INTERDISCIPLINAR IV.

MI PRIMERA EXPERIENCIA EN EL NO-DECIDIR

 


Jesús el Cristo, Nuestro Señor

 

 

In Memoriam Nuria que falleció el 30 de marzo de 2016

 

 

 

         El mismo día que tomamos las vacaciones -Viernes de Dolores (18 de marzo)-, decidí apartarme del Instituto y de lo escolar como de la Peste, o más bien, como del sabor de un licor dulzón del que mi paladar está más que empalagado.

 

- No resultó tan fácil. -La mente tiene sus inercias. -Dejé en Daimiel cualquier papel relacionado con mi trabajo y dediqué mis horas de Semana Santa al sexo (creo que aún no está prohibido declararlo abiertamente), y al estudio del Inglés y de Esferas III de Peter Sloterdijk. Cuando me tomaba una pausa en mis tareas, recogía, barría y fregaba la casa de arriba abajo mientras Palacios y su madre seguían durmiendo plácidamente hasta las doce o la una.  O practicaba con aplicación un dueto de Fernando Sor. Hacía yoga, gimnasia o meditaba. Y fumaba lo menos posible.

 

        A esa hora fresca y solitaria de las 9 de la mañana, con el sol de la Costa metiéndose en el luminoso salón, mi felicidad absoluta era ver en la táblet de Conchi vídeos o entrevistas con Víctor Truviano.

 


 

        No solo viéndolo, pues la mayoría ya los he visto varias veces, sino embebiéndome.- De una de aquellas entrevistas me pareció que a Víctor se le había escapado una instrucción o un consejo de esos que dice que no quiere dar:

 

Y fue que estaría bien dedicarle a la semana un día a no decidir. -Él lo dijo a su modo y yo no recuerdo con detalle el modo sutil y nada autoritario en que lo dijo. Pero el mensaje era ese: No decidir nada durante un día entero. -Largo tiempo medité en ello y al final decidí hacer esa práctica los domingos.

 

- Los resultados de mi primera  experiencia en no-decidir -nunca antes había intentado nada semejante-  durante este Domingo de Resurección 27 de marzo de 2016 - fueron mucho mejores de lo que hubiera esperado. -Mi domingo sin decisiones fue un día bastante feliz pese a que era el último día de asueto que pasaba con mi mujer y, Palacios,  mi hijo.

 

- También creo que puedo calificar esa jornada de productiva, activa o aprovechada pese al hecho de no haber mantenido ningún plan ni propósito acerca de cosa alguna sino en un estado de libre disposición y de flow con todo lo que va ocurriendo.

 

        Me resultó suficiente obedecer a impulsos casi subconscientes que empujan de súbito la acción hacia un lado o hacia el otro, pero que no son decisiones. Eso es suficiente para cumplir las tareas de estudiar o de hacer la paella de los domingos en su punto y a su hora: las 17  de este día en que han cambiado la hora, "robándonos" una.

 

- (Pero ¿cómo puede nadie escamotear "una hora"? Se puede robar la Mona Lisa o la Reserva Federal del Tesoro pero un pedazo de tiempo no puedes llevártelo mientras todos duermen y esconderlo en algún sitio. De hecho, lo que se llevan en marzo, nos lo devolverán en otoño (- acortando las tardes de luz precisamente cuando los días se estaban acortando; no tiene sentido; es como darle golpes en los ojos a alguien que se está  quedando ciego)-).

 

        Ante el voto o compromiso conmigo mismo de no-decidir durante toda una jornada, lo primero que temí fue no ser capaz de cumplir ninguna obligación ni poder terminar ninguna labor inexcusable con la consecuencia necesaria de cargárselas a los demás -mi mujer y mi hijo mayormente- que no habían hecho esta promesa.- No fue así. -Cumplí con la tradición de preparar una paella de marisco para la comida familiar del domingo aunque es verdad que comimos a las cinco, en parte debido al cambio de hora oficial. - Hasta entonces, estuve charlando relajadamente con Palacios, mi hijo, tocando la guitarra y disfrutando de las terrazas.

 

        Concluyo que no es necesario tomar decisiones para cumplir ciertas tareas  como hacer la comida o barrer la casa. -Mi próximo objetivo será no-decidir durante un día laborable.

 

        En un segundo término empecé a plantearme  qué significa decidir. Parece obvio que si no decides, otro decidirá por ti. De manera que la propuesta de Truviano  nos llevaría a una pasividad ridícula y a un conformismo de esclavos.- Pero lo cierto es que mi experiencia no abona de ninguna manera esta conclusión.- ¿Me dejaba llevar?- Por supuesto que sí: En un estado mental  no-egoísta no-decidir es fluir con la situación y con los actores, de modo que las demandas de la situación y los deseos de los actores, sean más importantes que las necesidades de mi ego.

 

        Cualquier cosa que sea decidir y cualquier cosa que sea la voluntad (la cosa-en-sí, la realidad real según SCHOPENHAUER y HEGEL), funcionar fluyendo, respondiendo a estímulos sin tener ninguna intención, ningún objetivo, ninguna expectativa es un tipo de actitud bien distinta de tener un plan, un programa de acción y llevarlo a cabo. -La no-decisión es no-programada.

 

        Aunque para ser sincero, durante este domingo especialmente introspectivo a causa del ejercicio del no-decidir, a menudo tuve dudas de si había sin querer tomado una decisión. -Este próximo domingo (3 de abril) prometo intentar de nuevo la tarea recomendada por el maestro pránico Victor Truviano, acaso un avatar moderno del santo de los Himalayas Babaji o del mismo Krishna. . E informaros de ella con la mayor fidelidad.

 

 

 

 

 

 

 

MI SEGUNDA EXPERIENCIA EN EL NO-DECIDIR

Domingo 3 de abril de 2016

 

 




 

        La medianoche me sorprendió en la calle, en la vorágine de la zona de copas de la ciudad: Ya hacía rato que habíamos pasado del sábado al domingo cuando llegué a las calles de marcha después de una reflexiva caminata de 5 kilómetros por las tinieblas. Hasta las dos o las tres de la madrugada no me di cuenta de esta circunstancia y no puse en práctica la decisión de no decidir. - En medio de la noche festiva y multitudinaria con música en los locales y múltiples posibilidades de charla en la calle, parecía fácil dejarse llevar y no tomar ninguna decisión en absoluto. En realidad no fue así. Y creo que no fue así sobre todo por el miedo. Mi segunda experiencia ha sido mucho más negativa o frustrada que la primera. -Como se verá en lo que sigue.

 

        Para cuando me quise enterar de que ya estábamos en domingo y de que no era sábado, ya me había encontrado a Manu el del Gato -aficionado a la Filosofía- que me presentaba de continuo a enormes cantidades de gentes que se acercaban a saludarme con solemnidad hasta el punto de a veces tener que guardar cola. Yo me sentía agradecido pero hubiese preferido que me dejasen un rato en paz. Para quedarme a solas, de vez en cuando me refugiaba en las pistas de baile y seguía el movimiento de la música con mi cuerpo mientras meditaba (lo que en este caso significa: permanecía consciente del duelo por la muerte de Nuria). Tras un rato de baile, salía a la calle y charlaba con unos y con otros. Entre danza y charlas no me quedaba tiempo casi de fumar ni de beber.

                             

       

 

        Por fin me estabilicé al lado de una mujer joven llamada Déborah de rasgos recortados y finos como los de una dominicana. Ese mismo día se había enterado de la feliz noticia: estaba embarazada. La felicité con verdadera alegría puesto que yo no tengo hijos genéticos y debido a mi frustración me agrada que los demás procreen. Me puse a la sombra de la futura joven madre y ya casi no hice otra cosa que estar a su lado y contemplarla. Era de una rara belleza aunque no muy alta. Como siempre que veo a una mujer muy guapa, caí en un estado de docilidad y admiración. Así iba a ser muy fácil no decidir.

 

        El marido de Déborah me cayó bien de inmediato: Medía casi dos metros y tenía unas espaldas como un armario de tres puertas, un afilado bigotito era la única señal visible de su peligrosidad y antecedentes: -El marido de Deborah parecía empeñado desde el principio en obsequiarme con su amistad y en llevarme a una conversación de hombre a hombre: -Me contó que acababa de salir de la cárcel después de 12 años -aunque a esta sentencia había añadido más años de condena por agredir a un policía durante un permiso- . En una fuga que protagonizó por el medio de los campos habían vaciado dos cargadores pero no le habían dado. Recordó cómo silbaban las balas en sus oídos y fogonazos iluminaban las piedras. "Y cuanto más disparaban, yo no sé de dónde sacaba fuerzas, pero más ganas me entraban  de correr".- También contó que le había pasado el coche por encima a un guardia civil. Nos mostró cómo se bamboleaba el coche al pasarle las ruedas por encima de los huesos. Le pregunté si el guardia había muerto. "No. Pero tuvo que jubilarse", responde sonriéndose ( a su mujer también le hace gracia; yo estoy espantado). Me aclara que antes el policía le había encañonado  a él con su arma con intención de matarle y que entonces él, inclinándose sobre el asiento del copiloto, aceleró hasta embestirlo y machacarlo.

 

        -(Escucho todo esto -igual que en otras ocasiones he escuchado historias de violencia reales, incluyendo la confesión de asesinatos- y advierto la enorme diferencia entre una película y la realidad. Persecuciones policiales y todo eso estoy acostumbrado a verlas en el cine y la TV pero lo que está contando el marido de Déborah no es una película. Es lo que le pasó a él. - Le miro con admiración. Podía estar muerto. Me cae bien. Y yo sé que le caigo bien a él. -No voy a hacer ningún juicio acerca de su moralidad o inmoralidad. No decido.- Paso casi el resto de la transnochada con ellos y acabo ofreciéndoles prestarles 40 euros. Pero al mismo tiempo en que el corazón me impulsa a ayudar a este extraña y bella pareja, mi cabeza ya ha decidido desde la prudencia que si se lo presto, se lo presto mejor mañana, de día, con la cabeza fresca (como si la cabeza mojada de la noche, decidiera no-decidir y que decida al día siguiente la cabeza fresca y diurna: un Yo decide que decida el otro Yo: he ahí una endemoniada paradoja).)

 

        (Y claro, al día siguiente, me arrepiento y empiezo a hacer consideraciones como estas:- Yo les dejo 40 euros y ellos andan de bares; -yo les dejo 40 euros como a unos necesitados predilectos y ahora resulta que la madre de él tiene un BMW impresionante y pasta para dar y tomar. Pero a su hijo no le presta y le contesta que se busque la vida. -Y así un largo etcétera que son mis razones para no hacer de buen samaritano sino de prudente egoísta.

 

        En mi segundo domingo de no-decidir me levanté a eso de las doce y me aseguré de que me habían llamado seis o siete veces diversas personas que también dejan todo tipo de mensajes que no leo;  decidí dejar el teléfono en silencio o apagarlo. - Una sola decisión: apagarlo; evita una cadena larga de decisiones mientras está encendido y debas elegir si responder o no a cada llamada y mensaje.-

 

        Creo que en mi segundo domingo de no-decidir en realidad estaba decidiendo demasiadas cosas y no me sentía muy feliz. - La noche del sábado había sido un tumulto agridulce con dos caminatas de 5 ó 6 kilómetros cada una y algunas horas de baile en las discotecas. Lo mejor del sábado fueron esos dos paseos nocturnos por el

campo, solo y callado.- ¿Y Déborah, y su marido el narco ideal que se fuga siempre de todos los cercos de la policía? ¿Les llamaba, les prestaba o me hacía el sueco? ¿Dejarlo correr es decidir?

 




        - A eso de la una salí con mamá a tomar cañas por el centro sin decidir nada sobre dónde, cómo o cuándo comeríamos. Pero en el fondo y de manera subrepticia ya se había deslizado en mi intención -que no es lo mismo que decisión, aunque es un elemento de toda decisión- comer en vaso; es decir tomarme un par de cañas y esperar que nos pongan unas buenas tapas o mendigar algunas de añadidura como acabaremos haciendo con éxito en el bar España de la plaza del Pilar. - Nuestro almuerzo se redujo, -y no hizo falta más- , a dos tapas de ensaladilla rusa, dos empanadillas grasientas, dos rollitos de primavera insulsos y aceitunas y patatas fritas. Yo suelo rematar esta dieta espantosa acompañada de cerveza a presión y algún vino blanco, con uno o varios cafés con leche que casi siempre consiguen el premio de una galletita en el plato o hasta un bombón.

 

        Regresamos a caso algo chispados y yo, sin proponérmelo ni programármelo, me quedé dormido hasta las seis o las siete de la tarde. - El deseo de volver al pueblo y de recogerme en mi casa era demasiado fuerte como para no constituir una decisión pero -perseverando en la tarea- decidí no tomármelo con prisas, no marcharme con ansia, no forzar. Mamá me acompañó como casi siempre al coche. Esto nos hacía caminar muy despacio ya que ella no ve muy bien. Los últimos metros se me hicieron interminables. Mamá es muy buena y rechazó mi propuesta de llevarla en coche a su casa. -Nada más despedirme aceleré con alegría hacia Daimiel. Preguntándome si estaba en realidad decidiendo algo o simplemente siguiendo un guión prescrito que establecí hace mucho tiempo: Es domingo; volverás a Daimiel antes de que caiga el sol. -Si me deslizo por un plan que establecí al menos el viernes, ¿estoy decidiendo algo?- ¿Es posible el no-decidir?- Sí, lo contrario de decidir, para mí, es fluir: -(La actitud de fluir sin interferir. Algo que sin duda guarda relación con el estado pránico y la conciencia pránica. No deciden los demás, no decide tampoco la inercia, decide la situación: es decir la reacción más natural ante las circunstancias.

 

        Volver al pueblo antes de que caiga el sol, estar un rato con mi mejor amigo oyendo Villancicos Gitanos y un doble CD de Dépêche Mode, acariciar a Chula y a Blanco, volver a casa, etc. No fueron decisiones. Tampoco hábitos puesto que, en parte, nunca lo habíamos hecho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NOTA META-INTERDISCIPLINAR O ULTRABLOGGERIAN
 
         Siento como escritor que este lugar de publicación llamado ethicayphilosophiablogspot se va metamorfoseando poco a poco como esos peces que primero son machos y luego mutan y son hembras. Por no obscurecer las cosas con metáforas sutiles: El blog ha dejado de suministrar simplemente materiales de estudio para 1º y 2º de Bachillerato, Selectividad e Historia de la Ética para 4º de la ESO y ha pasado a ofrecer artículos más personales donde reporto mis intereses o "investigacioncillas" del presente momento.
 
            La etiqueta de INTERDISCIPLINAR tal vez sea poco más que un pretexto pero tampoco deja de ser cierto que los temas de Inedia (No-Ingesta, No-Alimentación), Abulia (No-Decisión), Educación extra-aulas, o,   por otro lado, el de Retórica y Filosofía, pertenecen de pleno derecho al campo de estudio de la Filosofía y de las cómicamente llamadas Ciencias Blandas (antaño "ciencias sociales", "ciencias del espíritu" o, simplemente, "Humanidades"), campo al que de momento, y sobre todo con usos escolares, se orienta este blog.- Pero, como habría dicho HEGEL o su legítimo sucesor SLOTERDIJK (que a su vez desciende de NIETZSCHE y de SPENGLER) todo es interdisciplinar y "lo Verdadero es el Todo".
 
            De modo que quizás no hicieran falta tantas justificaciones para confirmar y anunciar que este blog a partir de ahora se reserva la prerrogativa de editar "entradas" y comentarios personales  de diversa temática -desde el pranismo a la necesidad de dar clase fuera de las aulas- pero siempre de lejos o de cerca relacionadas con la enseñanza, el aprendizaje y la vivencia de la Filosofía.
 
            Y este pequeño alegato a favor de la libertad de opinión y la conexión o inter-disciplinariedad de todas las ciencias (o "no hay en el fondo más que una ciencia": holismo y reduccionismo en uno) me gustaría dedicársela a dos Carlos que, cada uno a su manera, han inspirado estas hasta ahora cuatro INTERDISCIPLINARIA:
 
Mi amigo Carlos García-Consuegra, estudiante de la Reina de las Ciencias y
 
Carlos-Joaquín Carmona  de 1º de Humanidades y Ciencias Sociales en el IES Juan D´Opazo, alumno de enorme talento pero no sabemos exactamente para qué. Y eso es inquietante.
 
 

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