T10. DESCARTES Y EL RACIONALISMO


               T10. DESCARTES Y EL RACIONALISMO

 
Frans Hals - Portret van René Descartes.jpg
Descartes en 1649, un año antes de su muerte en la corte de la reina Cristina de Suecia


 

René DESCARTES, Discurso del Método, capítulo IV (1637)
 
 “Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no había ninguna cosa que fuera como las imágenes que ellos nos transmiten de esa cosa. Y como hay hombres que se equivocan al razonar, incluso en cuanto a las cuestiones más simples de la geometría y cometen en ellas razonamientos falsos, juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como falsas todas las razones que había tomado antes por demostradas. En fin, considerando que todos los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos nos pueden venir también cuando dormimos, sin que haya ninguno que, por tanto, sea verdadero, resolví fingir que todas las percepciones que hasta entonces habían entrado en mi mente no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero enseguida me di cuenta de que, mientras quería pensar así que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad pienso luego existo era tan firme y tan segura que hasta las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacer tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que buscaba”.

 

0.  MOMENTO HISTÓRICO DE DESCARTES (1596-1650).

 
 La reina Cristina de Suecia en su corte rodeada por hombres de estudio, a su       izquierda nuestro filósofo.

  

 Descartes es un autor racionalista francés del siglo XVII. Vive el final del Renacimiento y el comienzo del Barroco. Entre los paradigmas científicos rivales se ha impuesto el mecanicismo y la matematización de la Naturaleza. Dios ha dejado de ser el centro de la filosofía, como ocurría en la Edad Media, pero la Escolástica perdura. El empirismo (Locke, Berkeley y Hume) será la corriente opuesta al innatismo cartesiano.

 

  En cuanto al contexto histórico se corresponde con el descrito en la obra Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas.  Descartes participa en la Guerra de los Treinta       Años (1618-1648) entre los Estados católicos y protestantes del imperio alemán.  De hecho el capítulo segundo del Discurso del Método se ubica en Alemania donde el autor afirma que había ido movido por el "deseo de conocer unas guerras". En esta época se crean monarquías absolutas como la de Luis XIV. Se desarrolla  la burguesía y el capitalismo mercantilista. En 1633 fue condenado Galileo por la Inquisición; suceso del que tiene noticia Descartes y que probablemente le llevó a extremar las cautelas y a no publicar su Tratado del Mundo.

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D´ Artagnan y los tres mosqueteros
 

1. EL OBJETIVO DE DESCARTES.

  El propósito del filósofo francés fue el logro de la Verdad mediante el uso de la razón siguiendo el modelo deductivo de las Matemáticas , sistema axiomático que a partir de unas pocas verdades evidentes pero indemostrables infiere o extrae otras verdades igualmente evidentes pero deducibles desde los primeros principios.

Para Descartes las ciencias son raíces   orgánicamente conectadas de una sola ciencia. Hay un único método científico, una única sabiduría universal. Este método es el deductivo:   esquema   de    verdades    ordenadas como   en Matemáticas  donde se pasa de verdades   fundamentales   y evidentes por si mismas (primeros principios como "pienso luego existo")  a verdades evidentes implicadas por las primeras ("soy una cosa que piensa"). Descartes   creyó   haber   iniciado   esa   disposición absolutamente fundamentada del árbol de las ciencias.

 El sistema permitiría no sólo ordenar lo ya sabido (ars demonstrandi) sino también descubrir verdades nuevas: ars  inveniendi.

Las raíces del árbol de las ciencias serán la Metafísica. El tronco que se alimenta de esta savia será la Física cuyas leyes se deducen de lo anterior (leyes del movimiento). Las ramas y la copa, las restantes ciencias entre las que Descartes destaca la Mecánica (estudio del movimiento de los cuerpos en diferentes estados; parecido a la dinámica de GALILEO (1564-1642), la Medicina y la Moral (refiriéndose a una posible y futurible ciencia moral que nos permitiera calcular nuestras decisiones en la vida como calculamos la resolución de un problema de ajedrez).

 

 

2. EL MÉTODO.

     En general se tiene un método  cuando se dispone de cierto camino, hodós, para alcanzar un determinado fin, propuesto de antemano” (Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía). Para Descartes ese objetivo, como hemos visto antes, es el conocimiento y el método (no se olvide que la palabra figura en el mismo título de su obra más conocida) “una serie de reglas tales que todo aquél que las observe exactamente nunca tome algo falso por verdadero”.

      La primera de ellas es la duda metódica o regla de la evidencia. La segunda regla del método o análisis consiste en descomponer los datos del conocimiento en sus elementos más simples. Según Descartes los elementos últimos a cuyo descubrimiento se llega mediante el análisis son naturalezas simples  de orden material o espiritual: extensión, unidad, duración, pensamiento, etc. (tal como hacemos al dividir mentalmente las dificultades de un problema por partes, empezando por las más simples). La tercera regla del método es la síntesis o composición (el análisis sería como descomponer, la síntesis como reconstruir): partiendo de proposiciones más simples deducimos ordenadamente, sin omitir ningún paso, otros enunciados nuevos (tal como hacemos al final de una deliberación solitaria: tomamos una decisión después de haber completado el análisis de las distintas facetas de un problema).La cuarta es hacer enumeraciones completas, es  decir, revisar todos los pasos de la deducción para confirmar que no nos hemos equivocado.

 

 
3. IDEAS INNATAS.

              El conocimiento deductivo al que aspira el francés parte de algunas ideas innatas impresas en nosotros por la Naturaleza o,- como dice en otros pasajes-, por Dios.

                Todas las ideas claras y distintas  -o sea, todas las que son fundamentales para la ciencia- son innatas.  

          Las otras clases de ideas que distingue Descartes junto a las innatas son:

   a) ideas adventicias: lo que nosotros llamaríamos hoy percepciones sensoriales: son nociones confusas causadas por la percepción sensible del mundo externo (blancura, p.ej.) ;

b)  ideas facticias (del latín facere: hacer) o construcciones de la imaginación (como un ser con cuerpo de ave rapaz y rostro de mujer (la arpía) o la idea de centauro o de sátiro).

 

4. LA DUDA METÓDICA.

      Como preliminar a la búsqueda de la certeza absoluta, el autor se propone dudar de todo aquello de lo que se pudiera dudar. Esta duda es universal porque se aplica a todo (salvo a la moral, a la política y prácticamente a la religión). Esta duda es metódica porque se emplea no por sí misma (como en los escépticos) sino como preludio de la certeza. Esta duda es metafísica, se plantea de manera radical. Y es provisional puesto que no necesariamente hay que sustituir lo que está puesto en suspenso, por una idea nueva sino que luego puede recuperarse lo dudado (así ocurrirá con la hipótesis del Genio Maligno y con la realidad de la materia). Y es por último una duda teorética: no se extiende a la conducta, no se aplica a lo práctico.

       Descartes pues se propone repensar la filosofía desde el principio para encontrar un fundamento  seguro para el edificio del conocimiento.

       ¿De qué  podemos dudar? Podemos dudar del saber adquirido, de lo que nos han enseñado otros. Este escalón de la duda metódica está implícito en todo lo que nos cuenta Descartes sobre sus estudios en la parte II del Discurso del Método. Pero también podemos dudar de lo que hemos aprendido por nosotros mismos a través de los sentidos pues a veces nos han engañado y además –tesis más atrevida- puede que la vida entera sea un sueño (tema barroco en Calderón, en Shakespeare: vida como teatro, la vida es sueño)

         Dudamos pues de las llamadas ideas adventicias (de nuestras percepciones) pero ¿dudaremos también de las ideas innatas que son claras y distintas (es decir, que son patentes al espíritu y pueden distinguirse de otras) ,dudaremos también de verdades como las matemáticas que aun en sueños serían verdaderas? También, dice Cartesius, también dudaremos puesto que hay hombres que se equivocan al razonar sobre las cuestiones más sencillas e incurren en paralogismos (sofismas, razonamientos falsos o argumentos aparentes). Puede que sea irracional todo lo que me parece razonable. Es posible –duda hiperbólica- que haya un malin Génie (Genio Maligno)  “tan poderoso como engañador “ empeñado en hacer que me  equivoque. Se lleva así la duda a su nivel máximo no porque se ponga en entredicho la existencia de Dios sino Su bondad, Su identidad con la razón.

 

 

5. COGITO ERGO SUM.

         La  duda metódica busca una verdad indudable...  La halla en el “cogito ergo sum” (Pienso, luego existo; entendiendo pensar no solo como razonar sino  cualquier operación mental:desear, dudar, razonar, sentir... ). Ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos pueden conmover la certidumbre de esta primera verdad porque en el acto mismo de dudar se revela mi existencia.  

          Corolario: Solamente existo mientras pienso. Si dejase de pensar, dejaría de existir. Pero no puedo concebir mi no-existencia porque concebir es existir. Todo lo que puedo hacer –parece decir Descartes  de manera parecida a BERKELEY (1685-1753) en su  argumento de la Isla desierta - es pensar que no estuve pensando y... eso ya es pensar.
 
        El “cogito ergo sum” es la verdad indubitable sobre la cual Descartes se propone basar su filosofía.

 

 

6. YO SOY UNA COSA QUE PIENSA.

      Cuando afirmo mi propia existencia en el cogito lo que afirmo es mi propia existencia como algo que piensa y nada más:” ¿Qué soy yo entonces? Una cosa que piensa (res cogitans) ¿Y què es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, afirma, niega, rehúsa y que también imagina y siente” (Descartes, Meditaciones Metafísicas).

 

7. EL CRITERIO DE VERDAD.

      Examinando una proposición que consideramos verdadera e indudable podemos alcanzar un criterio general  de verdad. Esta regla consiste en que todas las cosas que concibo o percibo muy clara  y distintamente son verdaderas. Claras son las ideas que están presentes y manifiestas a una mente atenta. Distintas son las que se pueden diferenciar del resto de los objetos.

         Descartes ha extraído los dos rasgos que considera peculiares de la única proposición verdadera que por ahora conoce: la del pienso luego existo. ¿Puede empezar a aplicar sin más el criterio de verdad y comenzar a descubrir verdades? Todavía no. Porque todavía puede haber un dios maligno que me engañe acerca de cosas claras y distintas. Esta duda aún no la hemos desterrado. De modo que antes de nada hay que demostrar

 

8. LA EXISTENCIA DE DIOS.

     Es necesario demostrar la existencia de Dios sin referencia al mundo externo pues todavía mantenemos en suspenso la creencia en el mismo. Hay que probar la existencia de Dios desde dentro, desde la idea.

El argumento viene a ser el siguiente: Hay en mí una idea de lo perfecto. Esta idea es clara y distinta. Esta idea no puede haber sido producida por mí mismo. Tampoco puede haber sido derivada de la percepción sensible. Luego es innata. ¿Quién la ha podido implantar en mí? Obviamente no ha podido ser más que Dios. La idea que tengo de lo perfecto es la marca de Dios impresa en su obra.

¿Por qué no puedo haber causado yo mismo la idea de un ser infinito? Porque yo soy un ser finito. Y sólo puedo conocer mí finitud comparándome con un ser infinito. La idea de infinitud es para Descartes anterior a la idea de finitud.

         También emplea el argumento ontológico de san ANSELMO de Canterbury (s. XI).

 

9. LA EXISTENCIA DE CUERPOS.

Es suficiente que podamos percibir clara y distintamente una cosa aparte de otra para que estemos seguros de que son realmente distintas. Veo que soy una cosa pensante e inextensa. Veo asimismo clara y distintamente que tengo un cuerpo no‑pensante y extenso. Por tanto mi yo pensante es absolutamente distinto de mi cuerpo.

Son distintos pero si Dios existe y Dios es bueno ‑argumenta Descartes‑ y  Dios nos ha creado con una fuerte tendencia a creer en el mundo externo, entonces el mundo externo, mi cuerpo y el cuerpo de los demás tienen que existir realmente.
 
Podemos pues descartar también la duda de que la realidad sea un sueño.

 

10. LAS TRES SUSTANCIAS.

     Hay tres sustancias o cosas: Dios, la sustancia espiritual y la sustancia material. Es decir, Dios, las mentes y la materia.

Una sustancia es "una cosa existente que no requiere más que de sí misma para  existir”. En rigor esta definición solamente sería aplicable a Dios porque solamente el ser supremo no necesita ninguna otra cosa para existir pero por analogía podemos también atribuir el nombre de sub~stantia a las sustancias creadas.

             El atributo (=propiedad esencial) de la sustancia espiritual es pensar. Por eso Descartes la llama res cogitans.  El atributo principal de la sustancia material es la extensión (o sea, ocupar una zona e­xtensa del espacio; es una concepción geométrica de la materia que deja de lado otras características como el movimiento o la energía). Por eso Descartes la llama res extensa.

 

  11. MENTE Y MATERIA.

    El ser humano consta de dos sustancias separadas y la relación que hay entre ambas es como la del piloto y la nave. (Se ha hablado del dualismo (=la doctrina de que hay dos sustancias) de Descartes como de la concepción del fantasma en la máquina, es decir, como si fuésemos una especie de espectro inextenso encerrado dentro de una máquina a la que hacemos funcionar).

 
      Pero el científico Descartes sabía que se da una interacción entre alma y cuerpo. Como fisiólogo intentó averiguar el punto central de esta interacción y lo localizó en una glándula del centro del cerebro: la glándula pineal. Es en ese punto exacto, según él, donde la mente se conecta al cuerpo

      Hay pues en el mismo Descartes dos líneas discrepantes de pensamiento acerca del alma y su relación con el cuerpo.

Archivo:Illu pituitary pineal glands.jpg
Localización de la glándula pineal . La glándula pineal, también conocida como cuerpo pineal, conarium o epífisis cerebral es una pequeña glándula endocrina en el cerebro de los vertebrados. Produce melatonina, una hormona derivada de la serotonina que afecta a la modulación de los patrones del sueño, tanto a los ritmos circadianos como estacionales. Su forma se asemeja a un pequeño cono de pino (de ahí su nombre), y está ubicada en el epitálamo cerca del centro del cerebro, entre los dos hemisferios, metida en un surco donde las dos mitades del tálamo se unen. (Wikipedia)
 


12. CUERPO VIVIENTES COMO MAQUINAS.

        Los cuerpos vivos pertenecen a las sustancias corpóreas, su esencia pues es la extensión. No hay motivo, dice Descartes, para atribuir razón a los animales. Son automátas. Carecen de alma. Son materia en movimiento y nada más.

        También muchos procesos físicos  del hombre  son maquinales, puramente mecánicos: Respiración, digestión, circulación y otros se producen en nosotros sin  la intervención de la mente.

        El cuerpo de un hombre vivo difiere del de un muerto como un reloj roto difiere de uno en marcha: El principio que le daba movimiento a sus funciones ha desaparecido.

 

13. MORAL PROVISIONAL Y CIENCIA MORAL.

         La duda universal no se extiende a la conducta. Pero es necesario tener alguna clase de moral incluso aunque se esté poniendo en duda todo. Por ello Descartes en la parte III del Discurso propone una ética provisional hasta tanto no alcancemos el conocimiento perfecto e indubitable.

  Esta ética provisional consta de las siguientes reglas:

     1ª.-  Obedecer las leyes y costumbres del país en el que uno se encuentre.

      2ª.-  Ser firme y resuelto en las acciones.

      3ª.- Una vez aceptadas seguir fielmente incluso las opiniones dudosas.

       4ª.- Vencerse a si mismo antes que a la fortuna ( esto es, alterar antes los propios deseos que el curso de los acontecimientos).

      5ª.-  Dedicar toda su vida al cultivo de la razón y a la búsqueda de la verdad.


      Es este un programa para su uso personal, Descartes subraya varias veces en el Discurso que no pretende que nadie le imite. Un programa práctico, pero bastante tosco, muy alejado de "la más alta y perfecta ciencia moral'' que sería la corona del árbol de la ciencia y que Descartes nunca llegó a elaborar. Esta ética científica sería absoluta como el resto de la ciencia. Se basaría en un conocimiento absoluto de la naturaleza humana y de la naturaleza del universo. Como él no pretendía haber alcanzado ese saber nunca intentó enunciarla.


      La moral provisional (en los puntos 2,3 y 4 sobre todo) está muy influida por la ética estoica. Hay por otra parte una tendencia al intelectualismo en su ética: un sistema ético perfecto exige un conocimiento previo completo de todas las demás ciencias: Este conocimiento permitiría discernir al hombre lo que está en su poder y lo que no.

Velázquez - de Breda o Las Lanzas (Museo del Prado, 1634-35).jpg 
          Velázquez, La Rendición de Breda o Las Lanzas (1634).
Obra barroca contemporánea de Descartes. En el Discurso del Método se habla de "unas guerras" sin especificar. Si se echa a volar la imaginación podríamos reconocer al filósofo francés en alguno de los numerosos retratos que pueblan esta composición mundialmente famosa. Tal vez junto a la cabeza del caballo del comandante español que recibe las llaves y consuela al vencido.





 

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