SEMBLANZAS V. BOB DYLAN (SEGUNDA PARTE)





SEMBLANZAS V.
BOB DYLAN
SEGUNDA PARTE



          Entonces salió Slow Train Coming (agosto de 1979). Compré el vinilo inmediatamente, ansioso de seguir la carrera en vivo y en directo de Bob Dylan. Esto era algo que no te podía suceder con Erik Satie ni con Shostakovich,  ni siquiera con Miles Davis (Miles Davis todavía estaba vivo pero era tan mayor y tan legendario que era como si estuviese muerto). Tal vez Dylan fuera una suerte de Beethoven del siglo XX.

 

          Examiné el disco como me había enseñado Javi Marcos: Sin apartar los ojos de la aguja del tocadiscos y escuchando cada una de las sílabas y cada una de las notas. Por suerte, las letras aparecían en el sobre del disco y resultaban fáciles de entender. El que no aparecía era el mismo Dylan aunque me hubiese gustado ver qué aspecto tenía a sus 34 años. - Les cedía la carátula, la imagen a los constructores del ferrocarril norteamericano y era fácil imaginarse que el obrero con sombrero que en primer término levanta su zapapico o su pico para ir poniendo traviesas,  era el mismo Bob Dylan. El zapapico tenía forma evidente de cruz y se sabía que Dylan -de origen judío- se había convertido recientemente a una secta evangelista y había tenido un encuentro en un hotel con el Espíritu de Cristo, que le había salvado de la muerte y de la degradación.

          El disco no me gustó: Menudas tonterías decía Dylan: "El hombre puso nombre a los animales/. In the beginning/. In the beginning..." Pues muy bien. Menuda chorrada de letra. Partía de la idea evidentemente estúpida de que Adán hablaba en inglés in the beginning. La tonadilla mántrica de mr. Dylan era bastante pegadiza y sonaba en todas las radios y en todo local público con hilo musical:

  He saw an animal leavin’ a muddy trail
Real dirty face and a curly tail
He wasn’t too small and he wasn’t too big
“Ah, think I’ll call it a pig”

¿Qué quería decir? ¿Por qué a la gente le gustaba tanto una canción que contenía ripios evidentes como "he wasn´t too small and he wasn´t too big/ ´Ah, think I´ll call it a pig' ".- Como si el hecho de que no fuera ni muy pequeño ni muy big, constituyera una razón de peso para llamarlo pig. -Qué bien- . Dylan maduro ofrecía un chisporroteo interminable de rimas tontas con bear, sheep, cow, bull  y pig en una letanía larguísima que parecía destinada al parvulario que aprende con dibujos los nombres de los animales.

Man Gave Names
to All the Animals
 
El hombre puso nombre
a todos los animales
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
He saw an animal that liked to growl,
Big furry paws and he liked to howl,
Great big furry back and furry hair.
"Ah, think I'll call it a bear."
 
Vio un animal que le gustaba gruñir
Grandes garras peludas y le gustaba rugir
Con un gran lomo y abundante pelo.
“Ah, creo que le llamaré oso”.
 
 
 
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
He saw an animal up on a hill
Chewing up so much grass until she was filled.
He saw milk comin' out but he didn't know how.
"Ah, think I'll call it a cow."
 
Vio un animal en lo alto de la colina
Masticando hierba hasta hartarse
Vio que salía leche pero no supo cómo.
“Ah, creo que le llamaré vaca”.
 
 
 
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
He saw an animal that liked to snort,
Horns on his head and they weren't too short.
It looked like there wasn't nothin'
that he couldn't pull.
"Ah, think I'll call it a bull."
 
Vio un animal que le gustaba resoplar
Cuernos en la cabeza y no eran cortos
No parecía haber nada
que no pudiera derribar
“Ah, creo que le llamaré toro”.
 
 
 
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
He saw an animal leavin' a muddy trail,
Real dirty face and a curly tail.
He wasn't too small and he wasn't too big.
"Ah, think I'll call it a pig."
 
Vio a un animal salir de una senda fangosa
Cara muy sucia y cola rizada
No era muy grande no era muy pequeño.
“Ah, creo que le llamaré cerdo”.
 
 
 
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
Next animal that he did meet
Had wool on his back and hooves on his feet,
Eating grass on a mountainside so steep.
"Ah, think I'll call it a sheep."
 
El siguiente animal que encontró
Tenía lana en el lomo y pezuñas en los pies
Comía en una ladera muy escarpada
“Ah, creo que le llamaré oveja”.
 
 
 
Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning.
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago.
 
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, en el principio
El hombre dio nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.
 
 
 
He saw an animal as smooth as glass
Slithering his way through the grass.
Saw him disappear by a tree
near a lake . . .
 
El vio un animal tan alisado como el cristal
Deslizándose por la hierba
Lo vio desaparecer tras un árbol,
cerca de un lago...
 

http://www.goddylan.com/Letra_ManGaveNamestoAlltheAnimals.htm

 


          Qué decepción. Eso me pasaba por abandonar mis bellos proyectos de estudio sobre Mozart y comprar esta carísima actualidad de Bob Dylan en vez de seguir escuchando todas las óperas de Mozart y aprendiéndomelas de memoria. Como Dylan es una estrella del pop, del rock, del jazz-rock, del christian-reborn-rock o del blues-rock o de cualquier cosa que rime en -ock, sus discos recién editados y vendidísimos son bastante caros. -Me ha costado una pasta. - En cambio, en la tienda de discos de Cuatro Caminos, tan pequeña como un cuarto de baño pero con millares de vinilos y de cassettes a buen precio, he encontrado una selección de Las Bodas de Fígaro  por 200 pesetas. - He hecho mal en descolgarme de la cultura y tirarme al barro, al pop, al rock, o como quieran llamarlo.

          - Por pura inercia seguí analizando el disco tema a tema y oyéndolo sistemáticamente. ¿Qué le encontraba Tomás a Dylan? ¿Por qué le gustaba tanto? Cantaba como si estuviese constipado o tuviese el hocico de un oso hormiguero. Era normal que con semejante nariz tuviese la voz nasal. Su grupo incluyendo a Mark Knoffler sonaba horriblemente mal, como una panda de colgados que han ensayado dos o tres veces en un garaje y han hecho el disco de cualquier manera. Se comentaba que lo habían grabado en cinco días, en un par de horas. Y desde luego que se notaba. Vaya churro el nuevo disco de Dylan.-  Ni siquiera a Tomás Marcos -que ya era un dylanita incipiente- le gustaba. - Javi Marcos sencillamente se reía si le preguntabas qué le había parecido lo de Dylan,  y seguía entonando las cantatas de Bach en la interpretación de Gustav Leonhardt mientras sostenía la funda del disco Die Kunst der Fuge.- Por su parte,  Carlos ni siquiera sabía muy bien quién era   Dylan, en cambio conocía las canciones de Jacques Brel y podía detallarte en qué año grabó Carlitos Gardel el tango Malevaje o cualquier otro.

          Las únicas cosas modernas que nos gustaban en música eran los antiguos o los retros como el grupo español que tomaba el nombre de ese tango.

          El disco Slow Train Coming no me gustó a mí ni a mis amigos ni a mi hermano Juan. Pero como había costado más de mil pesetas de las de entonces, procedí a escucharlo y a digerirlo con todas sus letras y mensajes. Se suponía que Dylan era un cantautor y que lo importante era el mensaje.

          Los mensajes eran de una intolerancia descomunal. A Dylan se le había ido la olla hacía mucho tiempo y cada vez estaba peor. Si es que alguna vez en su más lejana juventud de vagabundo, estuvo bien, cosa que dudo. Dylan tenía la lengua viperina, y una acrimonia con muy muy  mala sombra cuando te entretenías en traducirlo y desentrañar sus cantinelas de 7 o de 17 minutos; a sus historias no se les veía el fin;  una vez había cubierto toda una cara de un LP con una sola canción-mamtram orientada a recuperar a la Sad-Eyed-Lady-of-the-Low-Lands. Las canciones de Dylan eran más largas que el Mahabharata. No se entendía qué querían decir pero estaban atravesadas en sus cacofonías por corrientes de pasiones delirantes y tremendamente negativas. Tenían razón los de Massachusetts y los del Smithsonian: debían ponerle una camisa de fuerza e internarle por la fuerza en un manicomio de lujo donde no moleste más ni haga más daño.

          Sin embargo las tonadillas pegadizas se te pegaban al recuerdo y te pasabas todo el día sin darte cuenta canturreando en tu cabeza la tontería del "In the beginning, in the beginning". Con fría antipatía y cierto aturdimiento memoricé sin querer las cuatro o cinco largas estrofas del Bautismo de Animales. Era un chiste. O quizás un acertijo ese final:

"Él vio un animal tan liso como el cristal
                              Deslizándose por la hierba.
                                   Lo vio desparecer detrás de un árbol
                              cerca de un lago..."

 

Era una canción muy desagradable y su final o moraleja no aclaraba nada y dejaba malas sensaciones. Tal vez el señor Dylan no había sabido cómo terminar su lección de Zoología en el Génesis y se había inclinado por dejarla sin terminar, por dejarla coleando en un finale de adivinanza para escolares básicos:

 

          Sí, el Animal sin Nombre es la Antigua Serpiente: ¿Qué otra cosa podría ser esa lisura que se desliza a través de la hierba? Algo bello y malvado como el cristal. Y que desaparece detrás del árbol.

 

-  ¿Qué tipo de árbol, Bob?

 

 -Pues el Árbol del Bien y del Mal, el llamado Árbol de la Ciencia, naturalmente.

 

- Y el lago, Bob? ¡No me jodas que viste un lago en el Paraíso, Bob!

 

-Sí, tío, sí, lo vi. Pero no estoy seguro de que se tratase del verdadero paraíso...

 

- ¿No estás seguro, Bob?

 

 -No, de veras no lo estoy.

 

- Estás un poco confuso, verdad? Porque no sabes qué has querido decir.

 

-... Sí, eso es.

 

          El animal al que el hombre todavía no dio nombre es la Muerte y el Pecado, el Espíritu en el Agua, la Chica de la Piscina, la Cocina del Infierno, el Genio de la Lámpara, el Monstruo del Lago Ness, una emisión de esperma, cualquier cosa que se te pueda ocurrir y que te aterrorice si lo ves serpenteando por ahí, entre la hierba, buscándote los tobillos, mordiéndote el calcañar.

 

          El Señor Dylan se había puesto muy pero que muy religioso. Se había aprendido la Biblia del Rey Jaime de pe a pa y podía recitártela versículo a versículo y en el orden que quisiera. Aparte de esta versión evangelista de las Sagradas Escrituras, Dylan había estudiado por su cuenta otras mil cosas y podía contar con detalles cómo fue la batalla de Gettysburg  y por qué la perdieron los del Sur. Estaba aferrado como una lapa a su nueva secta y debíamos aguantarle este ríspido disco porque no había forma de aplacarle y ahora con humor de perros y una agresividad nada cristiana decían que en los conciertos no cantaba sino que se dedicaba a soltar sermones más largos que el discurso de Fidel Castro en la ONU. A los incautos que habían pagado por oírle cantar, les endosaba unos sermones morales que duraban 4 ó 5 horas. Les insultaba y les llamaba cobardes por no seguir el Espíritu de Cristo. La gente, sus fans  se sentían fatal y abandonaban el local llorando.

 

          Durante algunos años, y después de este irritante encontronazo con su primer disco de "renacido" ( a los que seguirían Shot of Love y Saved, tal vez las peores producciones de Dylan; el rigorismo religioso parecía haberle embrutecido), estuve bastantes años sin querer saber nada de aquel poeta infernal y diabólico que encima se hacía el cordero diciendo que ahora era cristiano. Pues menudo cristiano:-  Su música y sus actitudes me ponían la carne de gallina. El sentimiento principal que Dylan me inspiraba era de pánico. Si me lo hubiese encontrado en una calleja desierta, creo que me habría cagado de miedo. No entendía qué es lo que quería ni lo que pensaba ni lo que nos demandaba. Durante 15 años no quise saber nada del señor Zimmermann y su extraño mundo.

 

          Sí, hasta que reapareció en 1995.- Quiero decir que reapareció en mi vida; de los escenarios y de los altavoces del planeta no se había ido nunca.  Lo recuerdo perfectamente.

 

          Sin embargo, de vez en cuando el viejo Bob seguía apareciendo en la tele haciendo alguna payasada ininteligible, cantando algo desconcertante y absurdo como siempre, la banda sonora de una película como Cold Irond Bounds, que empezaba con la directa y llana confesión de la enfermedad mental irreversible de Bob Dylan: "I begin to hear voices and there´s no one aorund..." El resto de la canción no te permitía tranquilizarte ni sacar una conclusión. "I’m beginning to hear voices and there’s no one around
Well, I’m all used up and the fields have turned brown
I went to church on Sunday and she passed by
My love for her is taking such a long time to die...
"  En todo caso desearle a Bob un pronto internamiento en un frenopático donde le cuiden y le dejen cantar hasta que se muera.

 

          No quería seguir su carrera ni sus progresos en los años 80 pero era inevitable encontrarse a Dylan hasta en la sopa mientras yo trataba de encerrarme en mi cuarto para escuchar todas las óperas de Wagner empezando por Los Maestros Cantores de Nuremberg, pasando por el coñazo de El oro del Rin para desembocar en Tristán e Isolda y de nuevo en el coñazo de Parsifal. -Ya había escuchado sin moverme ni hacer otra cosa todas estas obras en las tardes sin fin de mi adolescencia. También oía a Gustav Mahler, probablemente el más vulgar de todos los músicos de su tiempo.

 

          Mientras yo me hacía mayor de edad y me iba a Madrid a estudiar, Dylan seguía sacando discos. Como un loco. A un ritmo de uno al año por lo menos. Y yo seguía comprándolos todos para asegurarme que Dylan estaba instalado en un proceso degenerativo irreversible tanto a nivel artístico como humano, era un verdadero milagro que no se lo hubiesen encontrado reventado  en la cuneta de alguna carretera de Arizona, eso demostraba en cierta manera que Dylan era un Profeta, un Elegido de Dios. La suya con Dios era una relación tensa y rozando lo histérico. Dylan estaba muy mal y cada vez estaba peor.

 

          Sin embargo era un cantante famosísimo. Se ha dicho que era más famoso que Jesucristo porque había lugares y gentes que no conocían a Nuestro Señor Jesucristo y sin embargo sí conocían a Bob Dylan. Al parecer la anécdota sucedió en un hotel de Tucson cuando Dylan bajó la escalera principal del lobby del hotel acompañado de Jesús Nuestro Señor (con quien había tenido un encuentro real en su habitación) y unos clientes de etnia Comanche preguntaron al recepcionista quién era ese ser luminoso y triste de pelo rubio que caminaba al lado de Bob Dylan. Pues aquellos Comanches culturalmente primitivos pero ricos gracias al narcotráfico del peyote, habían visto por televisión a Dylan pero no habían sido nunca evangelizados por los sacerdotes y predicadores católicos ni sabían siquiera el nombre de Jesús el Cristo.- Y también se cuenta que en aquel momento y lugar Bob perdió los nervios y dio una paliza tremenda a los Comanches siendo secundado por sus 72 escoltas (ex-miembros del Mossad) que casi los dejaron medio muertos.

 

          No,  a Bob no le gusta que comparen su fama con la del Hijo de Dios. Bob es solo su vocero. Y nada menos que eso.

 

          A lo tonto yo llevaba merodeando en los jardines cerebrales del genio de Duluth, del Gigante del País de los Gigantes, del minnesinger de Minnesotta desde hacía una década. Formaba parte de mi memoria. Sus jingle y sus jangles como las de Mr. Tambourine se te quedaban adheridos al hipotálamo como una substancia pegajosa y perdurable.

 

          Desde 1980 a 1995 lo oí pero no quise detenerme a escucharlo de verdad;   es decir,  mirando la aguja del tocadiscos y sin hacer ninguna otra cosa. Solo compraba el material que Dylan iba sacando, por mantenerle vigilado en su larga decrepitud, admitida hasta por los más extremistas dylanitas.

 

          - Pero entonces, en la primavera de 1995, mi vida de repente cambió y lo hizo bajo la música soñolienta y crépusculaire de Desire. Igual que había empezado.

 

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          Lo que había ocurrido es que había perdido al Amor de mi Vida, a la Duende después de cuatro o cinco años de tempestuosas relaciones que nos habían llevado de aquí para allá.

 

          Ahora, en la primavera del 95 hice mi equipaje y abandoné la bella casa de campo que compartía con mi pareja en Huerta Nueva para -aterrado al principio-  irme a vivir solo. Pero según pasaron los meses en mi apartamento de soltero de Punta Doncella mi nueva soledad me empezó a parecer menos trágica... - La bahía de Algeciras lucía como una caja de joyas desde la altura de Estepona. - Manadas de chicas bonitas, bien vestidas y bien perfumadas acudían todos los fines de semana y hasta todos los días lunes al Puerto en busca de una aventura sexual completa. - En mi aparato de música con altavoces de madera de roble sonaba una y otra vez Desire de Bob Dylan despepitándose en raras rimas  sin sentido sobre Mozambique o llorándole a Sara. - (Desde luego el señor Dylan conocía mejor a su ex-mujer que las circunstancias socio-políticas de aquella lejana isla del Sur de África; Mozambique a Dylan y a su amigo, les importaba una mierda).

 

          Sin embargo me llevaría años enterarme de la gestación real de aquel disco que siempre ponía Juan Alcázar en su casa 15 años atrás. En principio me creí que Dylan era tal y como se presentaba en la portada: Una especie de trampero de Wisconsin. - Por supuesto montaba a caballo igual que Jorge Cafrune, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Carlos Gardel o Chavela Vargas. Era un "hombre de a caballo" como aquellos cantantes folk. -Y, por supuesto,  llevaba revólver. Dylan era a sus 30 años un extraño pistolero-músico, un millonario revolucionario:  andaba por las calles en un Buick del 57 recogiendo a todas las chicas guapas a las que veía con un violín o con cualquier otro instrumento musical y se las llevaba al estudio de grabación. -Juntó así, según dicen,  a más de 300 instrumentistas y los emborrachó para hacer la toma de Rainy Day Women, el comienzo enloquecedor de aquel laberinto de temas, engendros de una mente enferma. 

 

          Y estaba también la canción más zíngara del zíngaro zíniko y burlesque Dylan. Una canción que llevaba un título prosaico o cotidiano: Una taza más de café antes de que me vaya.- Aquí Bob -si es que era Bob el protagonista y no un personaje de ficción- se encontraba atrapado en el laberinto de la bohemia y de la lujuria: - La madre de la gitana de la que se ha encaprichado, echa las cartas y lee el futuro. La gitana con la que anda liado Dylan,  -como Ulises en la isla de Calipso- , tiene el vientre de bronce y sabe lanzar los cuchillos. -El padre es un energúmeno que siempre vocifera por un nuevo plato de comida.- Dylan comprende que por muy atractiva que le resulte la gitanilla, -atracción puesto que no siente por ella ni amor ni afecto-  debe largarse cuanto antes. - El clima de la canción es de hechizo y de mal rollo. Pero a Dylan le gusta adentrarse en las cavernas donde depositan sus excrementos los murciélagos:  con gran humildad pide quedarse un ratito más y lo hace pidiendo otra taza de café.

 

 -One more cup of coffee era sin duda la mejor letra de Bob Dylan pero...también la más estúpida. Al final , se convertía en un acertijo, en un puzzle si te parabas a escucharla. Y te acababa doliendo el estómago.

 

          Menos mal que con los CDs era más fácil saltarse ciertas canciones como el asperísimo Hurricane: Un vociferante y ya no nasal sino gangoso Dylan, un Bob muy pero que muy cabreado les leía la cartilla a todas las instituciones públicas y privadas de América que tenían la culpa de lo que le había pasado al pobre Hurricane Carter. - ¿Y esta era una de las cancioncillas más célebres y celebradas del excéntrico cantante americano? Pues vaya... -  Yo no  soportaba ya  ni el primer verso desquiciado y desquiciante aunque la habría podido repetir de memoria de tanto haberla oído por aquí y por allá. "I was only robbing de register..." y todo eso. Sonaba hasta en los calabozos de las comisarías.

 

          En aquella primavera de 1995 yo no solo escuchaba durante horas las canciones crepusculares del Desire de Dylan sino que vivía dentro de ellas, mi vida estaba sintonizada con el Romance en Durango que sonaba todo el día con sus lánguidos violines  en el aparato de música o en el interior de mi cabeza. - Andaba con los ojos entrecerrados como mi ídolo en su bosque de Wisconsin o "bebiendo ron blanco en un bar portugués de Savana-la-Mar". - Adoptaba su trastorno de personalidad que no sé cómo llamar pero que es una locura. Dylan me había contagiado su psicosis maniaca a través de aquel disco que yo creí comprar pero que en realidad se había precipitado él sobre mí, como dotado de intenciones y de voluntad. Sí, me estaba trastornando el juicio; ya empezaba a razonar desde la para-noia como hacía Mr. Dylan sin que eso le afectase.

 

          Entonces decidí que era tiempo de dejar esa obsesión, que ya tenía más que sobre-aprendidos todos los contenidos, metáforas e historias de la época de John Wesley Harling a Nashville Sky Line, la Rolling Thunder Revue y todos los demás. Que ya tenía bastante de Bob Dylan.- No me extraña su declaración de que el ácido (el LSD) estaba dando a la gente la actitud correcta.- Lo que quería decir Dylan es que él estaba flipado y que deseaba que su público también lo flipase.

 

          Como ya no veía a Marcos Mosquera, ya nunca oía las Suites Escocesas de Bach. Como ya no veía a Javi Marcos ya no me interesaba la Misa Glagolítica ni rarezas así. Ya solo oía a Dylan. Me estaba empobreciendo y debía volver a mis viejas y sanas costumbres.

 

          Durante unos meses, conseguí mantenerme alejado relativamente de la música de Dylan y alimentarme de la de otros (mis amigos y mi novia principalmente). Pero a largo plazo no pude mantenerlo.- Mientras yo me mudaba a una casa en la playa en la Bahía del Cristo de Estepona, Dylan ya había sacado otro disco: Time out of mind.- Naturalmente, lo primero que hice fue ir a Málaga y comprarlo en el Corte Inglés. Ese disco me deslumbró. Sin darme cuenta, me había convertido con los años en un fanático de Bob Dylan. Es decir, en un imitador.
 
 
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          ¿Qué merecía la pena imitar de aquel hombre excepcional, en qué consistía ser un imitador de Dylan? No por supuesto en disfrazarse de Bob Dylan, llevar sombrero, el pelo largo en guedejas ovejunas, collares, crucifijos, ajorcas, anillos mágicos, talismanes egipcios diversos, plumas de pavo real y de marabú. Disfrazarse de Dylan era en cierta forma más fácil que adquirir el aspecto de la Pantera Rosa. En Ibiza y en los conciertos yo había visto muchos norteamericanos mejor o peor ataviados de Dylan: con sombrerito, pañuelo vaquero y, por supuesto, caballo. Era el look más habitual entre los neo-hippies o indios del Indiana.- Como ya he dicho que yo detesto a los hippies, al rock y a los 60, tampoco podía adoptar esa forma vulgar de parecerme a mi Ídolo, Buddha in european clothes, el Portavoz de una Generación, el Príncipe de la Canción Protesta, el Chaplin de la Música Ligera.

 

          No, lo mío sería más sutil:

 

          - Para empezar me compré Blonde on Blonde (1966) y escuché impávido y sin parpadear  los 11 minutos 43 segundos de Sad Eyed Lady of the Lowlands. Una oleada de dulzura avanzaba con  aquella canción, la más larga del mundo. Pero luego me paraba a leer la letra y, como siempre, no entendía muy bien qué quería decir: ¿Me debo marchar o debo esperarte? -Por intuición o por cotilleos, me imaginaba que la Sad-Eyed-Lady era Sara Lownds, la misma mujer de Desire. -Sara o Sarah, el Único Amor de Dylan era una mujer bellísima, eso seguro.- Se habrían divorciado, tal vez no se hablasen o se encontrasen nunca, pero él ya la había convertido en uno de sus personajes. En el panteón dylanesco, Sarah, la Madre Judía, emparentaba con Isis en Egipto y con otras metamorfosis.

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Bob y Sara

 


          - A la semana de haber comprado Blonde on Blonde, me sabía de memoria todas y cada una de las canciones y podía repetirlas como quien repite una fórmula en chino o en sánskrito: ¿Qué quería decir con eso de "everybody must be stoned" ("todo el mundo debe estar colocado")? ¿De verdad creía el poeta visionario Dylan que todo funcionaría mejor si todo el mundo fuese a su trabajo colocado?, ¿el ácido estaba dando a la gente la actitud correcta?, ¿y cuál era la actitud correcta?, ¿la de Dylan?

 

          La melodía y la orquestación Nueva Orleans eran mucho menos ambiguas que el texto: Rainy Day Women con su macizo sonido de fanfarria que avanza, tenía un mensaje muy claro: Desmádrate.

 

          A continuación compré Bringing it all back Home (1965) y Highway 61 revisited (1965) que contenía mucho rock and roll, es decir, música acelerada, rítmicamente monótona  para mover el culo y rotar sobre la punta de un pie como si apagases una colilla. -Pero  al final aunque fuese rock, era de Dylan.

 

- Menos mal que en otros discos como John Wesley Harding (1967), Nashville Skyline (1969), New Morning (1970), Pat Garrett and Billy the Kid (1973), Planet Waves (1974) y sobre todo Blood on the Tracks (1975) volvía el gentil trovador con sus historietas sobrenaturales y terroríficas de siempre como ese cuento de Chejov sobre Frankie Lee y Judas Priest.- (Se cuenta que si resuelves el acertijo de esa canción, la palmas inmediatamente: ¿Qué demonios querrá decir? Aunque en la última estrofa el propio autor aclare el mensaje o moraleja:

 

"The moral of this song
Is simply that one should never be
Where one does not belong.
So when you see your neighbor carryin’ somethin’
Help him with his load
And don’t go mistaking Paradise
For that home across the road
"

 

          Lo que no hacía sino poner peor las cosas. -Uno se sentía aleccionado, tras escucharla, pero no sabías exactamente qué habías aprendido.

 

          Era un Dylan más country, más folky, más camp, más soft, más smooth jazzie, más adult-oriented, más johnnie...   - No como en el ciclo de Blonde on Blonde que parecía siempre tomado de anfetas y pilotando borracho por alguna autopista.- Sin haber incurrido todavía en la investigación de su vida personal ni en la aventurada lectura de biografías, no podía evitar haber oído algo sobre el accidente de moto de los años 60 o sobre la separación de Dylan y de Sara Lownds.

 

-Por un lado solo me interesaba la obra de Dylan, su poesía; no su vida privada, su prosa.-  Por otro lado, era difícil ser un estudiante de su obra sin plantearse alguna conjetura sobre sus circunstancias biográficas:  -Daba la impresión de que en su época rockera Dylan (finales de los 60) se había pasado al lado salvaje, parecía un yonqui: siempre fumando, siempre con gafas negras, flaquísimo como un espárrago o un alambre de melena rizada y soltando despropósitos entre carcajadas y aspavientos de drogota; en fin, el tipo de comportamiento  que se espera de una estrella del   rock. - Pudiera ser que a  raíz del accidente y de su matrimonio con Sara, Dylan se hubiese calmado un poco. Ahora cantaba más despacio. A veces -como en Wedding Song- era tan romántico que hasta podía sonar empalagoso. Era entonces cuando nos dábamos cuenta de hasta qué punto estábamos enamorados de Dylan. Después de casi 20 años oyendo su desasosegante discurso.

 

           Casi me daba igual qué tipo de formato musical estuviese escogiendo para expresarse; yo le amaba a él. Aunque Dylan cantase tosiendo en un aserradero de un bosque o en un garaje con el solo acompañamiento de un perro que ladra o aúlla, aunque Dylan cantase con la aspereza gutural de un fumador compulsivo viejos mainstreams de la canción folkórica norteamericana como Tommorrow Night, aunque desafinase a veces como un anciano, de 40 años,  aunque se pusiera a berrear y a hacer la percusión con un balón desinflado o con dos piedras, me interesaba muchísimo.

 

          También había oído que en ese final de los 60 Dylan había sufrido un pico maniaco y en el curso de tan solo 6 meses había sacado 60 vinilos. Y todos eran no solo buenos sino geniales.- Qué locura.- Viviendo a esa velocidad no me extraña que Bob casi perdiese la vida en la carretera.- Sin haber cumplido los 30, Dylan parecía el Abuelo de su Generación: tenía cuatro hijos, era millonario, había vendido 6000 millones de discos (repito: seis mil millones de copias), de modo que había más discos y reproducciones de las canciones de Dylan que terrícolas y  la NASA estaba barajando la posibilidad de exportar sus discos a otros planetas y galaxias ya que el nuestro se había quedado pequeño para este inusitado fenómeno de superventas. Además Bob Dylan era mucho más famoso que nuestro Señor Jesucristo como probaron aquellos dos comanches que se llevaron la paliza.

 

          Ser un imitador, haber contraído la enfermedad del fan-atismo o de pertenecer a los dylanitas (eruditos en Dylan a la vez que adoradores; por ejemplo, el escritor Benjamín Prado) se traducía en una constante presencia mental de sus canturreos y raros versos en mi cabeza. Había sido devorado por el universo emocional de Dylan. En aquella época -hacia el 2000- me enteré del acoso al que había sido sometido el señor Dylan por un colgado que se obsesionó con sus canciones y anduvo merodeando por su casa y su cubo de basura. El señor Dylan , harto de aguantarle,   un día le había dado una paliza, como hizo con los comanches.

 

          - Yo no quería llegar a un estado tan lamentable como el de aquel fan que encima presumía de haber tenido al señor Dylan, durante la pelea, más cerca que nadie a excepción quizás de su propia esposa.- ¿Y si yo terminaba como el asesino-fan de John Lennon? -A mí la música de Lennon no me gusta. Pero eso no es motivo para descargarle un revólver en la cabeza al pobre marido de Yoko Ono. No señor.

 

          - ¿Y si dejase de pensar tanto en ese simple ser humano, más bien bajito y narizón, y que lleva toda la vida con nosotros? - Era más difícil que dejar de fumar...- Volví a mis viejas y sanas costumbres y me dediqué a escuchar músicas de la Edad Media y otras cosas en mi casa de la bahía de El Cristo en Estepona. Volvía otra vez a Johann Sebastian Bach. Lo más popular o comercial que me permitía era el Carmina Burana de Carl Orff. A hurtadillas oía un poco de flamenco (Radio Tarifa) o música hindú con la Maha-Vishnu Orchestra o de Ravi Shankar.-

         

          Entonces volvía a sentir que me había alejado de la vida buena por culpa del excéntrico bohemio de nariz semítica:-  El rock y la música juvenil eran de nuevo una patochada con letras para descerebrados y escritas por descerebrados: "Labios de fresa, sabor de amor, pulpa de la fruta de la pasión... ". Aahggg... qué asco.

 

¿Cómo había podido vivir fascinado durante tantos años por la luz tamizada de los bosques de Wisconsin, por los atardeceres anaranjados y las melancholica de Dylan? -Era mucho más digno pasarse la tarde llorando mientras escucho el Pequeño Cuaderno de  Anna Magdalena Bach ("Bist du bei mir") y pienso en mis amores perdidos.

 

-Pero al final, en algún momento, como el drogado que vuelve a su vicio, volvía a poner alguno de los requeteconocidos discos de Dylan, rock and roll o no... - Oía al músico argentino contemporáneo Mauricio Kechel en Radio2, intentaba escapar. Pero su música -la de Dylan, claro- sonaba siempre en mi cabeza, sonaba en mi corazón.

 

          Hacia el año 2000 yo no era más que un imitador del Gran Bob. Me consideraba infinitamente inferior a Él no solo como artista sino como ser humano. Yo tenía que aprenderlo todo de él y él en cambio no creo que tuviera nada que aprender de mí. - No, no era Dios pero sí una especie de semidiós. -Ya había caído ya en la abominación de coleccionar biografías y de llevar un dossier con recortes de periódico o impresiones de material de internet. Quería saberlo todo sobre él. Como el psicópata sobre su víctima. Mis archivos se volvían cada vez más voluminosos puesto que un artista que ha vendido más de 6000 millones de discos, genera un verdadero océano de noticias. Pero yo tenía confianza en que alguna vez lo habría oído todo de él y de que finalmente podría entender qué quería decirnos. Y así liberarme de su obsesión.

 

          En eso estaba cuando el 11 de septiembre de 2001 me sorprendió en Málaga. Ese mismo día, -calamitoso pero a la vez histórico para América y para todos- , publicó Love and Theft. Yo lo tuve en mis manos en Málaga al día siguiente. Casi era como tocar a Dylan a sus 55.

 

 Resultado de imagen de love and theft bob dylan

Pasmado procedí a escuchar de un tirón todo el disco sin moverme del sofá frente a los altavoces ni permitirme más distracción que leer, traducir e interpretar las intrincadas letras: desde la jocosa pero enigmática historia de Gemelos de América (Tweedle Dee  and Tweedle Dum) hasta la muy romántica y dulce balada Sugar Baby , pasando por aquel tema enorme y que parecía haber nacido desde el principio como una obra maestra del cancionero norteamericano:  Un tema que parecía existir desde siempre y recogía el Espíritu de América: Mississippi.
 
          - Era el mejor disco que Dylan había publicado en su vida.
 
 ...Y eso que llevaba por lo menos una treintena de LPs oficiales y había vendido 14.000 millones de sencillos (dos por cada habitante del planeta). Caramba con el worn-out star, caramba con el old business-man. -Dylan me había engañado como un Jokerman en su Empire Burlesque : yo que le creía en un proceso irreversible de decadencia desde 1975 y ahora  resulta, un cuarto de siglo más tarde, que renace  de sus cenizas.
 
- Durante aquel otoño no hice sino escuchar aquel disco a todas horas. Lo escuchaba de una manera tan obsesiva que al final me entraban ganas de vomitar. Me asaltaban las náuseas en cuanto escuchaba los primeros acordes acelerados de rockabilly del primer tema, como si irrumpiera un tren que no se sabe a dónde te lleva: Could it be Heaven or could it be Hell.-
 
          Si volverse loco es perder el sentido de la realidad o el de la propia identidad, yo me estaba volviendo loco. Tenía la cabeza como una jaula de grillos aficionados a las tonadas de Bob Dylan. La impresión que me estaba haciendo Love and Theft -y, ay, el dolor de no entenderlo aunque su inglés ya fuese transparente como mi lengua materna- me estaba volviendo un poco majara:  la Ciudad de Costa contaba con un numeroso ejército de esquizofrénicos, transtornados, disociados, alcohólicos y drogadictos callejeros. En la jerga de Málaga, se les llama "majaretas" (y otros sinónimos).- ¿Acabaría siendo un homeless loco más que no puede pensar en otra cosa más que en Dylan? ¿Existirán curas de desintoxicación de Dylan y talleres ocupacionales para desengancharse de Mr. Tambourine? -Dejar de oírle, era más difícil que cortar con la heroína.- Además, las circunstancias de mi vida -que no vienen al caso- también se volvieron extremas aquel curso aciago y violento de 2000-2001.
 
- Y ¿cómo estaba el Rey de la Canción Protesta, el Portavoz de una Generación, el Icono Adolescente de la Lucha por los Derechos Civiles, cómo estaba y qué pensaba del mundo el Gran Bob Dylan?
 
          Aunque hubiese escuchado 18.000 veces sus canciones, seguía sin entender ni papa: Dos gemelos agoreros que al final se separan,... "sólo una cosa hice mal:/ quedarme en Misisipí un día de más..."
         
          Resignado finalmente tras analizar sus canciones una a una, traducirlas e interpretarlas como si concentrasen el Último Misterio del Universo, resignado a no entender la voz sagrada del que ya era mi ídolo, podía enumerar una serie de razones por las que me sentía inferior a God Dylan:
 
          - 1º) Él parecía feliz y realizado mientras que yo me sentía infeliz y desdichado.
 
          - 2º) Él ya había hecho una obra ciclópea que hablaría a través de los siglos -lyrics que removieron los nervios de varias generaciones, melodías que ya formaban parte del viento respirable de la Tierra,- mientras que yo no había terminado ninguna.
 
          En estos dos hechos incontrovertibles, -o al menos eso me parecía a mí- , se basaba mi devoción. Amar a un Ídolo humano no queda tan lejos de adorar a Cristo o a Krishna. Creo que los que creen en el Dios Personal con Hari Nama  son más sexuales o necesitan mayor intensidad inter-comunicativa que los impersonalistas o los ateos clásicos. - El Ateísmo es una religión de autistas.   
 
          En todo caso muchas veces me tenía que repetir a mí mismo que Dylan no era Dios y contenerme  para no dibujarlo como Krishna. Su disco Love & Theft me estaba dejando tarumba y mi vida avanzaba por senderos intrincados hacia la profundidad de las cavernas que guarda la ciudad de Málaga solo para sus visitantes más exquisitos.
 
          Y de nuevo quise separarme de Dylan tras noches lúgubres oyendo hasta la extenuación, repitiendo hasta la locura sus canciones antiguas e infidels más raros... Al final en medio del desorden de mi vida de entonces -noches casi todas en blanco e incidentes criminales- di en pensar que en realidad Dylan era el Demonio, el mismo Demonio hecho carne.
 
          -Ya sé que el demonio hecho hombre (tal vez) no existe; parecerá una especie de paranoia más que evidente que lo fuera Dylan. Pero no lo veía yo así en el invierno y la primavera de 2001 ni en la aún más aciaga de 2002: Dylan y su música formaban parte de un plan infernal y por eso tenía tanto éxito durante tanto tiempo. Nadie había aguantado lo que él. Elvis Presley, John Lennon, Kurt Cobain, Camarón, Michael Jackson, Cassius Clay, Prince, Paco de Lucía y muchos otros habían caído antes que él. Nadie había vendido a la larga tantos discos como él.
 
          A veces lo mejor de Dylan era una simple cassette pirata o infidel que te vendía un hippy inglés que vivía en la montaña, en el mercado de Sabinillas. Era una grabación sumamente rústica cuya carátula reproducía un retrato de Dylan en blanco y negro, una simple fotocopia recortada. No figuraba ninguna productora ni compañía discográfica. Pero en aquel tosco soporte sonaba un Dylan rarísimo grabado no sé dónde. Dylan en aquella grabación parecía a ratos enloquecido por el ácido y gritando en un ataque de violencia que ya no era de este mundo..., y en otros momentos colgado de un relax igual de extremo con sinfonías y melismas a lo Pink Floyd. -De los innumerables discos de Dylan que en mi vida he oído, este es sin duda mi preferido. Aunque no sé ni qué nombre tiene ni cuándo se grabó. Es más, lo he perdido hace mucho tiempo, tal vez en una mudanza o se extravió en la guantera de algún coche. Ni siquiera me acuerdo de qué canciones componían aquella cassette sin etiquetas. Dylan en aquella grabación pirata parecía totalmente adormecido, tal vez bajo los efectos del opio. A ratos babeaba, a ratos se reía, hacía lo que le daba la gana porque no estaba grabando un  disco ni tampoco actuando en  directo. Más bien estaba experimentando y cantando porque sí, sin ningún objetivo en particular. En cierta forma era como si Dylan estuviese viviendo su romance con la música, su descomunal romance con la música,  y alguien lo registrase. El resultado era un Dylan sonámbulo, medio zombi versioneando sus propios temas hasta hacerlos irreconocibles con un  grupo de guitarras y teclados de rock sinfónico que gemían lentos o ladraban iracundos como él.
 
          De esta manera el Espíritu de Dylan se había apoderado de mí a lo largo de los años, desde aquel lejano dia en casa de los Marcos en que me llamó la atención la carátula de Street Legal con ese hippy flaco, de melena rizada y nariz judía esperando algo al pie de una escalera de suburbio. -Parecía como si lo hubiese decidido él, Dylan, y no yo...
 
          Cinco años después  de Love and Theft apareció Modern Times (2006) que no desmerecía la calidad del anterior. Era evidente que no estaba senil: La productividad que desplegó en los años siguientes no hacía más que confirmarlo: No se conformó a sus 60 solo con las giras y los discos, sino que creó un programa de radio -Radio Theme Hour- que se convirtió en uno de los más populares en los países de habla inglesa. Además expuso sus extraños cuadros que me recordaban a Matisse o a Cézanne y que me parecen fascinantes solo porque los ha pintado él. - Puso banda sonora a varias películas con las que siguió ganando galardones (Things have changed) y publicó Together through Life (2008) y Christmas in Heart (2008).
 
          Con este último alarde, el Viejo Maestro nos dejó sin palabras pero nos tocó el corazón a todos: Bob Dylan cantando villancicos: Casi era imposible no llorar en la Navidad del 2008 escuchando a Dylan cantando el Tamborilero (Little Drummer).- Me pareció que ya no pretendía ser original ni hacer letras tan complejamente poéticas como Hard Rain. - Ahora solo quería conmovernos.
 
          Pero lo mejor fue cuando sacó su autobiografía, es decir, Chronicles I.  Mi admiración por el mayor artista musical del siglo XX se duplicó tras leer sus memorias: No estaba tan loco; lo que pasa es que era superior e incomprensible.
 

          Sepultado por un exceso de adoración al ídolo, yo no podía ser yo mismo. Yo era un triste imitador de Dylan al que consideraba por muchas razones superior a mí en cualquier sentido.- Mis viejos y nobles hábitos musicales los había abandonado tiempo atrás por él y ahora ya ni siquiera estaba seguro de que una sola página de la Tempestuosa de Beethoven contuviese el mismo número de transiciones que veinte canciones de Dylan. Es decir, que ya no estaba seguro de que la llamada "música clásica" o "música seria" fuese superior a la de Dylan. Me estaba quedando pillado con Dylan o tal vez llevaba 20 años colgado... Hasta me gustaba pronunciar el nombre de Dylan como pronunciar el santo nombre de Dios, el Hari Nama. Le adoraba. Y siempre que pensaba en él y en sus canciones, me invadía la alegría. Me sentía feliz de que un hombre así  viviera en mi misma época y sobre el suelo del mismo planeta. Me sentía privilegiado por ello.  -De hecho era posible que mi oído durante un concierto se pusiera en contacto con la onda sonora que despedían sus labios; es decir, podía oírle en directo.- Y así lo hice en tres ocasiones.
Es difícil explicar a alguien que no sea fan, que no tenga un ídolo lo que significa escuchar a nuestro músico en directo, aunque sea desde un rincón obscuro en la masa del público ir a tener un encuentro personal con él, ir a verle en carne y hueso, como si no fuese una leyenda y un mito, una cierta aureola de jugador de cartas en un barco a vapor del Misisipí, tal como se había retratado a sus 55 años en Amor y Robo (2001). Como si Dylan no fuese Dios sino hombre con dos piernas delgadas pero activas que cruzaba a menudo como si quisieran escapar corriendo:

 

Es difícil describir ese momento con el alma en suspenso, cuando hay un silencio o un rumor de inminencias entre el público, los teloneros hace tiempo que se retiraron -la telonera era Amaral sin su habitual pareja guitarrista y cantante, por tener una lesión en una mano- , todas las luces se apagan, la voz estruendosa del locutor que no dirá ni una sola sílaba en español, anuncia al Columbia Artist, como si Dylan pudiese tener propietario. Pronuncia Su Nombre con acento triunfal y la gente aplaude desconcertada. -Pronto se advierte movimiento en el escenario a oscuras todavía. -Salen primero con sus sombreros los  músicos de la banda  de Dylan y de pronto, sin estridencias, por una esquina aparece una figura flaca y canija con sombrero, el clamor que persigue su aparición hace evidente que no estoy soñando: Estoy viendo a Dylan con mis propios ojos y doy muchas veces las gracias a Dios por este milagro que no creería que nunca se produciría.- El alma todavía duda un momento de si ese que viene aclamado desde bastidores será o no el Hombre-Dios, el Zar del Blues, el Jesucristo Ruso-Americano, el Judío Errante , el Gipsy King, el Gigante de la Tierra de Gigantes: Pero aun antes de que empiece a cantar "Everybody must get stoned", ya está fuera de toda duda por los gritos y el vendaval emocional que flota en el recinto del estadio de fútbol de Motril (julio de 2004), que es él: Dios mío, ¡estoy oyendo a Bob Dylan con mis propios oídos, su voz no grabada sino en vivo!

 

 

Dylan, el ocultismo del mito
Editorial Por Juan Enrique Gómez - director de IndyRock
Gira 2004 y 2006
 

Nadie duda que Bob Dylan se puede permitir lo que desee, pero con lo años parece que el mito se ha vuelto reservado. Su música sigue siendo un lección de creatividad, buen hacer y una constante victoria contra el paso del tiempo, modas, esnobismos y nuevas tendencias, porque Dylan ha sabido poner en mayúsculas la palabra evolución. Donde sí ha sufrido una regresión es en su tratamiento a quienes tienen como objetivo divulgar sus trabajos, informar de sus giras y conciertos. En su presencia en España la imagen de Dylan ha sido un secreto celosamente guardado para quienes no han pagado el precio de la entrada de sus conciertos, incluso para los que acudieron resultaba difícil distinguir a Robert Zimmerman bajo un sombrero negro, semiagachado sobre un teclado de piano electrónico a la derecha de un escenario cuyo "front line" permancía vacío casi la totalidad del espectáculo. Una profunda decepción para miles de seguidores que deseaban contemplar al Dylan de siempre, aunque su imagen física esté, lógicamente, gastada por los años. No importa la imagen, sólo se analizan, disfruta y corean las canciones. Dylan ha olvidado otros tiempos y se apunta al carro de los "divos" que malinterpretan los deseos de su público y de los que, no pudiendo ir a sus conciertos, quieren verlo, aunque sea en fotos de periódicos e imágenes de televisión. Desde su llegada a España (ya lo hizo en anteriores giras) la presencia de fotógrados de prensa y cámaras de televisión ha estado expresamente prohibida, a pesar de las protestas de los promotores de los conciertos. Dylan se suma a la cada vez más larga lista de los artistas que atentan contra la libertd de información. Se olvidan de que son personajes públicos y que lo que ocurre en sus conciertos es de interés general. No quiero que me pirarteen. Solución, cortar las alas a la profesionales de la información. Para preservar la imagen su mánager no duda en provocar colas interminables de acceso al concierto mientras los "vigilantes" registran bolsos y bolsillos a la búsqueda de cámaras fotográficas. No sirve para nada, el público entra con cámaras y los flashes se multiplican por doquier. Sólo los profesionales se ven coartados para hacer su trabajo en beneficio del artista, los promotores y la cultura de conciertos. Nadie pudo conseguir publicar una buena imagen. Todos teníamos la foto, e incluso la imagen de televisión. Todas han sido conseguidas con cámaras ocultas, y por tanto, de calidad mínima. Resultado: Dylan aparece en la oscuridad, más viejo y cansado que nunca. ¿Qué ha evitado? La respuesta es sencilla: que los profesionales de la prensa pudiesen conseguir una imagen con la que transmitir a ese Dylan que todos queremos ver. Se habría conseguido la imagen de un Dylan que aún hace preguntas al viento.




BOB DYLAN+AMARAL 

Estadio Municipal de Motril. 10-7-04

Por Jesús S. - IndyRock

Eva Amaral salió al escenario en un puro acto de valentía que deberíamos reconocerle, armada únicamente con una guitarra acústica debido a una inoportuna lesión de Juan Aguirre. Aun así dejo patente la calidad de su voz en una corta actuación con versión de "Universal" de Lagartija Nick incluida. El público reconoció su esfuerzo y aplaudió el intenso "Sin ti no soy nada" con el que cerró su breve actuación. 

Dylan y su banda aparecieron pasadas las diez de la noche, recibidos por una fuerte ovación que pronto se apaciguó cuando "Maggie´s farm" comenzó a sonar. Tal vez no sea este el Dylan del 66 ni el del 74, pero sigue siendo Dylan, y ahí le teníamos en cuerpo y alma, con una actitud intencionadamente tímida, apartado a un lado del escenario detrás de un pequeño teclado que no abandonaría en toda la noche. Desde ese inesperado para muchos parapeto, el genio de Minnesota y su fabulosa banda ejercitaron un intenso ejercicio de rock en el que las raices folkies del maestro dejaron paso a devaneos más que experimentales. Blues ácido en unas fases, un poquito de jammin´ en otras, la banda de Dylan atacó  poderosamente un set list bastante aleatorio donde Dylan mezclaba sus composiciones más recientes con un puñado de temas que en sí mismos son todo un regalo del cielo, como "Highway 61" y "A hard rain´s a gonna fall". Aun así el bueno de Bob no quiso, como siempre, ponérselo fácil a un público que en buena parte quería corear estribillos conocidos. No, el señor Dylan sigue siendo el mismo tipo ácido de siempre, y su carisma es tal que le lleva a incluso poner cara de importarle un pimiento que tengamos que esperar un buen rato para ver si esos riffs iniciales corresponden finalmente a una hipercalórica versión de "It´s allright mama" o si ese teclado que da paso a una mandolina no es si no una alocada toma de "Girl from North Country". 

Temas que tras cuarenta años han ido siendo re-arreglados infinidad de veces hasta convertirlos en otra cosa. 

Sin embargo, el tratamiento que Dylan da a sus temas más recientes (sonaron "Not dark yet", "Tweedle Dee and Tweedle Dum", "Summer days") es claramente cercano al original, con poderosas bases rythm n blues, y toques country que los conviertieron en lo mejor de la noche, hasta los bises, claro. Porque en los bises Dylan sí que lo tuvo claro enlazando brillantemente una caótica "Mr. Tamourine Man" con "Like a rolling stone". El punto álgido, el sorprendente final con una dura "All along the watchtower" que sí que dejó un buen sabor de boca a todos los que adoramos a este tipo. Tal vez sea cierto lo que mucha gente comentó al concluir la actuación, en concreto se echó en falta a un Dylan más en primera línea de fuego armado con una Fender o una acústica, pero bueno, el detalle carece de importancia si uno repasa mentalmente lo vivido y lo oído, y más aun cuando queda claro que Bob Dylan sigue estando en buena forma. Siempre ha ido a contra corriente, y el nuevo milenio no va a suponer un reblandecimiento de sus conceptos ni nada parecido. Acidez, personalidad, un cancionero inmejorable y una banda cojonuda para un maestro entre maestros. 




Crónica


UN CLÁSICO NADA CONVENCIONAL
por Luis Miguel Albarracín

   Mientras en Berja se celebraba una corrida de toros, en Motril comenzaba a impregnarse el ambiente emocional de una velada exquisita. No existía  en los alrededores del Campo Municipal de  Fútbol Escribano Castilla el  movimiento de otros grandes conciertos (como el caso de los Stones en Benidorm, por ejemplo), ni la estética primaba con patillas, tatuajes o peinados varios. Las personas que acudieron a la cita civilizaron siempre y lo querían pasar bien sin realizar grandes aspavientos. Mejor que mejor. Cuando a las ocho se abrieron las puertas, el escenario aparecía a la izquierda, y el césped invitaba a echar un partidillo antes de la hora de Robert Allen. A la derecha se situaron las barras. Menudos precios por una mierda de refresco saturado de cubitos, qué hijos de puta. ¿Se creen que somos idiotas o que tenemos propiedades en Miami y nos podemos permitir ciertos lujos? Una cosa es que nos gastemos la pasta en una entrada y otra que seamos gilipollas y pasemos por todos los aros. 

   Los seguidores del viejo Bob fueron tomando posiciones, y poco a poco el aforo fue completándose de manera paulatina y sin grandes aglomeraciones. Sobre las nueve, aun con luz solar, saltó al escenario Eva Amaral, con su guitarra acústica y su voz. Tocó una canción de Lagartija Nick y dejó un buen sabor de boca en la escasa  media hora que estuvo en el escenario. Juan Aguirre tocó la armónica en algunas canciones e hizo público el poco estilo que tiene sobre un escenario, algo así como un pato mareado a punto de hacerle un control de alcoholemia. 

   Poco antes de las diez los ánimos ya estaban por todo lo alto. Ver a Bob Dylan en Motril no podía pasar desapercibido para los amantes de la música, y a estas alturas de su carrera no se puede perder de vista al guitarrista de Minesota. Se rumoreaba que se situaría a un lado del escenario, acariciando las teclas del órgano y silbando sonidos ancestrales en su armónica. Los malos augurios se cumplieron, y ahí empezó la caída en picado. Muchos de sus fans le pedían que tocara la guitarra, pero fue imposible, menudo tostón tuvieron que tragarse los que fueron a verle. Porque una cosa es ser comercial y un títere en manos de los demás, y otra es no hacer ninguna concesión a todos sus fans. Su voz parece que la ha comprado en una tienda de todo a un euro, y los arreglos de sus canciones resultan infumables. Queda muy bonito escribir que un artista se reinventa, pero se puede caer en el riesgo de reventar una obra. Bingo. Bob lo ha conseguido. La banda que lo acompaña es de lujo: Tony Garnier en el bajo (ha acompañado a Dylan en las últimas cuatro giras por España); Larry Campbell en la guitarra, slide guitar y pedal steel; George Receli en la batería; y Stu  Kimball musicando al frente de otra guitarra, pero yo no fui para ver a la banda, para esos menesteres ya conozco a los Stones. Yo fui a ver a Bob Dylan, con su guitarra, su armónica, centrado en el escenario y escupiendo por esa boquita todo lo que él ha convertido en poesía. Tampoco creo que sea una cuestión de edad. Entiendo que seguramente estará harto de ser un songwriter y quiera hacer giras diferentes, pero yo no quería verlo así. 
 

   Focalizó la actuación  en su último disco, "Love and theft" e incluyó temazos de toda la vida, como Mr. Tambourine Man o Like a Rolling Stone. Pero aquello no era lo que había ido a buscar. ¿Decepción? Bastante. Ahora pienso que posiblemente la carrera de Dylan ha sido siempre así: cuando tocaba y triunfaba en un formato acústico rompió con todo y decidió usar un formato eléctrico para sus actuaciones. Y cuando todo el mundo lo quería ver en su versión de songwriter en Motril, él ha creído conveniente que su público conozca mejor su perfil que su rostro. Un tira y afloja constante que todavía perdura. Pero entonces, ¿dónde está el secreto para que Dylan continúe llenando estadios allá por donde va? Se podrían escribir cientos de libros sobre el tema. Siempre he pensado que Zimmerman ha impregnado su música de una filosofía de vida, de una forma de ser. Alejado de las ventas galácticas de los Beatles, ha sabido hacerse un  hueco dentro de la industria, y ha ido saboreando cada momento a cucharaditas pequeñas, sin pensar en la siguiente. Y eso es lo que también transmite su música. Un folk que hace agradable la vida. La filosofía de saber qué lugar ocupa en cada momento, la de persona que quiere ser músico y no le preocupa nada más. Una carrera que dura toda la vida, alejada de todo tipo de presiones. No queda ninguna duda: se ha ganado el respeto de todos, seguidores y detractores. Respeto.  No hay nada más importante. Y él lo ha logrado y mantenido desde...uff, mucho tiempo. Arrieros somos. 





Tour 2004
BOB DYLAN + Amaral
07/07/04, Barcelona, Poble Espanyol-22:00h-40€ +
Agnes
09/07/04, Benidorm, P. de Toros Benidorm-22:30h-TBC
10/07/04, Motril, Recinto Ferial-22:00h-33€ anticip/36€ taquilla
11/07/04, Córdoba, P. toros Córdoba-22:00h-33€ anticip/36€ taqu.
14/07/04, Alcalá de Henares, Huerta P. Arzobispal -22:30h-TBC

15/07/04, León, P. Toros Léon Arena-22:00h-TBC

 

 

          - Antes de Motril yo ya había presenciado algunos directos de Dylan: Primavera de 1999 en la plaza de Toros de Málaga y precedido de un excelente Calamaro , que en realidad fue mejor en aquella   actuación que el Genio de Minesota:El recital sin sombrero  de Dylan en Málaga fue más que soso.- Yo ni siquiera miraba al escenario pues estuve todo el concierto concentrado en otros centros de interés y charlando hasta por los codos con una  antiguos aristócrata malagueña que se llamaba Curri y Guille.

 

          En una tercera ocasión viajé con Conchi hasta Lorca (Granada) para ver a Dylan en la primavera de 2006. - (Me doy cuenta al hacer la crónica de mis conciertos dylanescos o dylanytas, de que Dylan suele venir a Europa por primavera y verano, con el buen tiempo).

 

          - El concierto de Lorca fue excelente, fue casi íntimo porque la plaza no era muy grande ni el público multitudinario: A ratos bajábamos a la arena y nos acercábamos todo lo posible a la gran energía emanada por el Maestro de la Protesta, Dylan el Mito; tal vez en un exceso de idolatría podríamos acercar la cabeza por encima del escenario y llegar a tocar con ella aunque no sea más que  un instante la punta de la bota de Dylan ... Idea loca que descarto aunque sé que a Dylan le encanta el imprevisto, las provocaciones y las cosas inesperadas. Pero a sus guardias de seguridad esas cosas no les gustan tanto. Se rumorea que acompaña a Dylan un equipo armado hasta los dientes de hasta 70 guardias de seguridad.- Sí,  Dylan es un gitano millonario que viaja en un autobús blindado con un pelotón de 70 seguratas armados de  pistolas y con conocimientos de kárate.

 

          - Por fin, en una cuarta y última ocasión, -y también  acompañado y espoleado por mi siempre activa y resuelta Conxi- , volvimos a coger el coche en el verano de 2009 para ver de nuevo en directo al gran Dylan en el Festival de Rock Arteka de Vitoria (Álava). Por el precio de nuestra entrada no solo pudimos ver a esa leyenda del rock apodada Dylan sino a otras como Michael Bolton con su hermosa voz de grave y varios grupos más que ahora mismo no recuerdo aunque eran muy famosos. Todo palidece al lado del resplandor de un concierto en directo del Astro Dylan: Es más que rock, es más que el número 1, es más que los años 60, es más que el Rey; es Dylan.- Ya sale tambaleándose enclenque con su sombrero negro de alas plegadas. Parece que viniera borracho o que ya se hubiera quedado así para siempre; anda rarísimo, como un muñeco articulado; tal vez no es el mismo Dylan, el Dylan real, sino un muñeco que canta... Pero no desde la primera palabra que pronuncia ("They stoned when you´re trying to be so good..."), algo en su carraspeo o en su gangosidad vuelve evidente el hecho de que allí está él, Bob Dylan alive & in person... -Fue el mejor concierto que he vivido en mi vida y si lo contara no terminaría nunca. Bastará decir que pudimos ver a Dylan a sus 63 años .... bailando como un brujo mientras tocaba un solo de armónica que nos puso el corazón en un puño. Caramba con el sexagenario.


RADIOGRAFÍA DE JOKERMAN (BOB DYLAN)

POR JULIO VALDEÓN BLANCO PUBLICADO EL 1 - SEP - 2011
Lo malo de escribir sobre Bob Dylan es la sobredosis de textos previos. Todo dios ha largado, mejor o peor, sobre nuestro hombre. El propio Bob, luciendo mueca canalla, anima a que le dediques tu propio libro. Otro más. Quién sabe, sonríe taimado. A lo mejor hasta entregas una obra maestra. Liado con otros proyectos, también yo considero la posibilidad de elaborar uno. Dudo, entre otros asuntos, respecto al periodo. ¿Los últimos quince años? Mmm, los editores aplaudirían: desde “Time Out Of Mind“ entrega discos a ratos soberbios, a veces desiguales, nunca marrulleros. Hoy, más que nunca, Dylan mola. Luce fetén. Concita babeante unanimidad. Acumula premios (Polar, Oscar, Grammy, Pulizter), desbordados elogios críticos en Mojo, Uncut o el Village Voice. Ventas sorprendentes por nutridas.

No olvido que hubo un tiempo, entre 1978 y finales de los noventa (descontado “Oh Mercy“, 1989), que sólo concitaba burlas. Recuerden el sonido cutrísimo de “Street Legal” (redimido siglos más tarde al ser remasterizado), la traición perpetrada al pasarse al cristianismo (“SlowTtrain Coming“, “Saved“, “Shot Of Love“). Ah, su claudicación a la fétida fiebre ochentera (“Empire Burlesque“, coproducido por el nefasto Arthur Baker), donde machaca joyas de munición pesada, como la inolvidable “When The Night Comes Falling From The Sky“; menos mal que seis años después Jeff Rosen, mánager, archivero mayor, fiel y sagaz escudero, recuperó la impactante toma junto a Steve Van Zandt y Roy Bittan). O sus pésimas elecciones a la hora de elegir canciones, abandonando en demasiadas ocasiones las mejores guiado por un instinto que flaqueaba (las dudas comenzaron mucho antes. En 1973 a punto estuvo de suprimir “Forever Young” de “Planet Waves“: todo porque la noche en la que fue grabada la novia de Lou Kemp la escuchó en el estudio y, perspicaz ella, largó, « ¡Venga Bob! No me digas que a tu edad te estás volviendo sensiblero»). O las decepciones: “Under The Red Sky“, 1990, la esperada continuación de “Oh Mercy“, grabada con demasiadas estrellas, a caballo de los conciertos, con una producción estreñida. Qué me dicen de las indefendibles chapuzas, tipo “Knocked Out Loaded” o “Down In The Groove“. ¿Y los conciertos lamentables? Cualquier motivo valía para crucificarlo. A veces con razón. Otras, sólo explicable por la ignorancia de algunos, el esnobismo de otros (premio para Siouxsie Sioux, de Siouxsie and the Banshees) y el evidente horror que provocaba en las jóvenes generaciones de intérpretes gravitar en torno de una estrella tan masiva. Tan capaz de achicharrarte si acercas el morro. Dylan, mago de las mil voces, hacedor de turbulentas letras y melodías, regaló noches, bolos, sesiones, en las que parecía empeñado en practicarse un baño de gasolina y fuego. Hastiado de la adoración, del mito, encadenado a una fama paralizante, aburrido de sí mismo, arramplando de paso con varias cosechas de malta escocés, cartografiaba su penúltima hazaña: un suicidio artístico en cámara lenta.

Sin embargo Clynton Heylin no exagera cuando explica que el periodo 1978-1983 merece aislarse de la debacle. Equiparable, por la abrumadora cantidad de grabaciones apoteósicas, por la furia de sus directos, a cualquiera de las épocas, digamos, santificadas. A la del trovador acústico y concienciado. A la de la trilogía eléctrica. A la del retiro en Woodstock, con “John Wesley Harding“, las “Cintas Del Sótano” y el bellísimo country de “Nashville Skyline“. Similar, en logros, a la que comprende “Blood On The Tracks“, “Desire” y la Rolling Thunder Revue… O a la actual, donde a mi juicio brilla imbatible “Love And Theft” (2001). Detrás caminan “Modern Times” (2006) y, algo más lejos, “Together Through Life“, (2009), donde la única obra maestra indisputable sería “Forgetful Heart“. Pero como me explicó Heylin, «Julio, una obra maestra es una más de lo que yo, tan crítico a veces con Dylan, he hecho jamás». Mención aparte merece el misterioso y poético “Tell Tale Signs“, imprescindible para armar el puzle desde 1997.

En una cervecería de Williamsburg, sorbiendo un café con hielo mientras servidor apuraba una cerveza, en un mediodía solar, naranja, con puestos de libros a la puerta y parejas hipsters más allá de los ventanales, asentimos. Si existe un lapso mal comprendido y peor estudiado, eclipsado por la suma de errores, por la catarata de baratijas que vino luego, arranca con “Slow Train Coming” y culmina en “Infidels“.

Hagan la prueba, doblando la apuesta.

Quiero decir, sin tomar el soberbio tren que produjera Jerry Wexler en los Muscle Shoals de Alabama. ¿Por qué? Bueno, sobre “Slow Train Coming” existe una cierta unanimidad en cuanto a su maestría. El impacto de comprender hasta que punto el periodo es deslumbrante se multiplica si en el reproductor MP3 introduces, sólo, los mejores zarpazos de “Shot Of Love” e “Infidels“. Combinándolos con los que aparecieron en recopilatorios de descartes, oficiales y piratas (búsquenlos en www.expectingrain.com; acudiendo a discussions; dándose de alta y, albricias, accediendo a los foros ocultos, caladeros donde bullen miles de grabaciones).

Paso a centrarme en una gema, “Jokerman“. Su análisis ilumina en buena medida lo ocurrido durante esos años.

Hija de “Caribbean Wind“, arranca donde acabó ésta. Fue escrita durante alguna de sus escapadas al Caribe. Mantiene el pulso entre la introspección y el gesto apocalíptico. Aguarda expectante el fin del mundo. Acodado en una trinchera de flores cortadas, charcos de sangre y caballos sin cabeza, el bardo escucha acordeones en las olas. Se equivocan quienes creyeron que “Infidels” marcaba la transición entre sus discos proféticos, de cristiano renacido, y la vuelta a un discurso mundano. Cierto que en directo abandonó la práctica de disparar sermones, recuperaba viejos temas y ya no salía al escenario como plumaje de cruzado. Verdadero que en sus nuevas canciones aparecían vetas ajenas al Antiguo y Nuevo Testamentos. ¿Y? Todos sus discos, desde “Slow Train Coming“, han sido paridos por un poeta místico. Un creyente, yes. Anarcoide. Desesperanzado. Mitad católico y mitad judío. El Dylan laico, si es que alguna vez existió, termina con “Street Legal“, en realidad drapeado de imágenes esotéricas (“Changing Of The Guards“) o si me apuran con “Desire“. El Bob profético sigue ahí. Agazapado, en “Red River Shore“, “Ain´t Talkin´” y otras. ¿Por qué habría Bob Dylan de ajustarse al metro patrón cocinado por sus fieles? Desde una fe que el hombre riega a su bola, comprendemos asimilamos mejor su actuación ante el Papa. En absoluto una traición; al menos no contra sí mismo. Como escribió el añorado Javier Ortiz, «Dylan ha sido siempre un inconformista. Siempre. Ahora también. El error está en confundir inconformismo y progresismo, o dar por hecho que el inconformismo va inevitablemente unido a la oposición al sistema capitalista, o a la identificación con las masas oprimidas. Ni el Dylan joven fue un excelso revolucionario socialista ni el Dylan adulto es el meapilas reaccionario que muchos creen. Su inconformismo –el de entonces y el de ahora– le ha llevado siempre a rebelarse, primera y principalmente, contra los intentos de etiquetarlo, de encasillarlo, de hacerlo predecible».

Heylin explica su devoción de forma inequívoca. Una vez que Dylan perdió la fe en la MUJER como diana de sus mejores versos, tras “Blood On The Tracks“, encuentra una nueva causa, la religión, que abraza con la ferocidad antes destinada a esposas, novias, amantes y ligues. Si apenas durante dos años mostró el nuevo rostro a las claras fue por motivos de supervivencia comercial. Se convenció de que de seguir predicando acabaría en las catacumbas de la industria, sección dinosaurios. El sustrato bíblico viene del principio, de sus balbuceos como escritor. Se prolonga hasta la actualidad.

“Jokerman“.

Estos versos: «Eres un hombre de las montañas, caminas sobre las aguas/ Embaucador de multitudes, mezclador de sueños/ Vas a Sodoma y Gomorra/ Pero ¿qué te importa? Nadie querrá allí casarse con tu hermana/ Amigo del mártir, amigo de la mujer deshonrada/ Exploras el horno candente y ves al rico sin nombre». «El Levítico y el Deuteronomio/ La ley de la jungla y el mar son tus únicos maestros». «El fusilero acecha a enfermos y lisiados/ El predicador busca lo mismo: nadie sabe quien llegará primero/ Porras y cañones de agua, gas lacrimógeno, candados/ Cócteles molotov y piedras tras cada cortina/ Jueces sin corazón mueren todas las noches». O estos: «Una mujer ha parido a un príncipe y lo ha vestido de escarlata/ Él se meterá al cura en el bolsillo, pondrá la espada en el fuego/ Sacará de la calle a los huérfanos y los pondrá a los pies de una ramera».

El gran embaucador, payaso supremo, bufón, denuncia tanto a Cristo como al Diablo. Las alusiones bíblicas se multiplican: Mateo, Daniel, Marcos, Lucas o el Apocalipsis, conviven, que para eso hablamos de un literato ilustrado, de un genio que ha leído y asimilado mucho y bien, con alusiones a Keats o la mitología. Pueden encontrar un detallado informe en las notas correspondientes de Letras, el tomazo de Global Rhythm.

Como gran poesía, admite interpretaciones múltiples. El ataque a los falsos maestros. A los políticos con máster en demagogia. A quienes tiran del populismo para besar la entrepierna de la masa y así chupar mejor. Al fondo persiste su afán por rebuscar entre los hallazgos líricos del canon religioso, su erudición no tan exótica y su funesta visión de un mundo que considera condenado sin remisión. Lo que le diferencia de, pongamos, Terrence Malik, de El árbol de la vida, sería la potencia metafórica, la maligna niebla que envenena el conjunto, su fondo oscuro, maldito. Así separamos al alucinado, atormentado burlón, del artista contemplativo y amable, esteticista.

La música, entre tanto, mantiene un tono musculado. Digno de sus mejores poemas épicos. Subiendo y subiendo. En una fórmula patentada que luego otros tomaron y sólo los escogidos supieron aprovechar. Sly & Robbie, ases del reggae, contribuyen con un tejido rítmico jugoso, potente, tropical, flexible. Alan Clark, de Dire Straits, añade capas a los teclados. Las guitarras de Mark Knopfler y Mick Taylor se superponen. Knopfler, de paso, produce. Desesperado. Él, puro british. Incapaz de amoldarse a los perversos e indisciplinados métodos del jefe. A Knopfler le debemos que centrara las sesiones. Que peleara, sin éxito, porque algunas de las mejores canciones no fueran descartadas. También debemos de señalarle como responsable de ese sonido pulcro. Demasiado pulcro. Que chupa el aíre y estropea un poco el resultado, ablandándolo. Bob, claro, trajo las canciones. Escritas durante un periodo de dieciocho meses.

“Jokerman“, una de las principales, ya apuntaba como fija en el disco desde el minuto 1. Lástima que tras convencerse de que la tecnología no siempre es mala comenzara y retocara una y otra vez las partes vocales. El método: Bob grababa y acto seguido, en cualquier rincón del estudio, mientras los músicos descansaban, la reescribía. Hasta entonces hubiera tenido que regrabarla entera. Ahora, gracias a las mesas multipistas, podía grabar y grabar los nuevos versos, cambiar los que no le convencían, etc., sin molestarse en llamar al grupo. Como resultado en “Jokerman” ofrece un texto soberbio pero la interpretación vocal, siendo estupenda, desmerece de la capturada a la primera, el 13 de abril de 1983. Típico de los primeros ochenta: elige versiones inferiores, desecha grandes temas, manosea lo sublime, duda, y acaba liándola.

En este caso, menos.

Aunque suficiente si atendemos a la monumental, salvaje versión que ofreció en el programa de David Letterman. Bob goes punk. Haylin en Still on the road (the songs of Bob Dylan, 1974-2006), texto fundamental a la hora de escribir mi artículo, como decisivas han sido las conversaciones que hemos mantenido: «la canción a veces ha regresado para alcanzar antiguas cimas: notablemente la truncada interpretación que ofreció en show de Letterman, cuando encontró el alma y corazón del tema en una forma que estaba más cerca a “London Calling” que a su encarnación en estudio. Y en Woodstock, en 1994, cuando abrió el concierto más multitudinario del Never Ending Tour, delante de un embarrado mar de cabezas de fans de Green Day, con una canción cuyo significado descansa enteramente en las palabras, que aquella noche enunció con rara precisión, quizá aún tratando de “mantenerse siempre por delante del perseguidor que llevas dentro“».

«Esto ya lo hice mañana», musitaba Charlie Parker en el cuento de Cortázar. Como el mejor Bob Dylan. Con su estudiada desgana, su incapacidad para dar bien en la foto, incluso cuando le conviene, con su hambre de cazador insatisfecho y su pasmosa capacidad para sobrevivir, para continuar vigente, vivo, fresco, a veces oteando el futuro, otras buceando en las tumbas del blues añejo o el country gran reserva. Capaz, como en “Jokerman“, de entregar un temazo, perder fuelle y, sin señal previa, catapultarlo a alturas inimaginables, vertiginosas, incandescentes, en sucesivas indagaciones.



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Julio Valdeón, articulista, novelista, escritor de fuste y Sobresaliente Cum Laude por la Columbia University en el II Master de Grado "Dylanologies, Dylanologists and Dylanites as Dyl-Addicted"
 


JULIO VALDEÓN "LAS MIL Y UNA MÁSCARAS DE DYLAN"

  • LA RAZÓN 4  de junio de 2016


 

PROFETA. Del folk militante pasó al rock and roll cruzado con Rimbaud

Bob Dylan cumplió 75 años el 24 de mayo con la insolencia del dios que, aburrido del Olimpo, juega a ser mortal. Un esparcimiento difícil de creer. Entre otras cosas porque nadie como él maneja los mecanos del arte, el supremo artificio de la impostura. Hubo una época en la que el rey de las máscaras probó otra fórmula para acercarse a nuestra condición perecedera: en los años ochenta, sobrepasado por la exuberancia de hombreras, cardados y sintetizadores, lució su improbable falibilidad mediante la publicación de un reguero de discos indefendibles. Con precisión quirúrgica eligió las peores de entre las canciones que había escrito y guardó joyas incandescentes, del calibre de «Blind Willie McTell», «Caribbean wind» y «Angelina», en el archivador de ocasiones perdidas. Para qué publicarlos, y arriesgarse a subir el nivel. Sería osado decir que Dylan ha celebrado el cumpleaños colocando su nuevo trabajo, «Fallen angels», el número 37 de su carrera, sin contar directos, entre los diez vendidos en EE UU. Los hitos mundanos, los honores, diplomas y premios le importan una higa. El dinero, imagino que no tanto. Tal y como prueba la inteligente diversificación de una fortuna cuyos royalties millonarios crecen sin pausa. Cada vez que alguien viene con la matraca de que fue la voz de la canción protesta él va y graba un anuncio para IBM o Chrysler. Lo explicó de forma memorable en su «Crónicas», su fascinante autobiografía: «Me ponía enfermo el modo en que subvertían mis letras y extrapolaban su significado a conflictos interesados, así como el hecho de que me hubieran proclamado el Gran Buda de la Revuelta, El Sumo Sacerdote de la Protesta, Zar de la Disidencia, Duque de la Desobediencia, Líder de los Gorrones, Káiser de la Apostasía, Arzobispo de la Anarquía, el Pez Gordo. ¿De qué demonios hablaban? (...) Tiempo después me endilgaron títulos anacrónicos diversos, menos comprometedores, aunque aparentemente más solemnes: leyenda, icono (...) cosas, así, pero no me molestaba. Eran calificativos anodinos e inocuos, fáciles de manejar. Profeta, mesías, salvador... ésos son más duros».

«Arriba y abajo»


Su vocación de perro verde, siempre a contracorriente, viene de lejos. En 1964, al poco de actuar como telonero de Martin Luther King durante la legendaria Marcha sobre Washington, recibió el premio Tom Paine del Comité de Emergencia de los Derechos Civiles. Delante de una asamblea de profesores liberales, activistas, poetas de izquierdas y señoras concienciadas el autor de «Blowin’n the wind» y «The times they are a changin» explicó que «para mí ya no hay blanco y negro, izquierda o derecha; sólo hay arriba y abajo, y abajo está muy cerca del suelo». Cuando quisieron alzarlo a hombros, transformado en santo laico, enchufó la guitarra a un gazpacho de anfetaminas y compuso «Like a Rolling Stone». Cuando abandonó el folk militante por el rock and roll cruzado con Rimbaud cometió una herejía; multiplicada posteriormente con dos discos de country, «John Wesley Harding» (1967) y «Nashville skyline», (1969) considerado entonces el arquetipo de la música reaccionaria por la vanguardia rock. Mientras el resto de la contracultura peregrinaba a Woodstock, él criaba allí a sus hijos y, acampado a años luz de la psicodelia, registró en un sótano viejas tonadas, entre el blues y un imaginario acervo popular tan antiguo como la tierra. Tampoco olvidó la fase de cristiano evangélico, del fabuloso «Slow train coming» al irregular «Shot of love» (1981). Creer que Dylan cultiva un programa político homologable a la izquierda, el centro o la derecha supone no entender nada. Lo imparable es su creatividad sin tregua. Un derroche de arte que, si bien ya no brota incontenible, todavía sabe cómo convocar al duende. Mientras la mayoría de sus pares circula amodorrado, incapaz de romperle los dientes al formato canción y entregar algo refrescante, o sea, con Paul McCartney, The Rolling Stones, Who, etc., refugiados en el plumón de la nostalgia, Dylan ha publicado este siglo no menos de cuatro discos esenciales. Una enciclopedia del cancionero americano que ahora expande con el homenaje a Sinatra y el swing de «Fallen angels» y su predecesor, «Shadows in the night» (2015). El tipo de música, facturada por compositores anónimos que él mismo enterró hace 50 años mediante la invocación de la primera persona, el látigo de la autoría, la herencia del blues y el folk y el cataclismo generacional del rock. Pasarán los siglos y no nacerá otro igual.

          Iba a eliminar alguno de los dos artículos de Julio VALDEÓN pero al final creo que voy a dejar los dos. El último -previo a la concesión del Premio Nobel- resume las intenciones estéticas o tal vez políticas del último Dylan, el del siglo XXI.- Creo que Valdeón es un escritor extraordinario cuya labor como articulista en LA RAZÓN sigo siempre. Todo lo que escribe Valdeón tiene garra y presenta interés.- Espero que no le moleste que incluya sus semblanzas de Dylan en mi retrato de Dylan. Estoy convencido de  que su semblanza es mucho mejor que la mía; e innegablemente más breve.

 

          Julio Valdeón no solo me gusta por lo que escribe sino por su foto de perfil en el periódico: Parece un joven atrevido de pelo rizado, gafas negras y "chupa" de cuero de motorista o de rockero.- ¿Os recuerda a alguien?

 

- Porque Valdeón no es solo un dylanita sino que pertenece a la estirpe de los dylanólogos (= investigadores de los orígenes de la Música a partir de la investigación del sentido y de los orígenes de la Música de Dylan).

 

- Pero no tengo motivos para considerar que Valdeón haya contraído el Síndrome o Trastorno de Imitación Compulsiva de Bob Dylan (TICBD, o más popularmente: "El Tic BD").- Según los parámetros de la American Psychiatrist Association (APA) en su Manual Diagnóstico-Estadístico (DSM-V) de Trastornos Mentales -que ya recoge en su edición de este año el "Tic BD" como una categoría- hay millares de personas en todo el mundo que lo padecen y su número no hace más que incrementarse (se ha calculado que la cifra se eleva actualmente a un 10% de la población mundial y aumenta de forma alarmante sobre todo en la zona del Sudeste de Asia).

 

- Sin embargo, tal vez el excelente estilo literario de Valdeón, acusa la influencia del autor de Blowin'  in the Wind Desenfadado, coloquial, directo y a la vez sutil.- Las largas horas pasadas en el mundo folkie-surreal de Zimmerman no pasan en vano: Te dejan el cerebro triturado como por un pasa-puré; y el daño es permanente e irreversible.

          De los 7 criterios diagnósticos necesarios para que el facultativo empiece a pensar que tienes el Trastorno del Tic  BD, yo cumplía 8.- Me convertí en un imitador. Me creía Dylan. Como si él pudiese vivir por mí, como si él pudiera ser por mí.

 

          Mi locura progresaba con la velocidad imparable de un cáncer: Cada año estaba más loco con las letrillas y cancioncejas del Señor Pandereta. En cierta forma me había transformado en un personaje secundario de sus canciones, que empecé a imprimir y a cantar de manera sistemática acompañándome con la guitarra. Sobre todo volví a tocar por Dylan, cuando me aparté de nuevo de la académica clásica guitarra española de Fortea, Czernie o Satie... Pero esa es otra historia.

 

          -Sepultado por una admiración excesiva, yo no podía crecer ni evolucionar ni ser yo mismo mientras siguiera idolatrando a Dylan de una manera tan exorbitada. Leer toda clase de biografías y de noticias donde contasen cosas que ensuciaran su imagen, no era el mejor remedio: Si le tachaban de avaricioso, de hipócrita, de colaborar con el Mossad , de tener inversiones en el negocio de armas, de ser heroinómano o de lo que fuera, yo siempre encontraba razones para comprender su comportamiento o sus declaraciones y no solo justificarlos sino sentir aún mayor admiración. - Jamás he oído nada de Dylan que no me gustase. Aunque haya noches delirantes en que le vea como un Emisario del Diablo y de la Destrucción.

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          De hecho, el anecdotario de Dylan era una de las cosas que más me gustaban en esta vida. Noticias como enterarme de que le habían detenido bajo la lluvia una noche en no sé qué ciudad de Estados Unidos solo porque deambulaba por las calles buscando la casa donde Bruce Springsteen había compuesto cierta canción.- Una vecina llamó a la policía al ver desde su ventana que alguien bajito y con chubasquero de mendigo andaba husmeando en su calle como si buscara algo.- La policía vino y pidió a Dylan que se identificase.- Los policías no le creyeron cuando les dijo quién era.- Dylan fue detenido provisionalmente en el coche policial.- "Ese no es Dylan", exclamó el superior de los policías tras echarle un rápido vistazo.- Finalmente Dylan consiguió convencer a los agentes de que se acercaran a su hotel donde al fin pudieron comprobar que era Dylan, el verdadero y no un impostor.- Le pidieron disculpas y más tarde declararon a la prensa que el señor Dylan había sido correcto y amable con ellos.

- Por anécdotas como esta los que amamos a Dylan de una forma desordenada,  le admiramos hasta anularnos y despreciarnos a nosotros mismos, y le veneramos. - A veces le confundimos con Jesucristo, o con Dios.

 

          - En otra ocasión, durante la entrega de los premios Grammy de 1991, había subido al escenario tambaleándose como un borracho y con signos de desaseo. Era como si de repente en la tarima hubiesen soltado a un animal salvaje, todo él continuo movimiento, balanceo e instinto. Tal vez una hiena de ojos azules. No parecía de este mundo. A su lado, el actor Jack Nicholson contrastaba con su aire rutilante y su traje de gala con el sucio gitano con sombrero. - Jack Nicholson había soltado antes un largo discurso ponderando las virtudes y méritos del Príncipe de la Canción Protesta, la Voz de una Generación, el San Pablo Punkie. Nicholson con su lacito y la voz emocionada del dylanita que está haciendo el discurso de su vida (o la carta de amor que siempre quiso escribir) se había tirado casi una hora elogiando a Dylan. Pero Dylan destrozó la ceremonia en cosa de dos minutos no sin antes agarrar el premio, protagonizar algunas payasadas que indicaban su desprecio hacia la placa que le acababan de regalar y finalmente, tras amagar con dárselo a las azafatas,  acercarse de costado al micrófono como una serpiente borracha para dar las gracias, tambalearse, desconcertar y arrancar carcajadas de todo el mundo cuando mantiene un largo silencio y demuestra su capacidad de concentrarse y de olvidarse del público incluso en una ceremonia como esta donde le están observando millones de personas. - Parece darle igual.
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          -Pero en el último momento de su rápida y legendaria aparición no se olvida, por muy borracho que esté, por muy heroinómano que sea, aunque se tambalee y vacile de un  lado al otro todo el tiempo en un extraño y peculiar baile de San Vito, no se olvida de tocarnos el corazón, de hablarnos una vez más de su pasión, de pronunciar el Santo Nombre:

          -"... God will believe in your ability to make your own ways" .

Lo pronuncia como lo pronunciaría un payaso, un drogado o un loco,  sin dejar de reírse y de burlarse todo el tiempo. Pero los que le escuchamos sabemos que está rezando por nosotros, que en esa frase está condensando una vez más la enormidad de su logro, de su vida:

          - "Dios creerá en tu capacidad para crear tus propios           caminos".

- Y así se despide levantando su trofeo con una mano, riendo y haciendo un raro pase de baile  que viene a significar "ahí queda eso".

- No era Dios pero era el Poeta eterno de Dios, el Trovador que canta la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

          - En la playa de Copacabana fue visto montando en una bicicleta y disfrazado de mujer.

          Todas estas noticias y rumores me hacían pensar que era el mejor de los hombres y que a mí solo me quedaba preguntarme de qué manera se habría comportado él, mi ídolo, mi referencia moral, el Hombre Perfecto, el Pez Gordo,  en tal o en cual circunstancia.

          -Y luego hacer como él.

- Por suerte, si estabas obsesionado por el cancionero mastodóntico de Dylan (con falsas tomas, directos, boot-legged, recopilatorios y demás - aparte de la discografía oficial) sabías que Dylan había dejado instrucciones detalladas sobre cómo se comportaba él -el Poeta- ante determinadas situaciones:

           Se comportaba siempre de la forma más descabellada y absurda posible: Si le proponían excavar una pirámide, no se lo pensaba dos veces; si se trataba de enrolarse en el Mayflower allí estaba él el primero; si le daban las gracias "por iluminar la condición humana", se tocaba ostensiblemente los huevos y se ponía el sombrero.-  Llamando a las puertas del Cielo se daba cuenta de que la respuesta está en el viento,  que los tiempos están cambiando y  que las cosas han cambiado:- La esquizofrenia contagiosa de Dylan es muy evidente cuando se pegan a manera de un collage sus declaraciones menos obscuras:
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          Por ejemplo:

 1ª Pregunta: "-¿Cuántos caminos tiene que recorrer un hombre/ antes de que le podáis llamar un hombre?" ; Respuesta: "Nosotros (tus oponentes), la verdad, no evaluamos a los hombres por la cantidad de kilómetros o de experiencias recorridas; Bob, ¿estás insinuando que no te consideramos un hombre? Cuando grabaste por primera vez esta canción en 1962 solo tenías 20 años: ¿No te parece demasiado pronto para que te tratemos ya como un hombre hecho y derecho?"

- 2ª Pregunta: "¿Cuántos mares tiene que recorrer una paloma blanca/ antes de que pueda dormir en la arena?"; -Respuesta: "Entiendo Bob, -empatizando con tu lenguaje metafórico-esquizofrénico-  que la paloma blanca es la paz y que los mares son las dificultades -igual que antes los caminos- para que esa paz halle reposo;  la verdad es que no sabemos cuántas dificultades tendrá que atravesar la paz antes de hacerse permanente; lo más probable es que las dificultades o "mares" que haya de cruzar la paloma no se acaben nunca; la verdad es que seguramente no descanse  jamás en la arena. Créeme que lo siento, Bob."

- 3ª Pregunta: "Sí, y ¿cuántas veces deben volar las balas de los cañones/ antes de que sean prohibidas para siempre".- Respuesta: "Pues mira, joven, con tantas cuestioncitas tenemos la impresión de que no estás haciendo verdaderas preguntas sino preguntas retóricas o capciosas: Además se detecta un tono de acusación muy marcado en tu insidiosa cancioncilla de las 9 preguntas-clave. ¿Quién tiene la culpa?- Nosotros, claro:   Esto, más que choque generacional es una bronca a la generación de tus mayores, chico. - Qué mala sangre te has hecho con ellos, con nosotros, los que no somos de tu farándula del Greenwich Village. ¿Qué te habrán hecho Bob, quién te hizo eso, Bobbie?- Pues no, no sabemos cuántos cañonazos ni cuántas guerras habrá antes de que la humanidad los proscriba; y lo más seguro es que continúen por siempre, sí, por siempre, como ya te he dicho antes. - Sí, sería muy sencillo prohibir las armas, chico. Pero tu ingenuidad es admirable".

- Estribillo: "La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento/, la respuesta está soplando en el viento".- Comentario: "Si tú lo dices será así... Pero ¿cuál es la respuesta? Y ¿por qué no nos la dices de una puta vez? En una entrevista aclaraste que la respuesta no estaba en un grupo de estudio ni en un comité de empresa sino más bien en el aire... - Pues muy bien, la olerás tú. Pero nosotros no entendemos una mierda. -También nos desconcierta bastante que ahora nos llames amigos después de todo lo que nos acabas de soltar. Parece que nos pedías cuentas, que estabas indignado y ahora te pones afectuoso, dejas de lanzarnos esas preguntas-invectivas y te pones solidario con nosotros, hasta en el tono de tu canto... ¿En qué quedamos? ¿Nos quieres o nos detestas o las dos cosas al mismo tiempo?) -Amigo mío, no hay quien te entienda con estos cambios de humor. "

4ª Pregunta: "¿Cuántos años puede existir una montaña/ antes de que sea arrastrada hacia el mar? - Comentario: El joven cantautor BD, el paladín de la protest-song no está planteando una cuestión de erosión ni de orogénesis sino de nuevo usando símbolos: "¡¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que el escollo, la dificultad (=montaña) se disuelva!?", acaso pueda traducir la metáforas a concepto. Parece que el joven Dylan soporta mal la espera.

5ª Pregunta: "Sí, y ¿cuántos años puede alguna gente existir/ antes de que le sea permitido ser libre?- Comentario: Aquí el lenguaje simbólico desaparece para adoptar los formulismos vacíos de la oratoria revolucionaria. Cursi, cursi, cursi.

6ª Pregunta: "Sí y ¿cuántas veces puede un hombre volver la cara/ pretendiendo que simplemente no ve?"- Comentario: Prosigue la arenga o regañina moral de Dylan, que en realidad no está diciendo absolutamente nada. Y lo que está diciendo, lo dice mal, con sílabas y términos torpes y pobres solo encubiertos por el hechizo de la rima, estrella de naufragio. - De ser más directo podría haber escrito: " Pero ¡¡cómo es posible que sigáis haciendo como que ignoráis el mal!! ¿Hasta cuándo vais a seguir siendo unos hipócritas?"

Estribillo:"La respuesta, amigo mío..."

7ª Pregunta:  "¿Cuántas veces debe un hombre alzar la vista/ antes de que pueda ver el cielo?"- Traducción en prosa: "¿Cuándo empezaréis a creer en Dios?"

8ª Pregunta: "Sí, y ¿cuántos oídos debe tener un hombre/ antes de que pueda oír llorar a la gente?- Traducción: "¿Cuándo empezaréis a escuchar el sufrimiento de los demás?"

9ª Pregunta: "Sí, y ¿cuántas muertes pasarán hasta que sepa/ que demasiada gente ha muerto?- (No necesita traducción).

Estribillo: "La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento. La respuesta está soplando en el viento."- Comentario: Tras analizar y traducir la letra ahora parece que el viento adquiere un significado inequívoco: Es un viento amenazante y deletéreo, el que destruye las cosas y agiganta los incendios. -Así que la respuesta a tantas preguntas es: La Destrucción, aunque la cante llamándote "my friend" y hasta se ponga un poco dulce o mohíno al decirlo. -La respuesta, amigo mío, a lo mal que lo estáis haciendo con el mundo, es que va a venir un viento que os va a barrer y tal vez un fuego que os va a abrasar el culo.

          Así pensaba el gentil ruyseñor de los lagos, el mirlo blanco BD a sus 20 y también a sus 70 años: Con fogaradas de odio histéricas contra la inercia  del statu quo ,  y estribillos de calma paranoica en que se consuela y hasta se pone sentimental, depre,  soñando en que la solución está en el viento del apocalipsis que se lo llevará todo, resultado final que le pone un poco masniaco y así una y otra vez "my brains keep recycling the same old thought"s-

          - Y si no quería decir eso, ¿qué quería decir aquella inocente baladita escocesa del joven Dylan?

- Cuando te parabas a traducir y a entender las letras, era cuando te dabas cuenta de lo loco que estaba Dylan y de la maldad de sus intenciones: Blowin ´in the Wind, canción ya casi de capilla católica en realidad no es más que una salvaje demostración de 9 preguntas llenas de odio salpicadas por estribillos dulces donde aquel judío que casi había babeado de despecho, se consolaba pensando que la solución era el Harmageddón, un ciclón difundiendo la muerte de todas las cosas a sangre y fuego.

  -(A Dylan le fascinan tanto los Últimos Días, la Trompeta de Gabriel, el Fuego descendiendo del Cielo, la Bomba Atómica, la Lluvia Ácida que se pone casi nostálgico pensando en ello.- Igual que otros se enternecen pensando en sus hijos o en el color del atardecer, Dylan se pone ñoño fantaseando en la explosión final de nuestro planeta. Le atrae la Catástrofe Final igual que a Dios los tsunamis, los terremotos, las grandes epidemias, las plagas, los diluvios  y las matanzas).-

          - ¿Cómo una canción tan perversa y plagada de resentimiento y de ganas de hacer daño ha pasado a convertirse en una sintonía habitual de la Iglesia que entonan núbiles monaguillos y chicos conmovedoramente papistas con sus guitarras? - Podría vérseles como a corderos sin silencio que suben al matadero berreando esa canción hipnótica de auto-inmolación.

           Una canción que tal vez dice que todo es una mierda y que tenéis la culpa vosotros, "my friends", pero que "la respuesta está soplando en el viento", está zumbando ya como los misiles y los aviones bombarderos cuando se van acercando. O como la tormenta rodando maléfica montaña abajo, haciendo crujir los árboles desgajados. La respuesta está en el viento y es una sentencia y una amenaza.- -Dylan lo sabe desde los 20 años, parece que lo sabe desde siempre: estamos condenados y él se lo toma bien; se conforta pensando que va a venir un gran viento que nos va a achicharrar a todos por todos nuestros largos pecados capitales.

           -Nos lo tiene dicho en muchísimas canciones: "Aguas altas alzándose seis pulgadas por encima de mi cabeza./ Ataúdes flotando por la calle/ como balones de plomo/. Las aguas inundando Vicksburg/, todo  parece triste./ No puedo ser feliz, amor, a menos que lo seas tú".- Sí, por inundación, por radiactividad o por cosas peores esto va a ir de mal en peor y Dylan sabe de lo que habla porque es el Profeta y ha visto lo que el hombre solo se ha atrevido a soñar.

          Que el genio Dylan, el Sabio, tal vez el Santo -"Buddha in european clothes" y todo eso- esté más que seguro de que se va a producir el Fin del Mundo en breve, no es un motivo de tranquilidad.- Porque Dylan ve más allá que nosotros, sabe más que nosotros y pareciera  que ya estaba cantando nuestra muerte cuando aún no habíamos nacido:

 

" (1)How many roads must a man walk down
Before you call him a man?
(2) How many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand?
(3) Yes, and how many times must the cannon balls fly
Before they're forever banned?
- The answer, my friend, is blowin' in the wind.
The answer is blowin' in the wind.

 

"(4) How many years can a mountain exist
Before it’s washed to the sea?
(5) Yes, ’n’ how many years can some people exist
Before they’re allowed to be free?
(6) Yes, ’n’ how many times can a man turn his head
Pretending he just doesn’t see?

- (The answer, my friend, is blowin’ in the wind.
The answer is blowin’ in the wind.


"(7) How many times must a man look up
Before he can see the sky?
(8) Yes, ’n’ how many ears must one man have
Before he can hear people cry?
(9) Yes, ’n’ how many deaths will it take till he knows
That too many people have died?
´- The answer, my friend, is blowin’ in the wind.
The answer is blowin’ in the wind."

 

Copyright

© 1962 by Warner Bros. Inc.; renewed 1990 by Special Rider Music

 

          Yo por mi parte abandonaría de buena gana ya este inventario de impresiones subjetivas sobre un cantante que me obsesiona.

 

          Que me obsesiona hoy igual que el primer día.

 

          Alguien que sin duda me hace daño. Porque su grandeza, su excesiva estatura me impide ser yo mismo.

 

          Es casi seguro que no tendré tiempo de ganar el Nobel, el Pulitzer, los Grammy, los Óscar, el Polar Prize, el Príncipe de Asturias, etcétera.- Tampoco es necesario para la satisfacción completa de mis necesidades. Es evidente que el shamán de Minnessota no difruta ni mucho ni poco desos galardones. ¿Por qué habría yo de desearlos?- Si dentro de 20 años me conceden el Nobel creo que haría lo mismo que mi ídolo: Quedarme sin palabras.- Mi mamá comprendió mejor al autor de The Times there are a-changing  que todos los periodistas del mundo pasmados ante el silencio del premiado.

 

 -"Debe ser un hombre muy timido", comentó mamá cuando oímos que tras la concesión del Premio Nobel de Literatura de 2016, Dylan no había dado señales de vida y ni se sabía si lo había aceptado.- Y mientras dylanólogos, dylanitas y dylanófobos especulaban en los periódicos sobre la posibilidad de que lo rechazara, mamá y yo adivinamos lo que terminó sucediendo: que recogería el dinero pero no iría a Estocolmo.

 

          También comprendimos la razón de su silencio, que no era otra que su timidez o -como él mismo confesó después- que "se había quedado sin palabras". No nos costaba comprender que no se trataba de arrogancia sino de todo lo contrario. -Y así seguimos amando a Dylan, admirándole por hacer siempre lo que menos se esperaba de él.

 

          Comprendíamos que no tuviese la soberbia de los que se consideran por encima del máximo premio mundial y lo desprecian. Como  Sartre y otros. -La soberbia de los que se consideran por encima del dinero y de la prosa de la vida.- Yo también admiraba a Dylan por haberse hecho multimillonario. Dylan no solo era un hombre de negocios avezado sino una industria, una marca, una  multinacional con más presupuesto que algunos países de África. Dylan ahora podía comprar todo Mozambique porque su fortuna era veinte veces mayor que el PIB dese país sobre el que hizo rimas tontas sin la menor relación con el Mozambique real.

 

          De acuerdo con Howard SOUNES las royalties y las propiedades de Mr. Dylan -inteligentemente diversificadas en campos muy alejados entre sí- se aproximarían al Producto Interior Neto ya no de una Nación-Estado del tercer mundo como la citada, sino al de un país super-desarrollado como Francia. Es decir, se calcula la fortuna de Dylan en unos 10 billones de dólares de 2017. Cantidad que no deja de aumentar año a año.

 

          A nosotros los fans, a nosotros los incondicionales, los dylanitas nos parece perfecto que el oro líquido bañe los bucles de nuestro Dios hecho Hombre.- Al fin y al cabo si Cristo volviera a la Tierra y fuese reconocido, le entregaríamos todos nuestros bienes y, por seguirle, renunciaríamos a todas nuestras propiedades. ¿Qué hay de malo entonces en que el verdadero representante de Jesús en la tierra, el hombre más crístico, amase una fortuna equivalente a la de una gran potencia? - Tal vez la próxima guerra mundial no se libre entre dos Estados regulares como Francia y Alemania sino entre la Industria Dylan y Corea del Norte, por ejemplo.  -Me imagino perfectamente a mi héroe con su perfil inconfundible y el sombrero que ya parece parte de su cabeza egregia, imagino a Dylan como Saúl Rey de los Ejércitos, liderando a sus 120 años una cruzada contra Pionyang.

 

          Sí: Si en este sucio mundo alguien debe poseer  un capital exorbitante,  que sea ese  niño judío vagabundo que se escapaba de casa, presumía de su miseria y gustaba de vivir peligrosamente.

 

          -Si alguien debe liderar la escena, si solo puede haber un Rey de la industria discográfica, que sea Dylan. -Al fin y al cabo es el mejor hombre que conozco (aunque solo lo conozca a través de sus canciones).

 

          -Con ese dinero puede hacer mucho bien o mucho mal;  yo confío plenamente en su criterio. Y aunque con mi pequeña contribución a su inmensa fortuna, él hiciera algo que a mí me pareciese inmoral, si dedicase ese dinero a algo repugnante como follarse a veinteañeras que solo buscan su fama y su cartera, a mí, me parece aceptable si el sr. Dylan así lo ha decidido. - Y no le condenaré de ninguna manera.-Al revés me parece que es el Don Juan eterno que tras pasar por las encarnaciones de Paje de Corazones y de Maldito Enamorado, de Padre-tumbado-en-la-duna y del Dulce Pretendiente de Melinda, yace ahora centrado en el mago viejo que ha vencido al tiempo y a la edad, que aún es bello a sus 70 y aún sigue con una sola sílaba, con una inflexión imprevista en su voz de violoncello, derritiéndonos el corazón.- A un hombre así, de Tristeza Constante, humano hasta más que humano, se le debería entregar todo el dinero del mundo.- Puesto que es imposible que le importe.

 

          Puedo especular que el día menos pensado  Dylan estrangula en el baño de su suite del hotel Saint-James a una de sus ninfas ocasionales  y  acaba sus días en una prisión-psiquiátrico.- (¿Por fin se darán cuenta las autoridades de lo loco que estaba cuando ya no tenga remedio y la pandemia de dylanitas que escriben su propio libro sobre Dylan soñando que su ídolo lo lee y lo aprueba, sea imparable?).-

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- Pero incluso si Dylan hiciera con el dinero en lingotes que tiene algo todavía más inmoral, más sucio como envenenar las aguas públicas de Babilonia o fantasear que nuestro planeta es destruido por una Shooting Star ... Incluso en el caso de que Dylan hiciese algo realmente grave como asesinar a todas sus ex-esposas, ex-amantes, ex-novias, ex-ligues y ex-amigas,  o violar a Roman Polanski en su fiesta de reencuentro con Holywood. - Incluso si me dijeran que Dylan se había puesto enfermo de "comer demasiada carne humana" o que "ordeñaba la leche de mil vacas" (haciendo referencia a los dos mil  tetas que se calcula que Dylan ha tocado; - en abierta competencia con Mussolinni -cuyo rendimiento sexual se estima en 3.555 amantes con cópulas completas; sin embargo el desempeño de Dylan como Don Juan o Depredador Sexual ha podido durar mucho más tiempo y parece seguir su curso según las fotos galantes  de sus más recientes discos).

 

          -Sí, aunque Dylan se prostituyera de pequeño o le pusiera los cuernos a su mujer de manera más que abierta de mayor , con una crueldad y una mala saña propias de un psicópata o al menos de una Personalidad Anti-Social. - Aunque el Judío errante sea arisco e intratable, un fanático intolerante procedente de la Guerra de Secesión y del espíritu de los Abolicionistas,

 

yo le amaba.

 

          Y amaba cualquier cosa que hiciese por desconcertante que pareciera. - Especialmente había que tener fe -eso había aprendido yo, no sé ya dónde- con aquellas cosas que contradicen nuestro sentido común, nuestra razón y nuestras creencias. Había que tener fe y respeto hacia aquello mágico que nos parece del todo irracional en el Maestro y en la Revelación.- Por eso si lo que Dylan hacía me parecía chocante -aunque casi nada  llegase realmente a asombrarme después de casi 40 años en su universo, -(salvo su música:  olas de otro planeta)-, el que tenía que cambiar de idea era yo.

 

          - Puesto que él era el Maestro, el Superior Espiritual y tenía mucho que enseñarme. Mientras que yo solo era un seguidor, un imitador, un adorador, un parásito del aura de Dylan y nada hubiese podido él aprender de mí.

 

- Y todo lo que dijera, cualquier gesto que esbozara, cualquier declaración, cualquier anécdota o rumor sobre su extraña vida, volvían a arrancarme la risa y la alegría por saber que vivo  al mismo tiempo y en el mismo planeta que un poeta y músico tan grande. -Y deseaba con intensidad que mucho más viviese.

 

          Al fin y al cabo mi supervivencia depende de la de Dylan... - Pero, ahora que lo pienso, la supervivencia de la copia no depende de la supervivencia del modelo  original: -Sobrevive el cuadro, la representación cuando la modelo, la representada murió hace ya mucho tiempo.

 

-...Tal vez con este tipo de consideraciones pueda alcanzar una cierta distancia moral respecto a fenómeno llamado Dylan :  mi obsesión:- Pensar que podré vivir cuando mi querido Dylan ya no esté, es algo que me pone muy triste.- Como pensar en la muerte de mi madre.-  Y decir que su música no morirá, me disgusta profundamente: Yo quemaría todas sus canciones tan solo por darle cinco minutos más de vida. Pues, como él nos enseñó, al lado de la vida, el arte carece de importancia:-  Es más interesante el ser humano apodado Bob Dylan que su titánica obra de composición y de interpretación. Dylan es más que música.

 

          Creo sinceramente que poco más puedo añadir en relación a mi parecer o semblanza del Rey de los Poetas del siglo XX, sin duda el más popular de todos los tiempos en cualquier sentido que se entienda la palabra "popular".- Homero, Petrarca, Shakespeare, Cavalcanti, Ronsard, Henri Murguet, Baudelaire, Rimbaud y Robert Frost descendían del Olimpo del Parnaso para ponerse en manos del pueblo iletrado y programas de gran audiencia como los Cuarenta Principales. -Dylan era un Poeta Maldito como Poe, Woody Gurthrie o Verlaine pero con la pequeña diferencia de que Dylan no  murió joven en aquel accidente ni le asesinaron como a John Lennon ni había terminado mal: Ni loco ni muerto ni alcohólico. Era fácil reconocerle como la reencarnación de Arthur Rimbaud en las primeras instantáneas adolescentes de Robert Allen Zimmerman: La reencarnación ha aprendido mucho de sus calamidades pasadas en Bruselas, en Londres y en Abisinia: Robert como reencarnación de Rimbaud es diez veces más práctico que el poeta francés. - Zimmerman ha seguido las huellas de Rimbaud. Pero esta vez sin pasar tantas penalidades, sin sufrir tantas privaciones sexuales, tantas locuras crueles al lado de Loyola,  tanta soledad, tanto abandono, tanta sequedad en los sentidos, tanto desierto, y en seguida, joven y envejecido, la gangrena, la amputación, el delirio y la muerte.

 

- No iba a ser ese en el siglo XX y XXI el maldito destino del Hijo de la Bohemia. - Tantos Ángeles Buenos y Entidades Protectoras Venidas de Otros Mundos protegen, cuidan y custodian al super-humano Dylan como ángeles negros, maldiciones y toda suerte de conflictos, perturbaciones y energías negras gravitaban y condenaban al genio adolescente de Une Saison en Enfer.

 

          -¿Cómo se las había arreglado Dylan para ser más bohemio, más extrema izquierda que los hippies y que los trotskistas veganos de Joan Baez y no terminar prematuramente muerto como Rimbaud, ni loco como Van Gogh o Strindberg, ni aislado como Nietzsche, ni proscrito como Oscar Wilde, ni arruinado como Pessoa?
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Joan Báez activista política, cantante folk y compañera y promotora de Dylan en los primeros 60


          - Su éxito inconcebible (era más famoso no ya que Jesucristo sino que el mismo Dios -Padre) solo se podía explicar gracias a alguna clase de intervención paranormal como la varita mágica que concede a su poseedor todos los deseos. ¿ Por qué precisamente eso se ha producido en el caso del cuerpo creatural -(y lamento usar este giro de lenguaje tan raro-) del ente o individuo humano que apodamos Bob Dylan y no en ningún otro caso, es una cuestión imposible de resolver. - Y para los que creemos en el carácter sagrado de sus canciones, en el carácter profético de sus visiones, en el corazón sabio de su música, Dylan es simplemente El Elegido. - Como Silvio Rodríguez es el mayor trovador en castellano de acá y de América.

 

          - En suma,  Dylan ha tenido tanta suerte porque es el Elegido de Dios, simplemente.- Ni sus mujeres ni sus hijos hablan mal de él. Protegen su privacidad. Quizás le temen como a un viejo gángster del Sur de los Estados Unidos, un tipo de fino alambre, fino bigotito y agudo sombrero de alas plegadas.

 

          Una persona de impulsos tan violentos como debe ser el autor de A Hard Rain´s a-gonna fall (de ningún modo un gorrión pacifista de Woodstock), alguien tan exageradamente iracundo como un Juez del Antiguo Testamento, alguien tan moralista que se cree en su paranoia que gobierna El Viento y precipita a voluntad las tormentas, alguien como Dylan debe dar mucho miedo si es tu padre ausente que a la vez que está completamente loco dispone de poder ilimitado gracias a sus ganancias billonarias, su reputación y sus influencias.

 

          Dylan  padece no solo un Trastorno de Personalidad Múltiple sino por lo menos siete desórdenes o psicopatologías  más, incluyendo las más graves como la Esquizofrenia, el Autismo, los Delirios Paranoides, la TLP y la Psicopatía del Sádico.

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Dos de las personalidades múltiples interpretadas por el actor James MacAvoy en el thriller de M. Night Shyamalan, Múltiple


 (Véanse las tablas valorativas y con códicos de evaluación del DSM- V donde BD cumpliría todos los criterios nosológicos más  dos bonificaciones;- el dylanólogo Eythor Orlasson de las Islas Feroe ha llegado a contar en la producción de Dylan "no menos de 18.000 personalidades independientes y distintas!" - Si esto fuese verdad, el ente llamado Dylan habría de ser considerado como una especie de  lugar de encuentro, o  cruce de vientos, un vacío, una antena para-rayos,  o un  sensor sin cuerpo propio que se ve arrebatado ahora por este, ahora por el otro espíritu o personalidad disociada.

 

           Pero al ser tantísimos los personajes en los que el artista Dylan se ha volcado - the watch-tower, Madonna, Joey, Quinn el Esquimal, la "chica que le ofreció el arco iris", "la mujer cuyo cuerpo estaba ardiendo" -, y así en una algarabía de pintorescos nombres como George Louis, Charles Darwin, Henry Ford, Sophia Loren, Anita Ekberg, Ezra Pound, T. S. Elliot, Allen Gingsberg, Jack Kerouac, Bertha Mason, Johanna, etc- no se podía afirmar ya quién era entre todos ellos Dylan.

 

- No se veía claro si el Poeta pudiera poseer todavía una identidad propia, un crisol para tantos metales de tantos temperamentos, un rostro real y no anónimo detrás de tanta máscara. -Sino que más bien era una amalgama de seres arrojados a la arena de un teatro que hablaban como si narrasen la historia de un idiota, lleno de ruido y de furia; y eran tantos, que se quitaban la palabra.

 

          En conclusión, y por no seguir con tecnicismos sino en términos vulgares: Sostengo que Bob Dylan es un enfermo mental grave con tendencia a auto-lesionarse y a lesionar a otros y con signos innegables de diversos trastornos que pueden observarse en el descuido y falta de aseo de su ropa (su desaliño era proverbial) desde los años 60 hasta el siglo XXI: -

 

No se sabe por qué así como empezó el 2000, Dylan empezó a aparecer más arreglado en las televisiones, en el cine y en las portadas de sus discos. -Bien afeitadito, con un sombrero no obscuro sino claro de antiguo ranchero del Sur, un sombrero que recordaba a Tara y al land of cotton. -También su cutis se había vuelto más liso y perfecto. A veces parecía tener las mejillas de látex y los ojos de zafiro:  Como en la ceremonia de los Óscar donde dio las gracias por el premio a Things have changed a través de una videoconferencia de plasma desde algún lugar del mundo donde aguardaba la noticia, indiferente, escoltado por sus músicos de siempre, sus buenos y fieles escuderos, resignadamente secundarios pero recibiendo un magisterio de Dylan que les parece una bendición y un tema de investigación interminable.- El sesentón Bob ahora era el hombre más elegante del mundo,  pero no por la ropa ni por el corte de pelo ni por destello de las guitarras americanas que cuelgan de su hombro como bajo las piernas del cow-boy hay siempre un caballo. - Es extremadamente elegante este superviviente de miles y miles de batallas. Parece mentira que se le vea tan sano: -Tiroteado en los pantanos, cazado y perseguido como un cocodrilo, con una corona de espinas, había venido de la obscuridad salvaje, de las Tierras del Norte. Era una criatura vacía de forma...

 

           Dylan recibe el premio con una ligerísima sorpresa de hombre de mundo que ha dado ya varias veces la vuelta al planeta y no se inmuta ni en presencia de un loco agitado que invada el escenario. - Tiene los nervios de acero. Hay quien dice que en un concierto en Lugano descendieron a ambos lados de Dylan dos bellas extraterrerestres con medias y blusas transparentes de un material extrañlo a nuestro planeta. Dicen que Dylan en éxtasis   habló con aquellos seres de éter en un idioma desconocido que más tarde el propio visonario identificó como "venusino mainstream o "standard averaged"

 
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Dylan dando agradeciendo el Óscar por Things have changed a  través de una videoconferencia

-  Luego con ojos infinitamente azules y su voz, su voz bien conocida desde hace siglos, desde siempre, su voz ahora meliflua y sonoramente humilde,  da las gracias y realiza una vez más prodigios de memoria: Por estas cosas Dylan no se ha hecho solamente famoso o célebre sino que es una leyenda viviente:

 

          No solo les agradece su colaboración a los productores y a dos o tres nombres sino que Dylan el anciano sobrenatural recuerda y repite decenas y hasta un centenar de nombres como si una vez más su memoria fuese un almacén oriental o un teatro mágico donde se materializan como sin querer y con nítidos perfiles las cosas tal como sucedieron, como sucederán o como simplemente pudieron haber sucedido .

 

          - Bueno. En mi documento de Microsoft Word este artículo tiene ya 60 páginas, lo que podría con justicia considerarse como un pequeño ensayo o librito en papel. En el soporte on-line del blog ethicayphilosophia (al que con justicia pertenece puesto que merece la pena incluir en un blog escolar, algo sobre el mayor Poeta de nuestro tiempo) parecerá mucho menos extenso.

 

          De modo que al menos por mi parte puedo adjudicarme el triste honor de haber obedecido una vez más en mi vida al Maestro Bob Dylan: - Señor, Señor, a lo tonto no he escrito un articulito repentizado sobre Vd. tal como se me venía a las mientes y sin elaborar ni meditarlo  lo he corregido y lo he publicado  y ya está, no,  sino que más bien ha constituido una tarea  de larga duración, iniciada hace meses y amasada en la vigilia de las noches en blanco.- Sí, trabajé mucho mi semblanza y al final he respondido a la provocación del Maestro escribiendo  algo así como mi propio librillo sobre Dylan.

 

          La verdad es que con mucha frecuencia (tal vez una o dos veces cada hora o incluso más en ciertas circunstancias) creo ver el fantasma de Bob Dylan partiéndose de risa al enterarse de los detalles de mi vida:

 

          Como un Dios Cínico -si esto es concebible- se pitorrea absolutamente de todo lo que yo hago, pienso o digo. - Mi sentimiento de inferioridad respecto al Gigante de la Tierra de Gigantes es continuo e insuperable. -Por eso en madrugadas completamente inmersas en los excesos de la psicosis y de la ideación delirante, me angustiaba oír el pacíifico John Wesley Hardin y hasta me castañeteaban los dientes cuando al fin comprendía como un cuento de niños el sentido de aquel disco maldito, perversamente tranquilo y neo-rural.- Entonces con la audacia y la diafanidad que se experimentan en los brazos de la locura, me digo que Dylan ha firmado un Pacto con el Diablo. Lo ha firmado con su sangre. Por eso le va también. - Si es que ser rico, famoso y genial es lo mismo que ser feliz. ¿No cuentan que Robert Johnson fue instruido en el manejo de la guitarra de noche en una encrucijada de caminos por el mismo Lucifer músico? 

 

          Veo siempre a Dylan levantando la cara sobre mi cabeza, poniéndose su sombrero con sonrisa de borrachín jactancioso e indicándome de muchas maneras distintas que no soy nadie, que solo soy un imitador, un producto de segunda mano, un seguidor, un segundón, un sosias, un epítome, un mediocre, un nadie, un adorador, una sombra en la multitud del auditorio.

 

          Precisamente soy consciente de lo más doloroso y tal vez por eso lo he ido posponiendo hacia el final, hacia la puerta de salida deste ya muy largo y muy vivido retrato de mis entusiasmos por Dylan.

 

          - Lo más doloroso es que Dylan nos desprecia. Dylan no nos quiere. Nos conoce perfectamente, eso sí. -Se dice que su mirada te atraviesa el alma y es como si la escanease. Nosotros los fans de Dylan nos sentimos comprendidos hasta cuando nos insulta. - Pues siempre nos insulta y nos riñe cuando se le ofrece la ocasión que suele ser una vez cada doce años que concede una entrevista a un periodista que le cae bien, y por motivos que nunca quedan claros para nadie, de este caprichoso evitador de encuentros con la prensa y alérgico a publicar nada sobre  su vida íntima (salvo...sus canciones, claro).

 

- Siempre que da una entrevista aprovecha para insultar a sus fans y mostrarles su más absoluto desprecio diciéndonos cosas como que nos dediquemos a leer a algún autor serio como Dostoyevsky o TolstoÏ, que no perdiéramos el tiempo, que no perdiéramos la vida obsesionándonos tanto con él, tratando de desnudarle y de conocerle de forma enfermiza. - Nos avisaba de que si cruzábamos su zona de seguridad -por ejemplo `por un exceso de adoración- tendríamos que vernos las caras con él, el pequeño, casi enano y escuálido pero imponente gángster con rizos mefistofélicos y aguamarinas en los ojos.

 

          - Qué mal le caíamos a Bob los fans. Escogía siempre las palabras más hirientes, las comparaciones más humillantes para explicar la falta de simetría entre el público y el cantautor. No era desde luego una relación de colegas, no era una relación entre iguales. Aquí Dylan mantenía silencio; por puro sentido común, se deducía de lo anterior que era una relación entre desiguales: Claro: - El cantautor era superior al público y el público era inferior al autor.- Y dentro de la anónima y masiva audiencia de miles de millones de terrícolas y de extra-galácticos que escuchan y admiran a Bob, nosotros los dylanitas éramos los peores.

 

          De forma muy áspera Bob siempre nos echaba en cara nuestra manía de oírle a todas horas y de analizar hasta la más insignificante palabra de sus canciones. Nos despreciaba porque estábamos demasiado obstinados con él y él andaba por ahí haciendo el loco en los supermercados, echándose por la cabeza un litro de whisky, grabando discos pésimos. -Le importaba una mierda ser una leyenda.- Quería volver a las raíces y cazar osos.- Nos repetía que era inútil intentar armar el puzzle de sus 18. 000 personalidades múltiples.- Él hablaba con Dios a voluntad, siempre que quería; y nosotros no hablábamos más que de Dylan.- Como cuando era muy niño y las aventuras de mi hermano mayor Juan, - ya pubescente, con olor a chica,- me parecía un nivel de existencia superior que yo solo vivía a través de relatos.

 

          - Parece que Bob se enfada, se encoleriza como los Profetas de las barbas y de la  kippá   con sus admiradores incondicionales a los que tacha de carecer de personalidad, de creer en ídolos y en definitiva de manipularle a él y a su música. -Dylan nos odia por ello. - Es un extraño caballero que parece salido de las entidades del Vudú y maldice con estilo pausado y tranquilo a cualquiera que se le acerque a menos de dos metros.- Él nos odia por amarle demasiado y nos grita con su personalidad más esquizotípica que tenemos que servir a alguien, puede ser el Demonio o puede ser Dios pero tendrás que servir a alguien.

 

- Para Dylan está claro, que sus fieles veneradores no somos más que un atajo de chiflados conformistas que colaboran con el Diablo y por tanto están en guerra personal con el Poeta de Dios de la Era de la Riña, con el Poeta Dylan, el que "algún día ha de ver a su Rey".

 

- Somos de lo peor, tienes razón, Maestro, siempre serás más sabio. Haces bien en insultarnos día y noche y que tu Musa de Ira haga retemblar los cielos y sea tu voz el clamor espeluznante de la Sibila. Ódianos siempre y en cada entrevista da muestras de que nos sigues rechazando. -Nosotros te admiraremos tanto más cuanto que asumimos que tienes razón y que solo somos unos tristes imitadores.- Y mientras seamos tus fans, no podremos ser otra cosa.

 

          Así de pronto gracias a la crueldad verbal del señor Dylan y a sus crípticos mensajes  en escritura cuneiforme escondidos en las cuevas de sus estrofas, empecé a perder la razón y a odiarme a mí mismo y a autodiagnosticarme tres o cuatro Trastornos de Personalidad, alguna Neurosis Fóbica moderada (por ejemplo, a los Inspectores de Educación), un poquito de Trastorno Afectivo-Estacional casi tan mecánico como el curso del calendario de octubre a febrero (depresión) y de febrero al verano (pico maniaco). También me descubrí un Inestable Histérico/Histriónico/Hirsuto con Trastorno Límite de Personalidad (TLP). Algunos Desórdenes de la Conducta Alimentaria y del Sueño. -Veinticinco o veintiséis  Parafilias o Perversiones Sexuales que no voy a mencionar. -Una pizca de Autismo casi totalmente superado. -Delirios Acústicos y Alucinosis Paranoiforme recurrentes. Alucinaciones Auditivas, Visuales y Cinestésicas. Despersonalización. Enfermedades Somatomorfas Sensación de Pensamiento Inducido y de Pensamiento Mágico.- En fin, que creo que Dylan es un peligrosísimo esquizofrénico con intenciones extremadamente destructivas y al ver su insania, he visto también la mía.

 

 Yo tal vez me había quedado tarado, in stagnation,  pillado en la adoración de la música de Dylan. Tal vez había perdido mi vida como Swann la perdió persiguiendo durante años a Odettte, de la que ni siquiera estaba enamorado.

 

          -Sí, por favor, siga humillándonos con su desprecio Mr. Dylan, Genius Dylan, siga despotricando contra sus fans y pagándonos los aplausos con escupitajos.- Ya sabemos que le gusta dar el campanazo en las situaciones más embarazosas y más formales.- Por eso es una leyenda.-  Ya nos ha dicho de todo y ahora a nosotros ya nos da igual que nos ofenda. Lleva por lo menos cincuenta años aconsejándonos que abandonemos su música y el interés por su persona o que nos atrevamos cada uno de sus millones de seguidores o dylanitas a escribir nuestra propia biografía de Dylan. "Tal vez te salga una obra maestra", ironiza el viejo zíngaro.

 

-En el fondo parece que insinúa que si escribes un libro sobre él solo porque le has oído o le has visto en alguna parte, o simplemente lo has conocido de algún modo,  eres un imbécil de tomo y lomo; no le extraña que caigas en el error de escribir el enésimo texto de interpretación sobre Dylan.- Soy un registro estadístico de los presuntos admiradores de Dylan. Uno más, una regularidad estadística y una mirad anónima que da vida a Dylan.- Él en cambio es él. Y si no hubiese existido, alguien tendría que haberlo inventado.

 
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" If the measure to greatness is to gladden
the heart of  every human being in the face of the earth, then he truly was the greatest.
In every way he was the bravest, the kindest
and the most excellent of men"
 
(Bob Dylan on Muhammad Alí, Bob Dylan Official Site,  june, 4, 2016).
 

 
 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Mecachis en la mar, qué erudito y autobiográfico te has vuelto. Parece que me estoy leyendo a mí mismo, pero mejor, porque yo no domino ese tema casi nada, al contrario que tú.

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    1. Gracias por tu comentario. Veo que cumples tus promesas. Como los de ETA. Francamente no acabo de saber si te ha gustado o no. Supongo que no, puesto que el "mecachis en la mar" inicial hace que todo suene irónico. Esa exclamación de admiración irónica (?) se conecta con "erudito y autobiográfico", que son como dos patadas en la barriga, dos soberbias bofetadas. Pero la que más duele es la primera.- En la siguiente frase ("parece que me estoy leyendo a mí mismo...") se hace evidente que nos encontramos delante de un profesional de la manipulación, de un retórico avezado, de un artista del lenguaje:" Eres un pedante y un autobio-onanista como yo, mon semblable, mon frère; pero en este caso eres hasta más pedante o erudito que yo pues, la verdad, es que no domino el tema de Dylan y tú sí". El texto, pese a su mezquina brevedad, destila una astucia y un cinismo maquiavélicos. El encadenamiento paratáctico, a base de comas yuxtapuestas, con una adversativa en "pero", una causal y finalmente la mareante "al contrario que tú", somete al lector a un movimiento en zig-zag desasosegante, casi infernal. Es obvio que el autor, utilizando, las menos palabras posibles se está pitorreando a fondo y de manera nada simple.- Ángel Romera ha publicado un sinnúmero de libros de investigación sobre diversos temas, entre otros, sobre masones y protestantes manchegos (como el que presenta mañana a las 20h. en una librería-cafetería del final de la calle Toledo: lamento no recordar el nombre). También es el redactor de una excelente manual de retórica que puede descargarse on-line y el responsable de miles de artículos anónimos de Wikipedia, especialmente el de "fantasmas", mitología japonesa y casi todos sobre métrica. Así como de numerosos perfiles biográficos de la misma "enciclopedia libre" (aunque al parecer no es tan libre). Romera,-tan parco en su comentario, como si a Ronaldo vestido de paisano le dan un balón y él solo le da un toque tímido- es sobre todo el monstruo devorador llamado Endriago y seguramente sea como blogger como pase a la historia de las Letras: Desde hace por lo menos 15 años el profesor Romera desarrolla en este soporte informático igual que en otros blogs, una incesante actividad como publicista. Ethicayphilosophia al lado de El Diario del Endriago es como un niño pequeño al lado de un adulto: El blog de Ángel tiene cientos de veces más artículos y contenidos que el mío y sin duda está mejor escrito. En último lugar, pero no de menos importancia -por no abundar en sus reservas culturales como especialista en la novela negra, la ciencia-ficción, Quevedo, etc. etc.etc.- está la verdadera vocación u oficio de Ángel: Poeta. La poesía de Ángel es lo mejor de toda su enorme producción. No sé si él mismo la valora en lo que vale. Realizo esta larga aclaración para alertar al lector sobre las posibles intenciones de un monstruo que posee semejante bagaje. Es como si Usain Bolt diese un par de zancadas para decirnos que sí, que va a correr para que le veamos. O como si Cassius Clay amagase un crochet sin terminarlo.- En cualquier caso es un honor contar con el comentario exiguo de un escritor erudito, investigador y poeta como mi amigo Ángel. Así que muchas gracias.- Pero, joder, si no te interesa Dylan, ¿por qué lo lees y lo comentas? Mejor habrías comentado el artículo del atraso educativo en España. Dice Murakami que casi todos los escritores son envidiosos, individualistas y competitivos. Y yo lo leo y me da vergüenza que tenga razón. Pero yo creo que la grandeza está en no competir. Un abrazo

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