que ha de enfrentarse la bioética en este siglo XXI. El alcance antropológico del problema es fácilmente comprensible cuando pensamos que involucra ni más ni menos la posibilidad de que la unidad de la especie humana se mantenga o desaparezca para siempre como resultado del impulso en direcciones diferentes que ciertos individuos o comunidades podrían llevar a cabo en su deseo de auto-optimización eugenésica. La complejidad del asunto es asimismo considerable dado que supone valorar cuestiones fácticas (relativas a las posibilidades actuales o futuras de la tecnología), además de cuestiones éticas, jurídicas y políticas.
"Sin embargo, y a pesar de todas estas consideraciones, voy a ser un tanto provocador (a la vez que asquerosamente conservador) y voy a cuestionar si no sería mejor para la humanidad el que condicionemos la existencia de generaciones futuras por medio de la intervención intencional en su dotación genética, en vez de plantear estériles debates éticos. ¿No tendríamos una sociedad más justa si la dotación genética de los individuos (y, por tanto, sus capacidades) no estuviesen ya regida por el azar de los encuentros sexuales entre hombre y mujer sino por el acceso a las tecnologías reproductivas reguladas por la lógica del mercado libre y por las intenciones de terceros? ¿No nos acercaría infinitamente más estas intervenciones al sueño occidental de la platónica ciudad perfecta regida por su filósofo-rey? Claro, que ante tamaña afirmación queda una decisiva cuestión ¿a quién nombramos filósofo-rey?
EL
PAÍS
UN FILÓSOFO ALEMÁN REMUEVE FANTASMAS
Peter Sloterdijk, acusado de usar una "retórica fascista"
y plantear una nueva selección genética
"En Alemania, cualquier incursión por terrenos como la
selección y el cultivo de la raza humana despierta automáticamente los
fantasmas del nazismo y provoca largos y fundamentales debates. Eso es lo que
ha ocurrido desde que en julio pasado el filósofo Peter Sloterdijk, en un
simposio sobre Martin Heidegger, declaraba muerta la teoría crítica de la
escuela de Francfort y se preguntaba si el género humano sufrirá una
transformación desde el fatalismo de la natalidad a un nacimiento opcional y la
selección prenatal. Los críticos, encabezados por Jürgen Habermas, acusan al
filósofo de remover los viejos fantasmas del nazismo al usar una "retórica
fascista" que Sloterdijk niega.
"Las
ideas del filósofo Peter Sloterdijk, de 52 años, conmueven desde hace casi tres
meses a los círculos intelectuales alemanes. Con su discurso Reglas para el parque humano. Una carta de respuesta sobre el humanismo,
Sloterdijk ha provocado una polémica sobre una futura selección de la raza
humana, en la que participan numerosos miembros de la comunidad filosófica,
científica, política y periodística germana. La polémica en cuestión, que se
refleja exhaustivamente sobre todo en las páginas de Die Zeit y las páginas de
Internet de este semanario, tiene otra dimensión de gran importancia para la
vida política y social de Alemania, a saber: la reflexión sobre el cambio
generacional en este país y sobre la liberación de los condicionamientos
morales que el nacionalsocialismo ha impuesto tanto a quienes vivieron aquella
época como a sus hijos.
"Sloterdijk,
que es profesor de Filosofía y Estética en Karslruhe, se ha internado por los
espinosos terrenos de la selección y el cultivo de la raza humana y, fuera cual
fuera el mensaje que quería transmitir inicialmente, se ha convertido en
sospechoso de flirtear con el nacionalsocialismo y ha sido acusado de utilizar
una "retórica fascista". Esta semana, el Congreso de Filosofía, que
se ha celebrado en Constanza, ha pedido que cese el "debate superficial,
pero de gran efecto público" provocado por Sloterdijk. "Debemos
volver a las cuestiones verdaderamente relevantes", manifestó el
presidente de la Asociación General de Filosofía de Alemania, Jürgen
Mittelstrass, coreado por los aplausos de un auditorio de centenares de
filósofos.
"El
origen de la polémica es la intervención de Sloterdijk el pasado 17 de julio en
un simposio sobre el filósofo alemán Martin Heidegger que se organizó en el
castillo de Elmau, en Baviera. Allí, Sloterdijk criticó la Carta
sobre el humanismo, en la cual Heidegger
pedía revisar la idea del hombre como sujeto creado a semejanza de Dios. En su
crítica, Sloterdijk reflexionaba sobre la posibilidad de que en el futuro la
antropotécnica llegue a convertirse en una "planificación explícita de
características" y se preguntaba si el género humano "sufrirá una
transformación desde el fatalismo de la natalidad a un nacimiento opcional y la
selección prenatal". Con un discurso retorcido y oscuro, en el que aludía
a Nietzsche y a Platón, Sloterdijk invitó a pensar en la manipulación y
selección de los procesos reproductivos del género humano. Una buena parte del
auditorio tuvo la sensación de que el orador estaba invitando a sustituir la
democracia política por una nueva élite, producto de una selección genética. Y
justamente esta interpretación, que inquietó sobremanera a los organizadores
judíos del simposio, fue la que produjo el escándalo. El texto, no autorizado
por el autor, comenzó a circular por las redacciones de los periódicos. En el
semanario Der Spiegel, el discurso de Sloterdijk fue etiquetado como
totalitario-fascistoide, con rasgos de "retórica fascista". En el
curso del debate, Sloterdijk intervino para acusar al filósofo Jürgen Habermas,
el más famoso superviviente de la Escuela de Francfort, de haber contribuido a
la difusión del texto y de haber instigado una campaña contra él entre
bastidores, contando con la colaboración de los periodistas.
"Posteriormente,
la editorial que planea publicar el texto de Sloterdijk difundió este
documento, complementado con un par de notas. En él, Sloterdijk reflexiona
sobre el mantenimiento cultural de la sociedad civilizada, a la que él denomina
como "parque humano". El filósofo mezcla terminología de distintos
campos, incorpora el concepto de biotecnología al proceso educativo y, desde
esta perspectiva, relee a los clásicos. Sloterdijk se ampara en Platón para
defender una sociedad en la que la filosofía sea la disciplina, que dicte a los
expertos en tecnología genética las reglas éticas para utilizar su ciencia.
Contra la "teoría
crítica"
"Uno
de los puntos centrales de la polémica ha sido precisamente el enfrentamiento
con Habermas. El hilo conductor de la discusión entre ambos no es tanto la
biotecnología como la reflexión sobre el carácter obsoleto o válido de la
teoría crítica y la ideología de la generación de 1968, en su modalidad
izquierda liberal, de la cual Habermas es hoy el máximo exponente. Sloterdijk,
que se hizo famoso en 1983 por su libro Crítica de la razón cínica, ha declarado que la teoría crítica ha
muerto. "Nos reuniremos junto a la tumba de una época para hacer balance,
pero también para conmemorar el fin de una hipocresía", ha afirmado este
filósofo, que también procede de la Escuela de Francfort. "La era de hijos
de moral hiperdesarrollada de padres nacionalsocialistas toca a su fin. Una
generación más libre avanza", le ha dicho Sloterdijk a Habermas en una
carta abierta en Die Zeit. Habermas ha replicado que Sloterdijk "echa
tierra a los ojos del público cuando se presenta como un inocente
bioético". Para Habermas, Sloterdijk tal vez "encarna algo nuevo en
el mercado de la República de Berlín" y tal vez puede satisfacer la nueva
demanda de "patrones para una nueva generación". "
9. EL TEXTO DE HABERMAS: SIN COMENTARIOS.
Renuncio a redactar un comentario completo y
estricto del fragmento de Entre
Naturalismo y Religión ("Acción
Comunicativa y Razón sin Trascendencia") (2005). Creo que no se
lo merece.
Lo que viene a decir, - su idea principal-,
es que en el curso de un debate ético
entre personas de distintas religiones y sociedades las posturas se acercarán
hasta llegar a un acuerdo bueno para todos. - Pues qué bien.
Debo decir que yo he presenciado un debate
semejante: Esta Navidad un musulmán discutía con un cristiano sobre la
conveniencia de que participara en la Cabalgata de los Reyes Magos un menor de
raza negra que reside en el Centro de Menores y que es islamista estricto. - El
musulmán decía que el problema consistía en que el muchacho se inclinase ante
el Niño Jesús pues esto podía ser mal entendido por los marroquíes del pueblo. -
El cristiano le contestaba que todo era un símbolo, al final llegó a decir que
"todo era un teatro", lo que me creí obligado a discutir: no es
cierto, en mi opinión, que la Cabalgata de Reyes sea una mera representación de
teatro; se trata más bien de una costumbre tradicional arraigada en la liturgia
católica de la Noche y del Día de Reyes (5 y 6 de enero).- Al final, el chico participó pero no hizo la
inclinación.
- ¿Se puede decir que a base de dialogar
racionalmente personas de diferentes credos y culturas nos hemos ido
"descentrando" (=dejando de de mirarnos el "ombligo"), nos
hemos puesto en el lugar del otro y hemos llegado a "aquellas normas morales que son igualmente buenas para
todos"?
-La verdad es que no estoy seguro: Creo
que cada uno sigue pensando igual, que no hubo verdadero diálogo: el musulmán
seguirá considerando idolatría la adoración del Portal de Belén; al cristiano le parecerá una estupidez o una
arrogancia que el musulmán no se incline; a mí me parte el corazón que se metan
con el Niño Jesús o con la Madre Sagrada.- El único acuerdo fue una solución de
compromiso que no tiene tanto que ver con la racionalidad como con las
circunstancias y las conveniencias. Un arreglo más que un acuerdo.
"Hablando
se entiende la gente"... ¿Es esto lo que está diciendo Habermas? ¿Que
si se sientan a entablar un debate ético, por ejemplo, un musulmán palestino y un israelita llegarán
a un acuerdo razonable en torno al problema de Oriente Próximo y de Jerusalén?
Yo no me los imagino poniéndose de acuerdo aunque estuviesen dialogando otros
dos mil años. Sin embargo soy partidario de que se mantengan las conversaciones
de paz entre los enemigos y de apoyar pactos internacionales.
Me parece normal que el ilustrado Immanuel
Kant creyese en los postulados de la Razón Práctica y en la idea de una Paz Perpetua, pero me parece rara la
ingenuidad -o tal vez la mala fe- de Habermas a principios del siglo XXI en una
Alemania con proporción creciente de sus habitantes originarios de otras
culturas y de otros credos religiosos. Pues ese es el contexto histórico en el
que escribe Habermas esta obra: dentro de una Europa donde los inmigrantes y
sus descendientes pueden llegar a ser mayoría demográfica frente a los "autóctonos". -Las conclusiones
de Habermas por ser ingenuas, me parecen también descabelladas y peligrosas.
¡Qué buenos recuerdos al leer algunos fragmentos de este blog! Se echan de menos aquellas clases de Filosofía.
ResponderEliminar¡Un abrazo desde Jaén!
Noelia Escuderos.